EL
NEOCAPITALISMO Y LA AUTORIDAD DEL ALGORITMO EN EL MUNDO LABORAL DEL
SIGLO XXI, por
Nilton
Pereira da Cunha
El
neocapitalismo1
postindustrial
permitió y permite la implementación de las políticas económicas
neoliberales, es el gran motor de la precariedad de la relación
laboral en este umbral del siglo XXI.
En
el capitalismo,
el absolutismo dio lugar a un nuevo orden, el liberalismo, ese cambio
se tornó un proceso radical, donde las concepciones sociales,
políticas, ideológicas y económicas pasaron a exigirle a las
autoridades la separación institucional de la sociedad en dos
partes: una económica y otra política. En el actual escenario del
neocapitalismo,
con el poder ideológico y económico de las empresas
multinacionales, no hay una separación institucional, sino una
sumisión de la política, del Estado a la economía, especialmente
en los países en desarrollo, como Brasil y Argentina.
Percibir
esta sumisión es central para comprender la diferencia entre el
capitalismo
y neocapitalismo,
como también del liberalismo
y neoliberalismo.
Sin la comprensión de la complejidad que el neocapitalismo
implementó y implementa en la economía globalizada, pensar que
estamos a volver al siglo XIX es no comprender la complejidad
contemporánea y no comprenderla es quedarse cada vez más difícil
de desarrollar alternativas y nuevos caminos para la humanidad. Se
fuera sólo la vuelta al siglo XIX bastaba aplicar los remedios del
siglo XX: el Constitucionalismo Social y el keynesianismo, que
podríamos a volver a los “30 años de oro”.
Señálese
que la complejidad que involucra las estructuras del neocapitalismo
es muy grande y tenemos que buscar alternativas planetarias,
mundiales, ya que la economía es mundial, las empresas son cada vez
más multinacionales y afecta directamente el mundo del trabajo y
promueve la precariedad laboral que en las últimas décadas ha
afectado a los trabajadores en todo mundo, desarrollando crisis y
tensiones mundiales, es decir, generando la injusticia y peligro a la
paz mundial.
Es
oportuno destacar que el mundo del trabajo, desde la Revolución
Comercial y Científica de los siglos XVI y XVII, período también
del inicio del capitalismo
y, sobre todo, con el advenimiento de la Revolución Industrial en el
siglo XVIII, ha sufrido cambios significativos, los cuales se
extienden hasta los días actuales.
Inicialmente,
esos cambios eran largos, ahora, en la actual sociedad denominada por
muchos estudiosos de postmoderna2
y con la designada Cuarta Revolución Industrial, ellos son cada vez
más veloz, avasalladores y causan un inconmensurable impacto en el
perfil de trabajador, en el mercado de trabajo y locales de trabajo
en todo mundo.
Los
historiadores dividen esas etapas de la siguiente forma: la Primera
Revolución Industrial fue entre 1760 hasta cerca de mediados del
siglo XIX, testificó el inicio de la aplicación de la maquinaria a
la industria, ella lanzó los cimientos de la nuestra civilización
mecánica moderna. El primero dispositivo desarrollado fue el
spinning
jenny o
máquina de fiar inventado por James Hargreaves en 1767, después
tenemos la máquina a vapor de Thomas Newcomen y su perfeccionamiento
con James Watt.
La
Segunda Revolución Industrial es de cerca de 1860 hasta en torno de
mediados del siglo XX y tuvo impactos significativos en el mundo del
trabajo y en todo ámbito social. Entre los principales
acontecimientos de esa revolución que se difiere de la primera son:
1) la sustitución del hierro por el acero como material industrial
básico; 2) la substitución del vapor por la electricidad; 3) el
desarrollo de la máquina automática y de un alto grado de
especialización del trabajo; 4) el uso de metales leves y de los
productos de la química industrial; 5) mudanza radicales en los
transportes y comunicaciones; 6) el desarrollado de nuevas formas de
organización capitalista; y 7) la extensión de la industrialización
a la Europa Central y Oriental y mismo al Extremo Oriente3.
La
Tercera Revolución Industrial es de cerca de mediados del siglo XX
hasta la última década de este mismo siglo y es caracterizada por
el uso de la robótica y por la “reestructuración productiva”,
desarrollada luego después de la Segunda Guerra Mundial y que
desencadenó
profundas evoluciones en el área tecnológica, principalmente con la
junción del conocimiento científico y producción industrial y los
avances de los medios de comunicación e información.
Y
la Cuarta Revolución Industrial iniciada en umbral del siglo XXI,
estamos sólo en su inicio, es caracterizada por la fusión de nuevas
tecnologías en los mundos físico, digital y biológico, sobre todo
con la revolución biotecnológica y infotecnológica, con el uso de
la inteligencia artificial (AI) y de los algoritmos, con amplias y
profundos cambios en el ámbito social, económico y laboral de la
sociedad contemporánea.
