POR
UN ENTORNO SEGURO Y SALUDABLE,
por
Raúl Navas
Las
campañas públicas, por parte de los poderes, sobre prevención de
riesgos laborales brillan por su ausencia y ocupan un espacio escaso
o nulo en la prensa, televisión y agenda política. La seguridad y
salud en el trabajo continúa siendo un problema ignorado, pese a que
los accidentes laborales han aumentado en el año 2018.
Según
datos publicados por el Ministerio de Trabajo, en 2018 aumentaron los
accidentes con baja, los graves, in
itinere,
en jornada de trabajo, así como en numerosos sectores (construcción,
industria manufacturera, transporte y almacenamiento, suministro de
energía eléctrica, industrias extractivas, hostelería, etc.). El
año pasado se registraron 602.316 accidentes con baja, lo que supone
un aumento del 3,2%. Se produjeron 3.917 accidentes graves, lo que
supone 121 más que en 2017. En 2018 se produjeron 652 accidentes
laborales mortales, 34 mas que en 2017. Hablamos de muertes, de una
lacra dramática y silenciosa. Es un grave problema mundial. El
pasado mes de diciembre murieron 13 mineros en un accidente laboral
en Republica Checa. El 25 de enero en una mina de la empresa Vale SA
(privatizada en 1997), tuvo lugar lo que el director adjunto de la
OIT, Vinicius Pinheiro considera que puede ser el mayor accidente
laboral de la historia de Brasil, con más de 200 muertos.
La
accidentabilidad crece, con todo el drama humano para las victimas y
familiares. Aun así, el interés y la reflexión mediática es
escasa, lo que refleja la escasa conciencia existente sobre la
seguridad y salud en el trabajo. El problema de la siniestralidad
laboral, se relaciona y añade con el de las enfermedades
profesionales, que rara vez se reconocen como tal; los factores
psicosociales desfavorables en numerosos trabajos, los abusos de las
mutuas, sobreesfuerzos, estrés, accidentes laborales no reconocidos,
trastornos muscoesqueléticos a causa del trabajo, acoso laboral y
moobing, burnout etc.
Riesgos
psicosociales y condiciones de trabajo:
El
Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, define los
factores de riesgo psicosocial como “aquellas condiciones presentes
en una situación laboral directamente relacionadas con la
organización del trabajo y su entorno social, con el contenido de
trabajo y la realización de la tarea y que se presentan con
capacidad para afectar el desarrollo del trabajo y la salud (física,
psíquica o social) del trabajador. Así, unas condiciones
psicosociales adversas están en el origen tanto de determinadas
conductas y actitudes inadecuadas en el desarrollo del trabajo como
de determinadas consecuencias perjudiciales para la salud y para el
bienestar del trabajador”.
Trabajar
bajo factores psicosociales desfavorables (intensos ritmos de
trabajo, tareas y objetivos irrealizables, presión, sobrecarga de
trabajo, amenazas de las jefaturas, ordenes contradictorias, etc.)
pueden tener efectos negativos en la salud y producir daños en la
salud mental y física de los trabajadores y trabajadoras, e incluso
aumenta la probabilidad de que se produzcan accidentes laborales.
Trabajar diariamente en un entorno laboral de este tipo puede
ocasionar estrés postraumático y crónico, depresión, burnout,
baja autoestima, tristeza, tensión, ansiedad, sentimientos de culpa,
fatiga crónica, insomnio, dolores de cabeza, hipertensión arterial,
desajustes en los ritmos biológicos, problemas cardiacos,
cerebrovasculares, gastrointestinales, etc. También puede ocasionar
e incentivar conductas como la agresividad y otras que afectan
negativamente a la salud, como aumentar el consumo de tabaco,
alcohol, drogas, ludopatía, etc. A su vez, trabajar bajo factores
psicosociales desfavorables puede afectar a la vida personal en forma
de problemas familiares, infelicidad, separaciones, incomprensión,
etc.
Según
el Eurobarometro nº 398 de abril de 2014, los trabajadores y
trabajadoras europeas consideran que el estrés es uno de los
principales riesgos profesionales (53%, en España el 44%) 1/.
