Perón
y los orígenes del Fuero del Trabajo, por Hugo Leguizamón
Comisión
Directiva Nacional U.E.J.N.
“Pepe
voy a elevar al Presidente el proyecto de Decreto por el que creamos
el Fuero Laboral. Mire que en esta ley usted y yo nos jugamos por
todo lo que hicimos y por todo lo que tenemos que hacer”. Esto le
decía el entonces Coronel Juan Domingo Perón a cargo de la
Secretaría de Trabajo y Previsión al Secretario General de esa
secretaría el catalán José Francisco Figuerola. Don Jorge Antonio
relató, al autor de esta nota, que en todo momento Perón destacó
la necesidad de contar con un Fuero del Trabajo fuerte, con poder,
porque “si no de nada sirven las leyes sociales”. Por ello Don
Jorge recordaba las palabras del comienzo y el costo político que
significó su puesta en marcha.
Pocos
días más tarde (30 de noviembre de 1944) el presidente General
Edelmiro Farrell firmaba el Decreto 32347 por el que se creaba la
nueva justicia. La nueva norma publicada en el Boletín Oficial el 13
de enero de 1945 llevaba la firma del Presidente y del Coronel Juan
Domingo Perón a cargo de la STP.
El
proyecto fue concebido en la Asesoría Jurídica de la STP, por
entonces a cargo del Doctor Eduardo Stafforini, quien contó con la
colaboración de los abogados Luis Rufo y Cesar Martinez Vivot.
Mientras que el mentor ideológico de esta iniciática fue José
Francisco Figuerola en comunión con el plan estratégico que ponía
en práctica el Coronel Perón.
José
Figuerola era un experto en estadística y venía de España, donde
integró el equipo del Ministerio de Trabajo, Industria y Comercio
del gobierno de José Primo de Rivera. Una vez caído ese régimen
(enero de 1930) se exilió en Paris, para luego tomar contacto con
el gobierno del General Uriburu. Así llegó al país (1930) para
trabajar en la Dirección Nacional del Trabajo a cargo de Eduardo F.
Maglione. Y en el Primer Congreso Nacional del Trabajo (marzo de
1931) reclamó la creación de un ministerio que debía coordinar la
cuestión obrera a través de una ley de asociaciones profesionales
(La Nación 22/3/1931). Luego creó la Revista de Derecho Social
junto a Maglione (1931/1934). Si bien Figuerola nunca se apartó en
sus contribuciones de su especialidad en estadística, fue claro que
su ideología no era de izquierda (en España había sido parte en la
dictadura riverista) por lo que fue evidente que las cuestiones
sociales fueron abordadas desde otras ideologías, como lo demuestra
la legislación laboral y creación del Fuero en el Brasil de Getulio
Vargas o la misma España de Franco que desde 1938 contaba con una
Justicia del Trabajo.
Pero
no fue fácil la implementación del nuevo Fuero. El Coronel Perón
desarrolló entonces una campaña sin precedentes en la STP. Durante
ese año (1944/45) no bastó con la cantidad de decretos que fueron
creando un conglomerado de normas en favor de la clase obrera, como
aguinaldo, vacaciones, accidentes, ley del peón rural, sino que
recorría el país con sus arengas, hablaba semanalmente en cadena
radial, visitaba sindicatos, clubes y sociedades de fomento de todos
el país. Según lo verificaron los investigadores, llegó a dar en
ese año y medio un discurso cada tres días, hasta el extremo de
que en un solo día pronunció siete alocuciones.
La
polémica estaba encendida y no tardó el Colegio de Abogados de
Buenos Aires en denunciar que el decreto de creación de los nuevo
Tribunales del Trabajo: “…atenta contra el principio de la
división de poderes y viola garantías de la Constitución Nacional”
(reproducido por la Revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires
de 1945 pp191/192).
Por
su parte la Sociedad Rural también se quejaba de la resolución de
los conflictos laborales que se proyectaba: “…la misma razón que
impide a los jueces prejuzgar, impone a los poderes del Estado
mantener la imparcialidad. El Estado no puede perder su carácter de
árbitro supremo de los intereses en juego. De otro modo, lejos de
facilitar las soluciones, surgen nuevos motivos de dificultad y
suscitan infructíferas controversias” (7/7/1945 en Anales SRA Nº
7 - quince días antes de constituirse el nuevo Fuero-).