Es
oportuno aquí destacar que las relaciones económicas y laborales,
en cada transformación, avance científico y perfeccionamiento de
las herramientas y técnicas que afectan el mundo del trabajo, es el
trabajador quien sufre los impactos más graves de los cambios, por
ser la parte más débil de la relación laboral, la parte más
vulnerable ante de la su condición de hiposuficiente. En la actual
coyuntura también sufren fuertes impactos a las pequeñas y medias
empresas de ámbito nacional, debido la competitividad con las
corporaciones multinacionales.
No
se puede dejar de decir que la condición salarial del empleo fue una
característica fundamental de la revolución industria, en el
capitalismo,
el trabajador pasó a ser guiado por las relaciones económicas,
cuando la ocupación4
de una actividad laboral, que antes era realizada para resolver
problemas inmediatos, fue sustituida por la lógica del trabajo
continuo y de la venda de la fuerza física al burgués capitalista
industrial, que a través de un salario (una cuantía en dinero) pasó
a ser la forma del trabajador conquistar el su sustento y de su
familia y de realmente se sentir pertenencia a la sociedad.
Sin
embargo, el neocapitalismo
postindustrial está cambiando toda esa lógica, o sea, a la
condición salarial del empleo característica de la revolución
industrial de la era moderna industrial está quedándose para tras,
el empleo asalariado y de un contrato de trabajo de plazo
indeterminado, este último, desarrollado especialmente con el
surgimiento del modelo
de producción fordista
y después del constitucionalismo social del inicio del siglo XX,
dejaron de ser características de las relaciones laborales
contemporáneas. Es oportuno señalar que, el trabajo posee una
relación con el humano objetiva y subjetiva.
Eses
cambios están asociadas a las estructuras que fueron desarrollándose
en el sentido de sustentación hegemónica del neocapitalismo,
y que desde la Tercera y especialmente con la Cuarta Revolución
Industrial se presenta como la alternativa laboral para la mayoría
de los trabajadores.
El
neocapitalismo,
después del período postguerra fue desarrollando mecanismos y
sumando fuerzas, es decir, una reacción teórica, política y
pragmática vehemente contra el Estado intervencionista y de
bienestar defendido por el liberal Keynes.
En
este sentido es importante destacar que la teoría de John Mayard
Keynes fue desarrollada por causa de las circunstancias presentadas
por la Grande Depresión (1929), el objetivo final que pretendía su
teoría, en aquel momento, era salvaguardar el futuro del capitalismo
y frenar el avance del comunismo.
Los
fenómenos del neocapitalismo
son cualitativamente nuevos de la historia del capitalismo,
por ejemplo: la influencia y defensa ideológica de los académicos y
políticos, miembros de Sociedad de Mont Pèlerin (a partir de 1947
fomentaron
la concretización de la políticas neoliberales a partir de fines de
la década 1970); la reestructuración de la producción (el
toyotismo que fue implementado en Japón, a partir de 1947 y llega al
Occidente a partir de mediados de la década de 1970); la
globalización económica, política y cultural (a partir de la
década de 1970); las políticas económicas de neoliberalismo (a
partir de Thatcher y Reagan); la expansión de los grupos de empresas
multinacionales (a partir de la década de 1990) y en este umbral de
siglo XXI, el uso de los desarrollos tecnológicos, tales como: la
inteligencia artificial y los algoritmos, no para movilizar los
trabajadores a las industrias, al mercado de trabajo formal, más
sustituirlos y sacarlos del mercado laboral industrial y a cambiar
los trabajadores formales a trabajadores informales, es decir,
precariedad laboral.
Señálese
que hay diferencias significativas en los mecanismos usados por el
capitalismo
en relación a los mecanismos del neocapitalismo.
Los
mecanismos estructurales del capitalismo,
tales como: el derecho, la educación, la religión, fueron usados
para
movilizar la fuerza de trabajo y garantizar la ganancia al emergente
sistema capitalista, especialmente con el trabajo asalariado en las
industrias. Incluso, con el control social, de forma racional, sobre
todo, usándose legislaciones penales, fue una de las maneras usadas
para satisfacer la voluntad y los deseos de la clase dominante
liberal burguesa empresarial, que ahora disponía de un ejército de
trabajadores que fortalecía y salvaguardaba al emergente sistema
capitalista industrial.
Los
capitalistas, para tener un ejército de mano de obra disponible en
la Revolución Industrial del siglo XVIII, tuvo que imperiosamente
recurrir al disciplinamiento5,
ya que ningún trabajador libre aceptaría realizar labores
intrínsecamente relacionadas a la miseria urbana y proletaria en las
minas de carbón y las fábricas del inicio de tal revolución.
En
este sentido subraya Raul Zaffaroni6
que el sistema penal fue inmensamente cruel y sanguinario en el
momento de la concentración urbana y de control formal punitivo en
la era industrial.