La prevalencia del estrés relacionado con el trabajo es alarmante
según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo;
una encuesta que se realizó en mayo de 2013, reveló que el 51% de
las y los trabajadores consideran que el estrés relacionado con el
trabajo es frecuente en sus lugares de trabajo, y cuatro de cada 10
personas trabajadoras creen que el estrés no se aborda de forma
correcta en las empresas en las que trabajan. Organismos como la OIT
y la OMS han señalado el estrés como la epidemia del Siglo XXI. La
relación entre estrés, elevada carga de trabajo y accidente laboral
ha sido demostrada en algunas sentencias judiciales que han
reconocido ictus o infartos como accidente laboral. Hablamos de un
problema muy serio. En 2002, el Instituto Finlandés de Salud Laboral
y la Universidad de Helsinki publicaron un estudio en el que
señalaban que el estrés laboral duplicaba la mortalidad
cardiaca 2/.
Las Universidades de Harvard y Stanford han publicado estudios
indicando que en EE UU anualmente mueren 120.000 personas a causa del
estrés laboral.
La
ley de Prevención de Riesgos Laborales obliga a identificar,
evaluar, corregir y prevenir los riesgos para la salud de las y los
trabajadores. A través de las evaluaciones de riesgos, se pueden
reducir las probabilidades de que se produzcan accidentes y
enfermedades de origen laboral. Pero las empresas se niegan a
evaluar, identificar y prevenir los riesgos psicosociales, como el
estrés. De hecho en numerosos casos, se promueve una organización
del trabajo con empleos precarios y con ritmos de trabajo intensos.
No es un problema nuevo; de hecho, es muy viejo. Uno de tantos a los
que se ha enfrentado históricamente la clase trabajadora. Lo podemos
comprobar con ejemplos relacionados con el cine.
Charles
Chaplin dirigió la brillante película Tiempos
Modernos,
estrenada en 1936. El mismo Chaplin fue el actor protagonista,
representando a un obrero de una fabrica metalúrgica, que aprieta
tuercas sin un segundo de descanso, en una cadena de montaje bajo
ritmos de trabajo extenuantes. El trabajo a destajo es inhumano, hay
cámaras y jefes por toda la fábrica dando órdenes agresivas para
trabajar más rápido. Los jefes, para tratar de aumentar la
productividad, prueban la Alimentadora Bellows, cuyos vendedores
dicen: “Alimentadora que sirve la comida a los obreros mientras
trabajan. No hagan pausas. Adelántese a la competencia. Esta
alimentadora evita las pausas, incrementa la producción y reduce los
gastos”.
Podemos
poner otro ejemplo: Surcos,
película estrenada en 1951, sobre una familia de origen rural que se
traslada a Madrid en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.
El padre de familia comienza a trabajar en una fábrica, pero el
primer día no soporta unos ritmos de trabajo inhumanos y tras una
sucesión de imágenes notablemente impactantes, acaba desmayándose.
Hablamos de películas que abordan dramas y fenómenos que de un modo
u otro continúan produciéndose en la actualidad. Problemáticas que
se repiten y sufren trabajadores de Amazon, Glovo, sector del
Telemarketing, Hostelería, freseras de Huelva, etc.
Podemos
incidir en las denominadas Kellys, trabajadoras limpiadoras de hotel,
camareras de piso, que se han organizado para denunciar las pésimas
condiciones en las que trabajan y los efectos negativos en su salud.
Hoy, 83 años después del estreno de Tiempos
Modernos,
nos encontramos con abusos empresariales, explotación y trabajos
precarios en los que no importan ni las condiciones en las que se
trabaja, ni la seguridad y salud del trabajador o la trabajadora. En
la actualidad podemos encontrar alguna rara excepción en el mundo
cinematográfico, como la película de David Cánovas, La
punta del iceberg,
estrenada en 2016, protagonizada por Maribel Verdú, en donde se
abordan suicidios a causa del estrés laboral. Un argumento parecido
lo encontramos en Corporate,
película francesa estrenada también en 2016, dirigida por Nicolas
Silhol.
