FUERZA MAYOR GLOBAL: UNA
POSIBILIDAD JURÍDICA Y ECONÓMICA PARA LA ARGENTINA por Ariel Duarte

Poco
a poco tomamos conciencia que la Historia puede escribir un nuevo
capítulo de sus épocas.
Todas
las disciplinas, trabajos y saberes concurren hoy en preguntas sobre
el futuro, planteos filosóficos, el por qué de las cosas, todo con
la esperanza y persistencia de corroborar si efectivamente las crisis
pueden significar oportunidades.
El
qué hacer jurídico reflexiona sobre un lenguaje que rige nuestra
vida en comunidad: un cauteloso amontonamiento de reglas que, en una
simbiosis entre quienes escribieron las leyes y quienes las hacen
regir, nos confirma una vez más que la Historia la escriben los que
ganan.
Como
oportunidad es lo que buscamos, tratamos de no detenernos en este
escepticismo que tanto paraliza voluntades de transformación.
La
pregunta que queremos hacer es la misma que el arte de Puerto Rico
nos advierte: ¿queremos volver a la normalidad o estamos ante la
oportunidad de hacer algo nuevo?
Los
recovecos legales de una realidad social injusta son el perfecto
motín que desde el Derecho podemos construir en esta Pandemia.
Con
esto no se quiere decir que el Derecho es lo protagónico, en estos
tiempos lo único que vale es cuán organizada está una comunidad
para sobrevivir a lo que viene, si disponemos y estamos preparados
para garantizar nuestro abastecimiento de bienes y servicios
suficientes para garantizar una digna calidad de vida, cuestión que
desde hace décadas viene siendo una deuda de la democracia.
En
esta carrera, nuestra disciplina es uno de los tantos jinetes desde
los cuales debemos buscar la mejor montura para cabalgar la evolución
hacia lo que viene.
El
presente trabajo intentará abordar una causal de revisión de
contratos e incumplimiento de obligaciones, la Fuerza mayor, que
emerge en esta coyuntura con un carácter global y sanitario, como
punto de partida para poder comenzar a discutir y redefinir ciertos
parámetros extranjeros utilitarios y financistas a los que nuestro
ordenamiento jurídico se ha sometido durante décadas, subsumiendo a
nuestra comunidad a una decadencia sin precedentes.
La
exclusión: una pandemia de siempre amenaza con perpetuarse
La
Organización Mundial de la Salud y la Organización de Naciones
Unidas fueron contundentes: desde el comienzo del año hasta el 28 de
mayo de 2020 en el mundo fallecieron 362
mil personas
por Covid19,
y en el mismo periodo 4,5
millones murieron por hambre (1),
12 veces más, en un mundo que produce tres veces lo que necesita
para que la población se alimente.
Por
otra parte, la ONU ya había advertido en un informe en 2019 que 113
millones de personas morirían de hambre el año pasado por falta de
alimentos, mientras que 143 millones de personas sufrían una
desnutrición severa que estaba a un paso de ese destino (2).
En
el mundo, la desnutrición aguda alcanza a más de 820 millones de
personas, mientras que en América Latina a 4,2 millones (3). Esta
vieja pandemia no se condice con un mundo con un nivel tecnológico y
científico capaz de clonar seres vivos, satélites que pueden montar
la conexión de una red digital de velocidad de 10 gigas por segundo
(5G), y misiles capaces de eliminar la vida humana en cuestión de
segundos. Hay algo que no cierra…
Ahora
bien, frente a la nueva pandemia del Covid19, los gobiernos del mundo
decidieron comenzar una nueva política de Estado que ya algunos
tecnócratas piensan en su efectividad para atender la cuestión
ambiental (4): el aislamiento preventivo y obligatorio.
El
problema es que frente a la desnutrición no existe aislamiento que
valga, todo lo contrario, la crisis económica desatada llevó a que
la ONU y UNICEF estimaran que en América Latina la inseguridad
alimentaria pasará a 14 millones de personas, 4 veces más que el
año anterior. En el caso de Argentina, estimaron que entre niños,
niñas y adolescentes habrá 756 mil nuevos pobres, alcanzando los
7,7 millones, mientras que de ellos los indigentes, es decir, los que
no alcanzan a alimentarse, pasaran de 1,8 a 2,1 millones, 300 mil
personas más (5).