La
obligación de trabajar no sólo se instauró en ciudades y en
fábricas, sino que también llegó al campo, especialmente en el
nuevo mundo, América.
En
este sentido comenta Abelardo Levaggi, en Argentina, los varones
libres sin profesión, oficio ni capital fueron obligados a
emplearse, o sea, a trabajar en relación de dependencia, en la
ciudad o el campo, a cambio de un salario. Quien infringía esa
obligación, y no podía probar la condición de jornalero o
salariado, era considerado vago e inoperante, juzgado y obligado a
trabajar7.
En
el capitalismo
la gente era movilizada para el trabajo en las industrias, mientras
en el neocapitalismo
es totalmente diferente, los mecanismos estructurales son
desarrollados para cada vez más haber menos trabajadores en las
industrias, es decir, menos empleados, menos empleo formal.
Las
estructuras, del neocapitalismo,
tienen
sus orígenes ideológicos en las obras de Friedrich Hayek y Karl
Popper, respectivamente: El camino de la servidumbre, de 1944, y La
sociedad abierta y sus enemigos, de 1945.
Señálese
que, en 1947, mientras
las bases del Estado de bienestar en Europa de la posguerra
efectivamente se construían, no solamente en Inglaterra sino también
en otros países, en ese momento Hayek convocó a aquellos que
compartían su orientación ideológica a una reunión en la pequeña
estación de Mont Pèlerin, en Suiza. Entre los célebres
participantes no sólo había adversarios firmes del Estado de
bienestar europeo, sino también enemigos férreos del New Deal
norteamericano. En la selecta asistencia se encontraban Milton
Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwig Von Mises, Walter
Eupken, Walter Lipman, Michael Polanyi, Salvador de Madariaga, entre
otros. Ahí se formó la Sociedad de Mont Pèlerin, una especie de
franco-masonería neoliberal, altamente dedicada y organizada, con
reuniones internacionales cada dos años. Su propósito era combatir
el keynesianismo y el solidarismo reinantes y preparar las bases de
otro tipo de capitalismo,
duro y libre de reglas para el futuro, es decir, el neocapitalismo.
En
1947, tuvimos, además de la formación da Sociedad Mont Pèlerin,
los primeros pasos para el nuevo modelo de producción industrial.
Fue en este año que Taiichi Ohno desafió el sistema antiguo, el
Sistema Ford, y dio inicio al Sistema Toyota de Producción, mediante
la automatización y el just-in-time,
que tenía como base la búsqueda de eliminación del desperdicio y
la reducción de los costos8.
Es decir, reducción de empleados en la industria.
La
dinámica del toyotismo corresponde a la transición del operador
unifuncional para el multifuncional, esto ocurrió sin problema
Japón, al mismo tiempo que se produjo una resistencia inicial por
partes de los trabajadores, aunque en el sistema en Japón los
obreros adquieren un amplio espectro de habilidades productivas, lo
que facilitó la aplicación de este modelo sin mucha resistencia.
Además, en 1950, Taiichi Ohno asume la gerencia de la Toyota Motor
Company, época también de la deflagración de la Guerra de Corea.
En realidad, hubo una especie de conspiración a favor de la
implantación del modelo Toyota de Producción, ya que la meta de
reducción de los trabajadores en las fábricas pasó a ser una
necesidad del Estado para que los hombres pudiesen ir a la guerra, en
defesa de Corea del Sur, aliada del Japón.
Hasta
la crisis del petróleo de 1973, el Sistema Toyota de Producción no
había despertado intereses de la industria internacional. Sin
embargo, después de esta crisis pasó a ser el modelo a ser imitado
en todo el mundo.
Este
modelo se ha convertido, para los países del Occidente, en una de
las alternativas posibles para el retorno de la lógica de
acumulación del capital, es decir, al neocapitalismo
postindustrial ya que, desde el comienzo del siglo XX, el capitalismo
había sido domesticado con el crecimiento de otras fuerzas
ideológicas, políticas y económicas tales como: anarquismo,
nazismo, comunismo. Este último era considerado un contrapunto a la
altura del capitalismo,
pero a mediados de la década de 1970 comienza su decadencia y es a
partir de este periodo que el capitalismo
de economía mixta pasó
a ceder espacios y el retorno de la lógica del capitalismo
liberal,
por lo cual cada vez más se revigorizan sus fuerzas con nuevas
formas de producción, con las aceptaciones en el mundo político de
las ideas de los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin, así como
con la globalización económica, laboral, política y con la
flexibilidad y desregulación en las relaciones laborales, o sea, hay
se transformado en el neocapitalismo
globalizado
y hegemónico, que ahora no es más la lógica de capitalismo
industrial liberal, que había dos lados: la economía y la política.
En el neocapitalismo
hay a dependencia total de la política a la economía.