Mobbing,
acoso laboral y suicidios
Cuestiones
como el acoso y los factores psicosociales desfavorables en el
trabajo, son problemas aun más ignorados que otros relacionados con
la seguridad y salud en el trabajo, que ya es decir. Que este drama
sea silenciado, no significa que no exista. En el año 2003, Iñaki
Piñuel, experto en acoso laboral, escribió el libro Mobbing.
Manual de autoayuda. Claves para reconocer y superar el acoso
psicológico en el trabajo.
El autor señalaba que el 15% de la población activa sufría acoso
laboral (2,3 millones), que el 5% de ellos pensaban suicidarse cada
día, y que uno de cada cinco suicidios se debían al acoso laboral.
Estudios posteriores del mismo autor indicaban que entre un 10 y un
15% de los suicidios que ocurren en España tienen su origen en el
acoso en el trabajo, y que el 74% de los casos lo ejercen las
jefaturas 3/.
Los
suicidios por causas laborales ocurren en todo el mundo y en
distintas profesiones o edades. Han aparecido noticias sobre
suicidios y adicciones a drogas en el sector financiero, como el
artículo del columnista del New
York Times,
Andrew Ross Sorkin, titulado “Reflexiones sobre el estrés y las
largas horas de trabajo en Wall Street”. Este tipo de noticias
señalan que hay empleados tomando drogas para poder aguantar los
ritmos de trabajo, así como de un becario que murió tras estar 72
horas trabajando y sin dormir, suicidios a causa del estrés laboral,
etc. En 2015 un ex trabajador de Fox News se suicidó delante de una
de las sedes de la empresa tras repartir octavillas en las que
criticaba a la compañía y jefes. Previamente había denunciado
por Twitter y YouTube que
sufría acoso laboral.
Los
ejemplos abundan y por su gravedad destaca la oleada de suicidios de
trabajadores de France Telecom (hoy Orange), una de tantas empresas
que fue privatizada, con la consiguiente reconversión empresarial
que supuso 22.000 despidos. Diversas fuentes señalan que su
presidente en 2006 dijo que haría despidos “de una forma u otra,
por la ventana o por la puerta” 4/;
58 trabajadores se quitaron la vida en tres años, algunos en el
mismo centro de trabajo tras explicar en cartas de despedida los
abusos empresariales que sufrían. Un trabajador se clavó un
cuchillo en una reunión, otro se quemó a lo bonzo en el parking de
la empresa. Un empleado se tiró con el coche al vacío, tras dejar
en una carta en la que denunciaba que le hacían la vida imposible.
Otros se tiraron por ventanas de las oficinas. Las victimas han
contado que sufrían sobrecarga de trabajo, movilidad forzosa,
empeoramientos de horarios y salarios, presiones constantes para
aumentar la productividad o para abandonar la
empresa voluntariamente,
y todo tipo de abusos empresariales. La Inspección del Trabajo
francesa tras su investigación manifestó que la empresa
utilizaba métodos
brutales contra
los trabajadores y trabajadoras, con todo tipo de humillaciones y
técnicas de acoso laboral. A parte de los suicidios, hubo casos de
intentos fallidos, se multiplicaron casos de estrés, depresión,
desesperación y ansiedad. La fiscalía francesa solicitó en 2016
procesar a directivos de la empresa, y continúa abierto un proceso
judicial.
La
demostración del vínculo que existe entre problemas laborales y
suicidio ha sido ratificada en sentencias judiciales, reconociéndose
como accidente laboral. La sentencia del Tribunal Supremo nº 8112 de
2009 establecía como probado que “el trabajador sufría continuas
vejaciones, humillaciones y degradaciones en el trabajo, calificando
de acoso moral la presión a que fue sometido el trabajador por parte
de la empresa en que prestaba servicios, e inferir, por la
contundencia de los datos fácticos y de la falta de prueba en
contrario por parte de la Mutua y de la Empresa, que el suicidio del
trabajador se produjo como consecuencia de dicho acoso”
El
Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ratificó otro caso en
2014. El mismo Tribunal también considero accidente laboral el
suicidio de un trabajador de la Caja de Ahorros del Mediterráneo,
cuatro días después de que le abrieran un expediente disciplinario.