Hablamos
de personas menores de 18 años que heredaron una situación social
sobre la cual no tuvieron ninguna posibilidad de decisión. Ni que
hablar de la situación social que se vive en los 4.228 barrios en
situación de emergencia, con falta de cloacas y agua corriente,
donde viven 4 millones de argentinos y argentinas.
La
conclusión es evidente: estamos ante la consolidación de una
pandemia que ya se arrastra desde hace años, y hoy comienza a
estructurar un modelo de exclusión que descarta a casi la mitad de
la población en la satisfacción de las necesidades básicas, y a 1
de cada 9 personas en el planeta, sin contar el Covid19, las condena
a una muerte inmediata por falta de comida.
Algunos
relativizan la miseria en cuanto a su problema endémico e histórico.
Lo que no observan es que el grado de desarrollo humano desde la
infancia tiene consecuencias irreversibles en la persona y en la
sociedad en la que se inserta. Toda su integridad se ve dañada,
desde lo humano, lo espiritual, lo cultural, su salud, la esfera de
sus sentimientos y emociones, la posibilidad de ser libre en la
construcción de un proyecto de vida digno.
La
injusticia social y el hambre son la incubadora perfecta de la
incultura del sálvese quien pueda, del crimen organizado, el odio,
el resentimiento y la violencia. Nos obliga a ser sobrevivientes que
desconfían del que está al lado, de mirar a un costado frente al
problema del otro porque nuestro tiempo está puesto en salvar el día
a día, nunca poder constituirnos como fuerza humana artífice de un
destino común.
La
solidaridad ya no es sólo un espíritu de vida, sino también una
actividad necesaria e insustituible para poder sobrevivir al dolor de
la exclusión y el abandono. Los rostros de quienes deben aguantar el
hambre, así como las filas en comedores populares que no dan abasto,
son la cara de una violencia humana que se cultiva cada jornada en
los hogares argentinos.
La
violencia se construye cuando, en una sociedad que pasa hambre, la
única imagen posible es la exitosa, “la publicación”: medios de
comunicación que muestran la felicidad del que consume
excesivamente, mientras muchísimos ni siquiera pueden ir al cine, a
un restaurante o al teatro, siquiera en San Valentín o un
aniversario, ni que hablar de vacaciones o mínimos mimos que todo
ser humano merece en la vida.
La
desnutrición es un problema que precisamente no se atiende porque no
le toca sufrirla a los que pueden resolverlo: pocos son los que
tienen poder de decisión y que al mismo tiempo conocen el dolor de
huesos por pasar frío, o bien los dolores de panza y cabeza de una
persona mal nutrida.
En
definitiva, preguntémonos qué haríamos si no pudiéramos darle de
comer a nuestros hijos, si la plata realmente no alcanzara y afuera
de nuestra casa no encontramos trabajo por nuestra edad o condición
social. ¿Qué haríamos si la limosna incluso no fuese suficiente a
causa de la excesiva cantidad de mendigos que pueblan los
conglomerados urbanos? ¿Qué haríamos si no sólo se meten con
nuestro orgullo y nuestra dignidad, sino también con la de toda
nuestra familia?
Las
políticas de Estado necesarias a implementar son conocidas por
quienes toman las decisiones. Por eso el hambre siempre es un crimen,
porque es evitable.
Las
Naciones Unidas estiman que con 10 mil millones de dólares anuales
puede resolverse la alimentación de los desnutridos del mundo (6),
cifra que embronca a los corazones cuando vemos que representa sólo
el 0,56% de la fortuna de los 62 multimillonarios más ricos del
mundo.