Todos
los sectores empresariales se pronunciaron en contra de la creación
del Fuero, incluida la Unión Industrial, que también emitió un
comunicado en el mismo sentido. Es que “…pleitear con los
abogados de los sindicatos -decía Félix Luna- que demostraban
tanta o mayor habilidad leguleya que sus propios abogados, en
igualdad de condiciones y en tribunales volcados a la causa obrera o
imbuidos del principio del “favor operarii”. Todo esto, que
parecía una subversión de valores y era por lo menos una
transformación sustancial en el orden de las jerarquías
tradicionales, era lo que vejaba profundamente”.
Pero
la configuración definitiva del Fuero fue un trámite lento y
tortuoso. El primer problema práctico que debió enfrentar la STP
fue la designación de los camaristas y jueces de primera instancia,
porque además de la edad, antigüedad en el título y ejercicio de
la profesión, debían tener “versación en derecho del trabajo”.
Tenemos que agregar a los magistrados otras designaciones como la del
Procurador General del Trabajo, los fiscales, los miembros de la
Comisión de Conciliación, Secretarios de Cámara, Secretarios de
Juzgados y demás funcionarios que representaban más de cincuenta
cargos y a todos se le requería ese conocimiento en materia de
derecho laboral. Debido a la oposición cerrada de grupos de poder
no fue casual que muchos de los juristas propuestos no aceptaran
cargos en la Justicia.
Finalmente
estuvieron los nombres propuestos que debían tomar juramento en la
Corte Suprema de Justicia. Pero el máximo Tribunal por Acordada del
4 de julio de 1945, resolvió que no iba a tomar juramento a
magistrados de un tribunal de “exclusiva jurisdicción local” y
que debían cumplir con ese juramento en la Cámara de Apelaciones en
lo Civil por ser sus “tribunales superiores en el orden local”.
La
respuesta del Gobierno a la Acordada de la CSJN fue inmediata. El
13 de julio dispuso por Decreto que esos jueces juraran, no ante la
Corte, sino ante el Presidente de la Nación. En sus considerandos
afirmó que no había tribunales jerárquicamente superiores a la
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y que por lo tanto no
había “sometimiento alguno de esta nueva magistraturas a la
superintendencia de esas Cámaras”.
El
lunes 23 de julio siete Camaristas del Fuero Laboral prestaron
juramento en un gran acto en la Casa de Gobierno ante el Presidente
General Edelmiro Farrell, con la presencia del Coronel Juan Domingo
Perón, los demás integrantes del gabinete, jefes militares y una
nutrida delegación de dirigentes sindicales.
Ese
mismo día, los siete camaristas designados, resolvieron “declarar
constituido este Tribunal” según consta en el Acta Nº 1 de la
flamante Cámara. Los primeros camaristas fueron los Doctores
Rodolfo Valenzuela, Enrique Pérez Colman, Domingo Peluffo, Horacio
Bonet Isla, Electo Santos, Jorge Juárez y Armando Machera. Según
el Decreto 32347/44 la Cámara estaba compuesta por un Presidente, un
Vicepresidente y cinco vocales, en suma siete miembros y quedó
“Dividida en tres Salas. Cada Sala compuesta por el Presidente y
dos vocales”.
En
el mismo acto los integrantes de la Cámara resolvieron elegir como
Presidente al Doctor Enrique Pérez Colman y como Vicepresidente al
Doctor Guillermo Valenzuela. También nombraron Secretarios de cada
una de las tres Salas a los Doctores Alberto Trueba, Roberto Podestá
y Luis Beltrán.
Al
día siguiente, 24 de julio de 1945 a las 17:00 horas (el horario de
Tribunales era de 11:30 a 18:00 horas) el Doctor Pérez Colman tomó
juramento a los señores jueces de Primera Instancia designados por
Decreto 15.338, Doctores Juan Fleitas, Oscar Cattaneo, Rodolfo
Zanotti, Elías Arambarri, Guillermo Eisler, Alfredo Morrone,
Guillermo Valotta, Marcos Seeber, Esteban Petrocelli, Rodolfo
Fernandez, Juan Louge, Raúl Varela, Francisco Albarracín, Oreste
Pettoruti, Liberto Rabovich y Agustín Dillon. El día 30 del mismo
mes juraron los Doctores Ramiro Podettí y Gustavo Posse.
Posteriormente lo hicieron los Doctores Carrillo Bárcena y Teófilo
Cuello.