El pasado mes de enero el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía
ratificó una sentencia anterior en primera instancia que consideraba
como accidente laboral el suicidio de un trabajador del sector de la
banca.
Pese
a que hablamos de un problema muy grave, continúa siendo ignorado.
Los riesgos psicosociales siguen sin evaluarse, eliminarse y
prevenirse en las empresas. La depresión, ansiedad y el acoso
laboral continúan siendo excluidas de la lista oficial de
enfermedades profesionales, pese a que son problemas crecientes. Este
drama no cuenta con ningún interés por parte de los poderes
públicos. Hay campañas para prevenir accidentes de tráfico o
el bullying,
lo cual es innegablemente positivo, y en lo que se debería mejorar y
profundizar. Pero por el contrario no existen campañas oficiales
contra el acoso laboral, de tolerancia 0 con el moobing, el estrés
en el trabajo, etc. Para la ideología oficial de la clase dominante
eso seria atentar contra el libre mercado, la libertad empresarial, y
abrir una caja de Pandora con efectos imprevisibles en múltiples
campos, entre ellos el de las ganancias empresariales.
La
patronal prefiere seguir instalada en una organización del trabajo
basada en la precariedad, el látigo y predominio indiscutible de la
productividad sobre la prevención y salud laboral. El movimiento
obrero lleva luchando mucho tiempo contra esta situación. Merece la
pena recordar la lucha social y sindical contra el grupo suizo
Eternit en Italia, un gigante del amianto, que negaba la nocividad
del mismo y que enviaba a los activistas sindicales a los talleres
más contaminantes. Una histórica sentencia condenó a la empresa
entre otras cuestiones por omisión en medidas de seguridad y
negligencia intencionada contra la salud, causando más 2.200
muertos, la mayoría obreros de Eternit.
Hacen
falta cambiar leyes y fomentar campañas de información y
sensibilización. Incluso sería positivo educar sobre prevención de
riesgos laborales desde los colegios e institutos. De hecho, La Ley
de Prevención de Riesgos Laborales en exposición de motivos señala
el propósito de “fomentar una autentica cultura preventiva por
medio de la promoción de la mejora de la educación en esta materia
en todos los niveles educativos”. Incluso en su artículo 5.2 se
establece que: “Las Administraciones públicas promoverán la
mejora de la educación en materia preventiva en los diferentes
niveles de enseñanza”. Pero las intenciones y prioridades
educativas de gobiernos y patronal son otras. Podemos poner ejemplos
muy llamativos: por un lado, el Banco de España y la CNMV han pedido
que se imparta educación financiera en colegios e institutos; por
otro, la CEOE ha planteado que desde la guardería a la universidad,
se incluya una asignatura orientada a crear futuros empresarios.
Pero
aparte de cambios de leyes más favorables para el mundo del trabajo
y campañas de sensibilización, lo más urgente es potenciar
secciones sindicales fuertes que puedan combatir con éxito los
abusos empresariales y ganar conflictos a la patronal. La misma
respuesta la encontramos en artículos que recomiendan combatir el
estrés laboral con técnicas de relajación. Hace falta un
sindicalismo de clase y combativo, que se tome en serio y como una
prioridad todas las cuestiones relacionadas con la seguridad y salud
de los trabajadores y las trabajadoras y la prevención de riesgos
laborales. Tenemos que luchar por empleos dignos, de calidad, con
derechos, seguros, estables, y socialmente útiles, libres de estrés,
ansiedad y acoso laboral.
21/03/2019
Raúl
Navas,
delegado sindical de CGT y de prevención de riesgos laborales
1/ http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/PUBLICACIONES%20PERIODICAS/Rev_INSHT/2014/79/SST79.pdf
2/ https://elpais.com/diario/2002/10/22/salud/1035237603_850215.html
3/ https://www.elconfidencial.com/sociedad/2007-11-27/el-mobbing-origina-entre-un-10-y-un-15-de-los-suicidios-segun-un-experto_367052/
4/ https://elpais.com/internacional/2016/07/07/actualidad/1467878337_291430.html