Una
desigualdad inhumana se construyó al calor de las reglas financieras
globales
Vale
la pena ilustrar tal desigualdad con un recorte de Ámbito Financiero
de 2016:
“La
ONG británica Oxfam publicó un informe según el cual, en las manos
del 1% de los habitantes del planeta se concentra el mismo monto de
riqueza que se reparte en el restante 99%. De esta manera, sólo 62
multimillonarios acaparan un patrimonio equivalente al de cientos de
millones de personas. Tan sólo en los cinco últimos años, el
patrimonio de los 62 más ricos, entre ellos 53 hombres, aumentó en
un 44% a USD 1,76 billón. Al mismo tiempo, el patrimonio conjunto de
la mitad más pobre de la población se redujo en alrededor de USD 1
billón (…) Unos 7,6 billones de dólares de patrimonios de
personas están en paraísos fiscales fuera de los países de origen
y si pagaran impuestos a la renta se generarían USD 190.000 millones
más para los gobiernos cada año, estimó Gabriel Zucman, profesor
asistente de la Universidad de California, Berkeley... En Estados
Unidos, corazón del imperio global, 20 de los multimillonarios más
acaudalados –entre los cuales filántropos del calibre de Bill
Gates, Warren Buffett, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Michael Bloomberg
o los hermanos Koch- se reparten el equivalente de todos los bienes y
dineros poseídos por el 50% de sus compatriotas, 152 millones de
almas, según un estudio del Institute for Policy Studies.” (7)
Nótese
que a los multimillonarios que construyeron la riqueza financiera
irreal, que fue el fundamento económico del empobrecimiento de las
comunidades nacionales de Medio Oriente, África, Asia y América
Latina. A dichos magnates, paradójicamente, se los denomina
filántropos, ya que donan una ínfima parte de sus fortunas por
medio de sus propias ONG y fundaciones que les permiten deducir
impuestos en sus países de origen, así como inmiscuirse con carta
blanca en la política interna del resto de las naciones del mundo.
Siguiendo
con los estudios de Davos, la congregación anual de los 2000
financistas y tecnócratas más grandes del mundo (ex Comisión
Trilateral), la investigación de Oxfam en enero de 2020 calculó que
“si
alguien hubiese ahorrado 10.000 dólares diarios desde la
construcción de las pirámides egipcias, hoy seguiría siendo un 80%
menos rico que los cinco multimillonarios más ricos del mundo”
(8).
En
el mundo existe una desigualdad muy grande y una acumulación de
dinero humanamente irreal, se trata de miles de millones de dólares
creados mediante la financiarización de la economía, que ya no
coloca el ahorro en función de la inversión productiva, sino en
instrumentos financieros especulativos. El dinero financiero pasó de
ser el 2% en 1966 de toda la riqueza relacionada a bienes y servicios
de la economía real, a ser 10 veces su valor en la actualidad –el
1000%- (ver Ugarteche y Martínez-Ávila, 2013; y Prelooker, 1996).
Los
que tienen el dinero para terminar con la desnutrición y el
desempleo optan por la limosna
Frente
al Covid19, un magnate como Bill Gates prometió que donaría 100
millones de dólares para ayudar a las naciones en problemas y 750
millones para producir la vacuna, hablamos del 0,78% de su fortuna
-95 mil millones- (9).
Su
riqueza fue construida a partir de las patentes informáticas –IBM,
Microsoft- y medicinales –Planned Parenhood y Fundación Gates-
contratadas masivamente con Estados del mundo, a partir de software
que ya operaba en el área militar, todo ello de acuerdo a los
compromisos crediticios (Reforma del Estado) del boom neoliberal y
globalista de los 90’ con el Banco Mundial, que obligaban a
informatizar la gestión pública mediante tales licencias y
privatizar los servicios esenciales, siendo Estados Unidos el
portavoz geopolítico de la nueva tecnocracia privatista del poder.
Tales
operaciones de licencias luego le significaron el fundamento para
potenciar las acciones bursátiles que vendían en los mercados de
Wall Street, así como la venta de derivados futuros y obligaciones
negociables, todo ello con la promesa de grandes negocios que le
generaba la colocación de sus patentes, garantizados con los pagos
dolarizados de los Estados del mundo (nuestros impuestos).
La
naturaleza de la pandemia del hambre
Queremos
creer que la desnutrición es un tema más complejo que un virus como
el Covid19, que se inició a partir de un murciélago que sería
imposible capturar.