Nunca
tuvimos tan dependientes de la lógica del neocapitalismo
como
en la contemporaneidad. Esta lógica implementada de forma pragmática
con el nuevo modelo de producción y la expansión de las empresas
multinacionales, desencadenan planetariamente una creciente
disminución de la fuerza de trabajo humano, sustitución por los
autónomos, la inteligencia artificial, los logaritmos,
convirtiéndose así en una gran compañera de la acumulación
flexible del capital,
mediante las desregulaciones de los derechos de los trabajadores y
disminución de la fuerza sindical.
Más
allá también hay el creciente proceso de desterritorialización de
la producción para los países que tenga poco o hasta mismo ninguna
garantía laboral para los empleados.
Señálese
que para
los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin, la raíz de la crisis
de 1973 estaba ubicada en el poder excesivo y nefasto de los
sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero que había
corroído las bases de acumulación reivindicativa sobre los salarios
y con presión parasitaria para que el Estado aumentara cada vez más
los costos sociales.
Los
miembros de esta Sociedad son los arquitectos ideológicos del
proceso de desarrollo del neocapitalismo,
tal proceso sedimenta las políticas neoliberales. Estas políticas
tienen como premisa la privatización, flexbilización y
desregulación de las leyes laborales, es decir, abajo la
intervención del Estado. La Sociedad de Mont Pèlerin defiende el
libre mercado y los valores políticos de una sociedad abierta,
orientada por un ideario de acumulación
flexible de capital.
Es
oportuno destacar que, al final de la década de 1980, periodo de la
caída del comunismo soviético, algo que se viene a concretizarse en
1991 con el fin de Unión Soviética, el ideario del neocapitalismo
se
convirtió en ortodoxia de las políticas económicas del Estado con
la implementación a todo costo de las políticas neoliberales, por
ejemplo, en Brasil y Argentina.
El
punto central para tal proceso fue a partir de la sedimentación de
la publicación de un documento conocido como el “Consenso de
Washington”. Ese escrito de 1989, redactado por John Williamson
(economista del Banco Mundial), se titula What
Washington Means by Policy Reform.
El principal resultado del proceso de “reforma” de la presencia
del Estado en la vida de los ciudadanos consiste en una brutal
desinversión pública que arrasa con las empresas nacionales y con
los servicios públicos más fundamentales9.
Sumando
fuerza al neocapitalismo
y
la implementación de las políticas económicas neoliberales, en la
década de 1980 tenemos el desarrollo de la globalización económica.
Esa
nueva economía está basada en el desarrollo de las tecnologías de
la información y de la comunicación. Las nuevas y dinámicas
tecnologías proporcionan
la
infraestructura necesaria a la mundialización económica con una
velocidad y complejidad sin precedentes en la historia de la
humanidad.
En
este sentido escribe Manuel Castells:
Pueden
funcionar en tiempo real o en horarios determinados y, además, la
flexibilidad del nuevo sistema tecnológico torna posible esta nueva
economía seleccionar sus componentes en el planeta, en una geometría
de búsqueda de valor infinitivamente variable. Esto implica a dejar
de lado territorios y pueblos económicamente sin valor o
desvalorizados. Así, la economía global es al mismo tiempo,
extraordinariamente inclusiva para lo que es valorizado en las redes
de interacción empresarial y altamente capaz de excluir aquello que
tiene poco o ningún interés en determinado tiempo y lugar. No hay
juicio de valor en las redes electrónicas, sólo cotejar el valor –
medido cada vez más en términos de la expectativa de crecimiento
del capital (CASTELLS, 2004, p. 82)10.
La
globalización económica creó presiones para reducir la red
protectora de ingresos de los trabajadores y de los servicios
sociales, sobre todo de los estados nacionales, especialmente con el
proceso de desterritorialización de la producción, que promueve el
desempleo
estructural11.
Es decir, ha fortalecido el poder político del capital sobre el
trabajo y disminución de la permanencia de una red de protección
más fuerte para los trabajadores.
Entre
los
fenómenos cualitativamente más recientes del neocapitalismo
en relación al capitalismo clásico, están la expansión y las
acciones de las empresas multinacionales (EMN) a partir de las
últimas décadas del siglo XX, comparadas entonces, a una especie de
pulpos con numerosos brazos o extensiones, pero dependiendo de un
mismo centro, geográficamente localizado, donde se elabora la
estrategia de conjunto y de donde parten las impulsiones.
En
ese sentido describe la Central Latinoamericana de Trabajadores
(CLAT):
Hoy
predomina la empresa global, que no tiene más un centro conocido,
sino una red constituida por diferentes elementos complementarios,
diseminados a través del planeta y que se articulan unos con otros
según una pura racionalidad económica, obediente a sólo dos
palabras: rentabilidad y productividad (CLAT, 1993, p. 20)12.