Es
importante señalar que con la creación de los Tribunales del
Trabajo, también se incorporó a ese Fuero la Comisión de
Conciliación. Este Instituto ya venía actuando dentro de la órbita
de la STP como Vocalías de Conciliación y Arbitraje. Por el Decreto
32347/44 fueron incorporados a la Organización del Fuero en su art.
5 como Comisión de Conciliación y en los arts. 6, 7, 8 y 9 como
Comisiones de Arbitraje. Estas Vocalías siguieron dependiendo
presupuestariamente de la STP y funcionaba en un edificio alquilado
por esa Secretaría en la entonces calle Cangallo 2425. También el
edificio donde funcionó la Cámara en la calle Esmeralda 1366 era
alquilado por la STP sosteniendo toda su infraestructura. Además
(según Acta Nº 135 de la CNAT del 3/10/1947) cuando se incorporó
al Fuero el edificio de Talcahuano 490 y allí fueron trasladados la
mayoría de los Juzgados de Primera Instancia, ese edificio fue
entregado en posesión por el Ministerio de Trabajo porque todavía
en el año 1947 el presupuesto del Fuero, en parte, era ajeno al del
Poder Judicial de la Nación.
La
resistencia que generó el Fuero del Trabajo en el ámbito judicial
continuó con una campaña de desprestigio y una ola de rumores
infundados recorrió los pasillos de Tribunales. Luego de la
asunción del Presidente Perón (4 de junio de 1946) siguió esta
campaña contra la Justicia Laboral, por lo que en el aniversario de
su creación (23 de julio de 1946) se organizó un gran acto, que a
todas luces tuvo un carácter reivindicativo.
En
ese acto el Presidente de la Cámara de Apelaciones del Trabajo
Doctor Enrique Pérez Colman dijo: “…cuando acepté el honor que
me discerniera el gobierno de la revolución del 4 de junio,
solidarizado como me sentía con los postulados de la justicia social
argentina…postulados encarnados por vos
y por los cuales con vos
nos hemos jugado
en este Fuero, dije que me atrevía, aún sin méritos personales, a
presidir la organización y funcionamiento de estos Tribunales”.
Demás está aclarar que cuando decía vos
se
refería al Presidente Juan Domingo Perón y cuando decía que se
había jugado
por el fuero, daba a entender que la aceptación del cargo por los
siete primeros camaristas aparece como un acto de militancia social.
La
creación del Fuero fue central en la construcción de un nuevo orden
legal. En el acto de inauguración había dicho Perón: “…esta
conquista
de la Secretaría de Trabajo y Previsión nos impone obligaciones
para esa justicia, que es nuestra justicia y la defenderemos por
todos los medios para asegurar que el futuro de los conflictos del
trabajo esté siempre en manos incontaminadas” La instauración
del Fuero fue tomada como conquista
porque según su decreto de creación “…los trámites procesales
de la justicia ordinaria, aplicados a los litigios del trabajo
resultan formulistas, onerosos y carentes de celeridad que exigen los
fines perseguidos por la legislación respectiva”. Por esos el
nuevo derecho necesitaba una jurisdicción singular, que además
fuera gratuita, expeditiva y simple en sus procedimientos.
El
mismo Perón –discurso del 10/8/1944- adelantaba: “…yo he de
crear los Tribunales del Trabajo para que los trabajadores sean
juzgados por sus propios tribunales, no por los tribunales de la
justicia ordinaria. Así terminamos con las falacias y los
prevaricatos, a fin de que la justicia esté en manos de los
verdaderos magistrados y no de quienes buscan la forma de violarla”.
Estaba claro que Perón estaba dispuesto a enfrentar con firmeza a
quienes se opusieran a su decisión de construir una nueva Justicia.
En otro discurso (9/4/1945) decía “…sabemos muy bien que ya se
mueven fuerzas hasta en el foro, diciendo que es inconstitucional.
Sabemos muy bien donde van dirigidos esos dardos y por qué se
disparan, pero como estamos decididos a defender los intereses de los
que “tienen menos intereses” hemos de sacrificar cualquier
cuestión para que esto se cumpla”.
A
pesar de todas las campañas en su contra que recibió la Cámara de
Apelaciones del Trabajo no se registraron antecedentes de un actuar
contrario a derecho, ni tampoco sentencias reñidas con el derecho
social.
La
actuación y el sacrificio de estos primeros siete Camaristas es
digna de destacarse. También los veinte jueces de Primera Instancia
tuvieron una tarea tenaz, valiente y silenciosa en aquellos críticos
tiempos de la creación del Fuero.