Frank
Snowden, uno de los mayores expertos de la historia de las epidemias,
sostiene que “las
epidemias permiten entender la humanidad y la historia. Tocan las
fibras más intima de nuestra naturaleza humana. Nos plantean
preguntas de vida o muerte y nuestra actitud hacia ambas. Nos
muestran si nuestro mundo se preocupa por la gente más necesitada.
Las epidemias son como mirarse en el espejo de la humanidad… El
coronavirus es la primera gran epidemia de la globalización”. Unas
líneas más para la curiosidad:
“Primero
debemos comprender cómo comenzó, en un contexto de 8000 millones de
personas, ciudades enormes, una deforestación que ejerce una presión
insostenible sobre los hábitats de los animales, que los lleva a
trasladarse a otros lugares y a cruzarse con humanos, con los que
nunca habían interactuado antes. Así comenzó el Ébola, por
ejemplo. Segundo, debemos comprender cómo se transmite, que es por
el aire, en un contexto de megaconcentración humana en centros
urbanos, potenciando su propagación. Tercero, comprendamos cómo se
expande, que es a través del transporte aéreo masivo, de modo que
un virus que se desata en Jakarta por la mañana puede estar en
Buenos Aires, Nueva York o Roma por la noche. El
Coronavirus no se puede entender sin la globalización, es un
producto de esta era de la humanidad…
¡Estamos lidiando con organismos vivos que requieren ciertas
condiciones para prosperar y somos nosotros quienes les damos esas
condiciones!... Ahora no se trata de ir contra la globalización, que
ya es un hecho, sino que se trata de cómo la manejamos de un modo
que nos beneficie y corregimos lo que debamos corregir. Sólo así
tendremos futuro como humanidad. La definición de “estupidez”
según Einstein, es seguir haciendo las mismas cosas y esperar un
resultado distinto (10).”
De
este virus llamado injusticia social conocemos que la desigualdad y
la falta de distribución de las riquezas que se producen son sus
causas, que las soluciones estructurales pasan por el trabajo estable
y que en el corto plazo es urgente frenar con el genocidio social del
hambre.
Ahora
bien, debemos destacar que así como el aislamiento agravó la
pandemia social que ya se venía instaurando hace décadas,
amenazando con consolidar un modelo de exclusión de descarte del 25%
de la población mundial, también trajo algunas consecuencias
económicas y sociales inéditas, que generan las condiciones idóneas
para que, en términos jurídicos, se contribuya a comenzar un
humilde motín que posibilite un nuevo comienzo, una nueva normalidad
más justa.
Dichas
condiciones tienen que ver con una circunstancia global de emergencia
que desde el ámbito jurídico propicia una causal de fuerza mayor
que, mediante la decisión soberana de los Estados, puede rediscutir
los términos desiguales en los que se rige nuestra economía desde
hace décadas.
El
Derecho no es todo, pero cómo ayuda
La
Pandemia del Coronavirus vino a aportar una inédita y global causal
de fuerza mayor y de emergencia pública sanitaria.
El
efecto multiplicador de las políticas públicas soberanas de
emergencia resultó un nuevo virus que comenzó a replicarse en todas
las naciones del mundo.
En
un principio, la enamoradiza bandera globalista rápidamente hizo su
flameo: si es un problema mundial se requiere una solución global.
Así es que el nuevo Estado parecía ser la OMS, curioso organismo
imparcial preocupado por la salud del ser humano para que se aísle,
vacune y delate a los incumplidores, pero que al momento de opinar
sobre agrotóxicos, antenas de telefonía celular y neurotecnología
por implantación, prefiere mirar a un costado.
Sin
embargo, de cara a lo que se suponía ser un concierto del cual sólo
el inocente organismo global sanitario iba a dirigir, comenzamos a
observar cómo los Estados Nacionales, que parecían dormidos en el
sueño de la extranjerización, la tecnocracia, el utilitarismo y la
irresponsabilidad permanente, encontraron que el viejo camino del
Estado de Bienestar era imprescindible para salir adelante.