Entonces,
una empresa de Alemania puede instalar sus centros de investigación
en Francia, comprar máquinas en Corea del Sur, establecer sus
fábricas en Brasil, elaborar su campaña de marketing y de
publicidad en USA, vender en China, tener sus sociedades de capital
mixto en Argentina, México, Italia.
Las
EMN buscan la forma de desplazar continuamente sus bases con el
objetivo de aumentar incesantemente la productividad y el lucro
máximo; esta obsesión la conduce a producir donde los costos de
salarios son más bajos y la venta donde los niveles de vida son más
altos.
Esas
empresas hacen importantes inversiones en automatización,
robotización y más reciente en el uso de la inteligencia artificial
(IA) y de los algoritmos, con nuevas organizaciones de trabajo,
provocan desempleos masivos que traumatizan a los trabajadores,
incluso, en países desarrollados, sobre todo porque el capital no
tiene nación y la liquidación de millones de empleos no se compensa
con la creación de nuevos en otros sectores.
Algo
parecido ocurrió en la Segunda Revolución Industrial, los empleos
no fueron creados en la Europa industrial
Un
importante factor práctico que cambió del capitalismo
para el neocapitalismo
es el tiempo de trabajo de los seres humanos. En la línea de
producción del fordismo, el trabajador había la hora de llegar y
salir del trabajo. En el neocapitalismo,
el espacio temporal del trabajo y sus horas libre para el convivio
con la familia, amigos, ocio no hay definición.
Hoy,
la jornada de trabajo con el uso de nuevos aplicativos, nuevas
plataformas tecnológicas este espacio entre el trabajo y sus horas
libres no hay definición, especialmente para los trabajadores que no
tiene una relación de empleo. El trabajo temporal es permanente, un
nuevo tipo de relación laboral según la cual el trabajador debe
estar siempre a disposición. Es decir, el que otrora era
“proletariado” ahora es el “precariado”.
En
este sentido subraya Zygmunt Bauman y Leonias Donskis:
La
gran pregunta, la pregunta de la vida o muerte, es si el “precariado”
puede ser clasificado como “agente histórico”, tal como el
“proletariado” fue (o si esperó que fuera) capaz de actuar
solidariamente y buscar un concepto común de justicia social y una
visión común de “buena sociedad”, una sociedad hospitalera a
todos los sus miembros. Esa pregunta sólo puede ser respondida por
la manera como nosotros, los precarios, actuamos – sólo, en equipo
o todos juntos. Se puede suponer, sin embargo, que, mientras el
“Estado social” buscó dar respuesta a esa pregunta de manera
positiva, la presión concentrada de los actuales gobiernos y órganos
intergubernamentales sobre cortes en los gastos sociales (cortes en
las provisiones para los pobres e indolentes, con aumento para los
ricos y poderosos), intencionalmente o no, se vuelta para convertirse
implausible, se no totalmente imposible, una respuesta positiva
(BAUMAN; DONSKIS, 2014, p. 83)13.
Especialmente,
a partir de la década de 1990, con la implementación de las
políticas económicas neoliberales de flexibilización y
desregulación de las relaciones laborales, más allá de las nuevas
tecnologías, nuevas formas de organizaciones, nuevos modos de
explotación, nuevos tipos de trabajo y nuevos mercados emergen una
nueva manera de acumular capital.
En
este escenario, es importante destacar que, “el proletariado” del
capitalismo,
es ahora, en el neocapitalismo, “el precariado”, caracterizado
por el trabajo eventuales, contratos por tiempo determinado, salaros
bajos, inseguridad, inestabilidad y la sobrecalificación.
Por
ejemplo, en España, en relación a los sobrecualificados, 31% de los
trabajadores de entre 25 y 54 años tiene un nivel de formación por
encima del que exige su empleo, cuando la media europea se sitúa en
el 19%. Irlanda (29%), Chipre (27%), Bélgica (22%), Bulgaria (21%) y
Austria (21%) son los estados que siguen a España en la lista de
capeones de la sobre cualificación. Cabe señalar que los datos que
la oficina de estadística Eurostat difundió corresponde al 2008,
cuando la tasa de desempleo estaba muy por debajo del 22,6% actual
(45% entre los jóvenes), así que es posible que hoy en día haya
aún más personas en esta situación14.
La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundió dos
importantes publicaciones: Perspectivas
Sociales y del Empleo en el Mundo – Tendencias 2018 (OIT,
Ginebra, 2018) y Panorama
Laboral 2017 América Latina y Caribe (OIT,
Lima, 2017). En
esos documentos hay informaciones y análisis muy preciosos.
La
fuerza de trabajo mundial es de la orden de 3,3 billones de personas,
de las cuales más de 190 millones están desempleadas. Aumenta el
contingente de los desalentados, personas que desistieron de procurar
empleos.
La
América Latina y el Caribe concentran una fuerza de trabajo de 300
millones de personas, con 20 millones de desempleados y casi 36% de
los ocupados en empleos vulnerables.
La
OIT estima que 42% de los empleos en el mundo son desprotegidos,
número que crece desde 2012. Hay, por lo tanto, un fenómeno
estructural de aumento de los empleos vulnerables (trabajadores por
cuenta propia, trabajadores asalariados sin registro) en un contexto
de altas tajas de desempleo de larga duración. En los países en
desarrollo, los empleos vulnerables llegan a 76% de las ocupaciones.
Cabe
destacar que los robots y logaritmos cada vez más sustituyen el
trabajo humano y las tecnologías digitales juntamente con la
infraestructura de comunicación global están alterando
significativamente los conceptos tradicionales de trabajo y
remuneración.
Esta
economía abajo de la demanda es insustentable ya que los logaritmos
y los robots no pueden ofrecer esa demanda, ellos pueden proporcionar
mayor eficiencia y mayor producción, sin embargo, no aumentan la
demanda, sólo quien puede proporcionar aumento de la demanda es el
ser humano, especialmente, el trabajador, desde que tenga trabajo y
recibiendo ingresos por su labor.
Sin
embargo, en el actual escenario de la relación laboral, la
tecnología, que era para beneficiar toda la gente, está
proporcionando sólo más concentración de ingresos, para una
cantidad cada vez más ínfima de neocapitalistas, quiebra de las
pequeñas y medias empresas nacionales, desempleo estructural en masa
y el aumento del trabajo precariado sin protección social, como es
el caso de las apps, el que significa decir, que caminamos cada vez
más en el sentido de la disminución de la demanda y aumento de la
producción. Eso es inconsistente y sólo puede llevar la sociedad a
las crisis, depresiones y tensiones sociales.
En
la teoría de la superproducción de Thomas Malthus (1766 – 1834),
el segundo tipo de acumulación de capital, involucra los cambios
tecnológicos en lo que se refiere al aumento de la productividad,
este aumento de productividad a través del uso de la tecnología,
consecuentemente afectaría en la disminución de la fuerza de
trabajo humano, o sea, desempleo, indiscutiblemente habrá
disminución de la demanda. Para Malthus, el problema era que, con el
progreso del capitalismo, había una tendencia para los capitalistas
cada vez más acumular capital. Esta lógica tiende a criar
desequilibrio, en que la demanda agregada es insuficiente para
comprar todas las mercancías producidas15.
Malthus
añadía que tal proceso de acumulación de capital por parte de los
capitalistas,
hoy neocapitalista,
resultaban y continúan a resultar en crisis que se repiten o en
depresiones. En las depresiones, tantos los capitalistas
como los actuales neocapitalistas
encuentran dificultad para encontrar compradores para los sus
productos, la capacidad de producción queda ociosa, el desempleo es
mucho peor del que el habitual y el aumento de la pobreza y del
sufrimiento social son los resultados inevitables.
Está
lógica malthesiana, que tiene más de 200 años, está presente en
los días actuales como nunca tuvo, con el desarrollo de los robots,
de la inteligencia artificial y de los logaritmos en el proceso
productivo y en las prestaciones de servicios. Es decir, la
tecnología que debería ser desarrollada para mejorar la vida de la
humanidad está siendo usado por el poder del capital para atrapar
los seres humanos, en verdad, es eso que estamos presenciando en el
actual escenario, una disminución significativa de la mano de obra
humana, consecuentemente, una reducción del consumo, el que genera
más desempleo y precariedad laboral.
El
sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda
Social de la Universidad Católica Argentina, señaló que, desde
2011, el desempleo y la precariedad laboral vienen creciendo y que
afectan a casi el 50% del total de los trabajadores.
En
2018 las patronales argentinas eliminaron 191.000 puestos de trabajo;
en la industria se perdieron 62.000 y el 2019 avanza en esa misma
tendencia. También el salario fue variable del ajuste: el poder
adquisitivo de los trabajadores, jubilados y pensionados se desplomó
en este periodo.
En
este escenario, la labor que aparecen para los trabajadores,
especialmente para aquellos del desempleo
estructural
y para los jóvenes, son los de precariedad laboral. La precariedad
laboral pasó a ser una característica del mercado laboral
argentino, estos nuevos trabajos, casi siempre están asociados a las
empresas multinacionales que usan las tecnologías de plataformas,
por ejemplo: Uber, Glovo, Rappi, las cuales son basadas por las
nuevas tecnologías y por relaciones laborales ultraflexibilizadas.
Las
plataformas comerciales son modelos de negocios que utiliza la
tecnología con el intento de conectar personas y promover
interacciones. En el lenguaje comercial, las plataformas visan
optimizar al máximo el encuentro de la demanda con la oferta.