La
emergencia sanitaria se hizo carne en cada rama del Derecho, ramas
que tiemblan ante la posibilidad de un nuevo bosque que crece delante
de nuestros ojos: todo el statu
quo
jurídico que conocemos, que consolidaba un orden social de
desnutridos y desempleados, por las propias reglas que le hemos
otorgado y frente a esta inédita fuerza mayor mundial, puede ponerse
en jaque y desmoronarse.
Bastaba
que un país de Europa, como Alemania, decidiera imprimir dinero sin
autorización de la Banca Central Europea, el Fondo Monetario
Internacional y la Comisión Europea (11), para que también un
conjunto de países desoyera el histórico y jurídico mandato de no
atreverse a disponer de su moneda sin autorización de la troika
financiera de Bruselas. También dos países de Europa, como Serbia o
Italia, decidieron acudir a la Federación Rusa y la República
Socialista de Cuba, frente a la desatención total sanitaria y
económica de la Unión Europea, e inmediatamente España, Portugal,
Grecia, entre otros, comenzaron relaciones con dichos Estados,
históricos enemigos de la OTAN y vetados de cualquier geopolítica
internacional amistosa en occidente.
Cuba
es el caso más paradigmático, pues sufre de parte de los mismos
Estados que ayuda un bloqueo que ya lleva más de medio siglo en
vigencia. Sin embargo, suman casi 50 mil los médicos cubanos que
prestan servicios en el mundo. Lo que comenzamos a observar en las
últimas semanas es inédito: miles de cubanos y cubanas
especialistas en salud bajando de aviones en la Europa occidental
que, hasta ahora, actuaba de hija y rehén del calor anglosajón de
posguerra.
Asoma
su potencia el talón de Aquiles jurídico de un sistema mundial que
parece viejo y oxidado, porque suponía ser un motor de crecimiento,
desarrollo y buen vivir, y hoy se vanagloria de querer reemplazar
trabajadores por robots y mandar a la gente a trabajar desde su casa
a destajo, por demanda de producción y no según una jornada. Un
sistema que pasó de pretender la abundancia de todos a sólo
consolidar y profundizar los privilegios excesivos de muy pocos.
Comienza
una nueva sinergia que pone en la misma vereda diversas
especialidades que hasta ahora parecían aisladas, como el Derecho
del Trabajo, el Derecho público administrativo, el Derecho económico
y de las finanzas públicas y el Derecho internacional privado.
Alimentar
a la población y garantizar un sistema productivo que promueva el
pleno empleo y el bienestar sanitario y social implica nuevos
horizontes en la metodología que hasta ahora entendíamos como
común.
¿Cuánto
tiempo tardaremos en que la Ley de Contrato de Trabajo se derogue
tácitamente en un país de millones de desocupados, hambrientos y
trabajadores precarizados mediante aplicaciones? Para tener
vacaciones, aguinaldos y jubilaciones pagas, con un movimiento obrero
organizado que garantice tales conquistas, es necesario también
tener trabajo registrado y un sector productivo que permanentemente
requiera fuerza de trabajo. Todo ello implica una ingeniería
económica y social que compromete a diversas ramas jurídicas, que
deberán concurrir para pensar nuevos ordenamientos más justos y en
los que la verdadera fuente de riqueza, el trabajo humano, sea el
componente central de toda política pública.
Quizá
llegaron los tiempos en que la producción deje de entenderse en
términos financieros y utilitarios, y que los trabajadores
organizados de la comunidad sean parte de la orquesta de un nuevo
proyecto de desarrollo con justicia social, permanente y sustentable
con la casa común que habitamos.
Un
nuevo estado de excepción: las pandemias sanitarias y emergencias
ambientales de carácter global
La
práctica jurídica se encuentra frente a un nuevo tipo de estado de
excepción. Hasta ahora la concepción era conocida por muchos.
Giorgio Agamben y Naomi Klein hicieron su trabajo y en vastas
latitudes de habla latina se estudiaron sus escritos sobre este
tradicional oficio: el estado de excepción o el shock
como armas predilectas para el avance de las tiranías sobre los
derechos humanos.
El
filósofo italiano planteaba que “El totalitarismo moderno puede
ser definido, en este sentido, como la instauración, a través del
estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la
eliminación física no sólo de los adversarios políticos sino de
categorías enteras de ciudadanos que por cualquier razón resultan
no integrables en el sistema político”. Agregaba que “la
creación voluntaria de un estado de emergencia permanente (aunque
eventualmente no declarado en sentido técnico) devino una de las
prácticas esenciales de los Estados contemporáneos, aun de aquellos
así llamados democráticos”. Por último, concluía en que:
“Frente
a la imparable progresión de eso que ha sido definido como una
"guerra civil mundial", el estado de excepción tiende cada
vez más a presentarse como el paradigma de gobierno dominante en la
política contemporánea. Esta dislocación de una medida provisoria
y excepcional que se vuelve técnica de gobierno amenaza con
transformar radicalmente -y de hecho ya ha transformado de modo
sensible— la estructura y el sentido de la distinción tradicional
de las formas de constitución. El estado de excepción se presenta
más bien desde esta perspectiva como un umbral de indeterminación
entre democracia y absolutismo” (Agamben, 2005).
La
doctrina del estado de excepción se configuró como una cotidiana
práctica para ejercer el poder en tiempos de supuesta calma y paz
mundial. Son amenazas permanentes que el sistema político guarda en
forma celosa a fin de ampararse en ellas para doblegar los derechos
humanos de los pueblos.
Por
su parte, Klein afirmó que “En momentos de crisis, la población
está dispuesta a entregar un poder inmenso a cualquiera que afirme
disponer de la cura mágica, tanto si la crisis es una fuerte
depresión económica como sí es un atentado terrorista” (Klein,
2007). La
periodista canadiense ubica al shock
como
constantes circunstancias de las cuales se ha servido el sistema
político norteamericano, con habitual y metodológica persistencia
desde la caída de las torres gemelas en adelante, a los fines de
pergeñar un estado de emergencia en el que la supervivencia humana
de toda la comunidad está en juego, por lo que los derechos de las
personas –entre ellos los laborales y los de la libertad- pasan a
un segundo plano.
Hoy
día nos encontramos ante un nuevo shock
o estado de
excepción, el Coronavirus, con la novedosa particularidad de su
globalidad simultánea e incontrolable, que lo convierte en una
causal de fuerza mayor global. La
fuerza mayor es una circunstancia imprevisible e inevitable que
altera las condiciones de cualquier compromiso u obligación. Si
efectivamente el Covid19 no fue creado por nadie y no queda otra que
padecerlo, entonces es una fuerza mayor de carácter internacional y
sanitario.
No tiene un enemigo con nacionalidad, etnia, religión o sistema
político económico determinado, no es el terrorismo, la subversión,
el narcotráfico, el fascismo o el fundamentalismo islámico, no hay
ideología a la cual inculpar más que a las propias reglas que nos
hemos dado: la salud y el bienestar eran supuestamente un costo
impagable y nos costará mucho no haberlos cuidado.
El
sistema, que endiosó el dinero y la rentabilidad a cualquier costo,
generó una masa de excluidos a la cual el Coronavirus intenta tomar
de rehén para que algunos pretendan consolidar una sociedad injusta.
Es
información el hecho de que avanzan planes a nivel global para
ejercer un control “sanitario” sobre la población, mediante los
denominados contact
tracing o
certificados digitales que concentren la información sanitaria de
una persona y su adscripción total a los calendarios de vacunación.
También se han anunciado públicamente aplicaciones móviles para el
control de las cuarentenas, o bien los famosos chips que desarrolló
la compañía Neuralink del magnate financiero Elon Musk(12)…
Nuestro país, en efecto, adoptó en mayo un sistema de contact
tracing por
recomendación de la OMS, mediante la Aplicación CUIDAR. Sin
embargo, fueron muchas las horas y pochoclos frente a los escenarios
distópicos de la gran pantalla. Todos sabemos que a pesar de la mesa
chica que planifica y dirige, el ser humano siempre guarda en sí la
parte divina y trascendente que lo va a potenciar en su deseo de
libertad y dignidad.
A
fuerza del arte cinematográfico, aprendimos que la magia de la
tecnociencia debería ser ayudar a que trabajemos menos horas, con
menos esfuerzo físico y en mejores condiciones, todo eso para
disponer de tiempo y salud psicofísica para el cultivo de otras
actividades humanas.