Hay
expresivas diferencias entre las relaciones laborales de los
trabajadores de esas plataformas neocapitalista
postindustrial y de los trabajadores del capitalismo industrial,
como, por ejemplo:
a)
la relación de trabajo de las plataformas del neocapitalismo
postindustrial, en que sus algoritmos están programados en expandir
sus negocios, no es temporal, como se observa en las actividades
laborales del capitalismo
industrial. Los trabajos desarrollados por esas plataformas tienen
como característica la permanente constante, el trabajador necesita
está disponible para atender las demandas de la empresa
prácticamente 24 horas;
b)
ellas, especialmente as apps,16
por ejemplo, las que conecta a jóvenes de bicicleta o moto con
persona que hacen pedidos a domicilio, no garantizan un pago fijo al
trabajador y ni le permite hacer un cálculo mensual de ingresos, los
trabajadores del capitalismo
industrial eran asalariados;
c)
Los trabajadores de esas empresas son llamados de “colaboradores”
y obligados a inscribirse como monotributistas y facturar y no de
empleados. No hay una subordinación concreta, ya que laboran se
quiera laborar.
Este
proceso es una maniobra usada por la lógica neocapitalista
postindustrial de no-subordinación laboral. La subordinación es el
elemento principal de todo contrato de trabajo, siendo este el que
define su naturaleza.
La
subordinación es la facultad que tiene el empleador de dar órdenes
e instrucciones al trabajador, y la facultad de imponer sanciones
disciplinarias al trabajador que las incumple.
Esa
facultad es tal que incluso el trabajador puede ser despedido cuando
no se somete a la subordinación del empleador, esto es, no obedece
sus órdenes o instrucciones.
Señálese
que los trabajadores de esas plataformas son llamados de
“colaboradores”, que es la lógica del neocapitalismo
postindustrial, y no empleados, la lógica del capitalismo
industrial,
entonces, esos “colaboradores” no son despedidos, ellos pueden
ser desvinculados, teóricamente no son subordinados de la empresa
que laboran, ya que son “colaboradores”.
Sin
embargo, las empresas de las plataformas apps imponen sanciones a los
“colaboradores”, por ejemplo, se el “colaborador” espaciar
los pedidos, luego los algoritmos van enviarlo para locales más
distantes y ofrecerle el mismo dinero. Incluso, puede dejarlo un
tiempo sin oferta o, peor aún, desvincular de las funciones como
colaborador. Es decir, la autoridad del algoritmo es calculada a
partir del espacio de tempo, mapas y datos en la explotación de los
“colaboradores”. La empresa, al recibir reclamo de un cliente, el
logaritmo instantáneamente identifica el “colaborador” e
inmediatamente tendrá un castigo.
De
acuerdo con Joaquín Nieto, director de la oficina en España de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), las plataformas
digitales no se limitan a poner en contacto a demandantes y
prestadores de servicios, sino que tratan de explotar a esos
trabajadores no reconociendo sus derechos laborales.
Según
Nieto, las plataformas están introduciendo distorsiones tratando de
eludir la responsabilidad fiscal y laboral, tratando a sus
trabajadores como “los jornaleros del siglo XXI”.
"La
OIT dice que el trabajo no es una mercancía, lo realizan personas
que son sujetos de derecho". Entonces, adelante del poder del
neocapitalismo
globalizado postindustrial, hay la necesidad por implantar una
"Garantía Laboral Universal".
La
OIT defiende esta garantía, que sería independiente del país,
empresa o sector de trabajo recogería unos derechos fundamentales
mínimos, como un salario mínimo y unas condiciones de salud y
seguridad.
La
Garantía Laboral Universal es fundamental, ante el poder ideológico,
político y económico de las estructural del neocapitalismo, como,
por ejemplo, la reestructuración de la producción y especialmente
la creciente expansión y concentración de las empresas
multinacionales, que cada vez implementan el proceso de
desterritorialización de la producción, que genera el desempleo
estructural. Más allá esas empresas implementan muchas sumas de
dinero en desarrollo de alta tecnología, en verdad, en la
sustitución del trabajo humano por robots, inteligencia artificial y
en los mecanismos de autoridad de los algoritmos que determina las
relaciones laborales contemporáneas.
Estos
son grandes desafíos que presentan para los seres humanos en siglo
XXI, la necesidad de cambiar la lógica neocapitalista,
en que los nuevos requisitos de las tecnologías-económicas, por
ejemplo, la autoridad del algoritmo en el mundo del trabajo, sirva
para beneficiar los trabajadores y no para desencadenar precariedad
laboral. Esta lógica está sólo generando crisis, depresiones y
tensiones sociales planetarias.
Estás
reflexiones concatenan con una importante reflexión del profesor y
sociólogo Roberto Castel17:
“ El
trabajo es más que el trabajo y, sin embargo, el no-trabajo es más
del que el desempleo, el que no es decir poco. También la
característica más perturbadora de la situación actual es, sin
duda, el resurgimiento de un perfil de “trabajadores sin trabajo”
que Hanna Arendt evocaba, los cuales, literalmente, ocupan en la
sociedad un lugar de supranumerarios, de “inútiles para el mundo”.