Desde
ya que para muchos trabajar menos no terminó siendo por las horas,
sino por perder los trabajos y cada vez vivir peor. En la vieja
ecuación futurista que conocimos en las películas, la que en
realidad siempre había operado en cada presente, los desplazados por
la tecnología se convertían en sobrevivientes que debían ayudarse
construyendo comunidad para salir adelante. Por eso, en estos
presentes tan distópicos, los gobiernos y los pueblos del mundo
también comienzan a poner en discusión el predominio brutal de las
finanzas por sobre las decisiones políticas y económicas que hacen
al bienestar de las personas y el cuidado del medioambiente.
Los
análisis conspirativos no funcionan porque lo único que sirve es lo
que hacemos cada día para dignificarnos como seres vivos, únicos e
irrepetibles. El primer paso para que podamos ser libres va a ser la
renuncia cotidiana a ser esclavos de nuestra propia resignación. La
decadencia nunca es inevitable porque cada día podemos tomar la
decisión de construir en grande y que no decaiga la magia de estar
acá, vivos.
En
estos temas de hacer lo imposible, todos los días es “El” día.
Desde
este punto de vista, en un orden social injusto donde pocos tiene
privilegios desmedidos y muchos carencias extremas, la tecnología y
los nuevos acontecimientos de la integración global naturalmente
serán parte de la planificación de las oligarquías para cabalgar
esa evolución en la perpetuidad de su poder, lo que no quita que los
pueblos también la cabalguemos y tengamos, de igual modo, la
posibilidad de servirnos de esa tecnología e integración, para
tender puentes que nos potencien y nos dignifiquen como comunidades
libres de cualquier tipo de explotación humana.
Prioridades
de toda comunidad frente al ordenamiento jurídico
Cuando
el estado de excepción se convierte en una fuerza mayor invisible y
mundial, podemos poner en discusión todo lo que hasta ahora era una
verdad jurídica revelada, pues ese statu
quo del
liberalismo global nos ha desprotegido ante una epidemia que desde
hace años muchos aventuraban(13).
¿Qué
es más importante: la vida de millones de personas por un sistema
sanitario ya colapsado, o que Pacta
sunt servanda (los
pactos están para ser cumplidos) y non
venire contra factum propium (la
doctrina de los actos propios)?
¿Es
más importante la vida y el sistema sanitario o, paradójicamente,
pagar los 30 mil millones de dólares sólo de intereses, a pagar
este año 2020 por parte de Argentina a acreedores externos? ¿Es más
importante proteger el salario y el poder adquisitivo de millones de
personas frente a un país parado, o bien que cualquier multinacional
puede cerrar y fugarse del país con las indemnizaciones de las
personas y el trabajo acumulado por décadas? ¿Es más importante
alimentar a la población, o bien que el conjunto de la producción
agropecuaria se siga orientando a la demanda internacional y
orquestada por 5 grandes compañías exportadoras extranjeras (14)?
En
un mundo que cierra sus fronteras, lo único que condiciona nuestro
deber histórico es el terror confeso de la dirigencia a las
consecuencias por no cumplir con las reglas financieras y económicas
globales. Un pánico tácito en toda democracia occidental frente a
la propiedad privada del dinero como dogma religioso del campo
jurídico.
A
partir de este nuevo contexto internacional de emergencia, los
Estados Nacionales vuelven a tomar decisiones soberanas,
independientemente de los dogmas privatistas y liberales, y el
desafío es animarnos a recuperar ese poder soberano para construir
comunidades libres que definen su propio destino, en una integración
ordenada por el bien común y el cuidado de nuestro medioambiente.
En
este concierto, el jurista ya deja de ser el mecánico que viene a
arreglar las clásicas y eternas fallas de la maquinaria social
injusta: nos convertimos en potenciales artistas a los cuales nos
piden que, a partir de la situación heredada y al compás de la
fuerza mayor, creemos nuevas alternativas para afrontar la
emergencia.