Nilton
Cunha
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1
CUNHA, Nilton Pereira da. El Neocapitalismo. Disponible
en: www.aal.org.ar/articulo_revista/el-neocapitalismo-2/.
Acceso en: 22/abr/1019.
2
La expresión posmoderna es vista como una transición que mescla la
tradición de un pasado que tiene siglos y el extremamente
contemporáneo da generación digital. Esa es una transición
socio-económico-histórica particular; tal expresión no genera
unanimidades, su uso no solamente es contestado como también está
asociado a la diversas realidades o concepciones divergentes.
Otras
expresiones fueron cuñadas refiriéndose al nuevo status
quo,
con sus diversas proyecciones sobre la vida humana, como, por
ejemplo: “modernidad refleja”
(Ulrich Beck), “capitalismo tardío” (Ernest Mendel y Fredric
Jameson), Modernida Líquida (Zygmunt Bauman). Sin embargo, la
expresión “posmoderna” parece tener gaño mayor espacio en el
vocabulario del mundo académico contemporáneo y, en recurrencia de
eso, tener entrado definitivamente para la lenguaje corriente de un
mundo que está en constante transformación (CUNHA, Nilton Pereira
da. Educação, Família
e Geração Digital: desafios e perspectivas da pós-modernidade.
Recife, 2017, p. 137.
3
BURNS, Edward McNall. História da civilização ocidental: do homem
da caverna até a bomba atômica. Porto Alegre: Globo, 1977.
4
Ocupação é a prática de esforços livremente produzidos pelo
indivíduo em busca de sua necessidade prática, imediata. Trabalho
é a prática de um esforço subordinada às necessidades objetivas
inerentes ao processo de produção em si, caracterizado pelo
capitalismo e pela Revolução Industrial (RAMOS, Alberto Guerreiro.
A nova ciência das organizações: uma reconceituação da Riqueza
das Nações. Rio de Janeiro: Fundação Getúlio Vargas, 1981, p.
30.
5
FOUCAULT, Michel. Las verdades y las formas jurídicas. Barcelo,
España: Gedisa, 1978.
6
ZAFFARONI, Eugenio Raul. La globalización y las actuales
orientaciones de la política criminal. In.: BERCHOLC, Jorge O.
(Director). El Estado y la globalización. Buenos Aires: Ediar,
2008.
7
LEVAGGI, Abelardo. História del Derecho Argentino del Trabajo
(1800-2000). In.: Revista Eletrónica, Nº 3 – Setiembre de 2006,
Buenos Aires, Argentina. Disponible en:
www.slavador.edu.ar/juri/reih/index.htm.
Acceso
en: 20/jun/2017.
8
OHNO, Taiichi. O Sistema Toyota de Produção: além da produção
em larga escala. Porto
Alegre: Bookman, 1997.
9
BIAGINI, Hugo; PEYCHAUX, Diego Fernández. El neuroliberalismo y la
ética, cit., 2014.
10
CASTELLS, Manuel. Tecnologia da informação e capitalismo global.
Et al.: GIDDENS, Anthony; HUTTON, Will (Orgs.). No limite da
racionalidade: convivendo com o capitalismo global. Rio
de Janeiro: Record, 2004, p. 82.
11
El desempleo estructural es el efecto de la desterritorialización
de la producción, es decir, los empleados que tenían un empleo
formal, serán los futuros trabajadores de los trabajos de
precariedad. Como también es el efecto de los empleados que son
sustituidos por el uso de los avances de la tecnología en los
medios de producción y servicios.
12
CENTRAL LATINOAMERICANA DE LOS TRABAJADORES. Neoliberalismo y
movimiento de los trabajadores. São
Paulo; FLATES, 1993, p.20.
13
BAUMAN, Zygmunt; DONSKIS, Leonidas. Cegueira moral: a perda da
sensibilidade na modernidade líquida. Rio
de Janeiro: Zahar, 2014, p. 83.
14
GUTIÉRREZ, Maite. España es el país con más trabajadores sobre
calificados de Europa. Disponible en:
https://www.lavaguardia.com/vida/2011209/54240849643/espana-pais-mas-trabajdores-sobrecualificados-europa.html.
Acceso en: 20/abr/2019.
15
KUNT, E. K.; LAUTZENHEISER, Mark. História do pensamento econômico:
uma perspectiva crítica. Rio
de Janeiro: Elsevier, 2013, p. 133-134.
16
Las aplicaciones (o apps) móviles con geolocalización, son
aquellas en que el trabajador se asigna a individuos situados en
zonas geográficas específicas.
17
CASTEL, Robert. As metamorfoses da questão social: uma crônica do
salário. Petrópolis, RJ: Vozes, 1999.