La
verdadera Herencia
Argentina
de 1975 a 2020 duplicó la población, pero el número de personas en
situación de pobreza aumentó 20 veces. La desocupación pasó de
menos del 3% al 10%. En el 1975 teníamos el menor índice de
desigualdad de la historia (0,35). Al mismo tiempo el Estado
representaba el 20% del PBI y su deuda lo era en un 10% (15). A pesar
del poco peso, el mismo se encargaba de dirigir los principales
resortes de la economía, el desarrollo y los servicios públicos:
ferrocarriles, puertos, navegación, crédito, electricidad,
petróleo, gas, carbón, minerales, represas, educación y salud,
todos servicios garantizados por el sector público en concurrencia
con la comunidad. Hoy día el Estado no dispone de ninguno de esos
resortes estratégicos y, para más, provincializó servicios básicos
como la salud y la educación.
Lo
notable es que luego de haber entregado todo el patrimonio de
generaciones de argentinos y argentinas, así como privatizado todos
los servicios públicos a manos privadas y en su mayoría
extranjeras, hoy el peso del Estado en el PBI es del 40%. Se
convirtió en un Estado fofo y asistencial que no puede ni garantizar
precios de insumos básicos como la alimentación, la electricidad y
el gas, ni mucho menos pensar en planes educativos y sanitarios
nacionales, pues todo fue tercerizado a la libre gestión provincial,
privada o extranjera. La administración de la cosa pública se
convirtió en el gerenciamiento del desguace y la miseria.
Podría
uno argumentar que el PBI de aquella época era menor al de esta. Lo
que es incontrastable es que ese valor, que reúne la riqueza
generada en todo un año en nuestro país, desde 1945 a 1975 aumentó
en 7% anual promedio, mientras que desde 1976 hasta nuestros días lo
hizo en un promedio de 0,5%.
El
nivel de industrialización de la década del 70 mostraba que un auto
fabricado en Argentina tenía un 90% de componentes hechos en el
país, ocurriendo lo mismo con reactores nucleares, aviones,
locomotoras, camiones, barcos, entre otros, con una brecha
tecnológica cada vez menor frente a los avances del Primer Mundo.
Hoy la fabricación de un auto en Argentina no llega al 20% de
componentes nacionales y se importan hasta tornillos de Brasil.
En
1976, irrumpió un modelo económico rentístico y de especulación
financiera, extranjerización de la economía, destrucción del
aparato productivo y del poder soberano del Estado Argentino en la
organización económica y social del país. En los primeros años de
dictadura, se derogaron las principales regulaciones en materia
cambiaria, financiera y bancaria, y se decretó la Ley de Entidades
Financieras que hasta hoy sigue vigente, pese a no haber sido votada
por el Congreso Nacional. Con dicha Ley se brindó el armazón
jurídico para la desindustrialización del país y la imposibilidad
de llevar adelante cualquier proyecto de desarrollo.
A
partir de allí, se impuso un modelo económico cuya generación de
ahorro exclusivamente se reduce a la tracción del consumo local y la
exportación de alimentos y materias primas, con un sector social
minoritario que gracias a la liberalización financiera, cambiaria y
aduanera puede apropiarse del conjunto de la renta, dolarizarla y
fugarla al exterior, llegando al absurdo actual de contabilizar más
de 500 mil millones de dólares de argentinos fugados del país, con
1700 titulares que detentan el 80% de esas tenencias (16).
Con
que reingresen esos dólares que están en el exterior, en un año,
el PBI podría más que duplicarse, aumentar un 100%, algo inédito
en la historia mundial, pues estamos entre las 5 naciones del mundo
cuya población más dólares tiene. El problema es que esos dólares
los tiene en el exterior una minoría que ni siquiera los declara.
Esa misma oligarquía es titular, directa o indirectamente, de todo
el engranaje productivo y de servicios públicos privatizados en los
90’, con lo que resulta beneficiaria de las constantes
devaluaciones y pérdida de valor del peso gracias al incremento de
divisas obtenidas por la exportación y la dolarización de tarifas.
Luego, en épocas de crisis, es ese mismo sector social el que
recompra en Argentina diversos sectores públicos y privados en
quiebra, a precios viles debidos a las devaluaciones y al
endeudamiento por ellos mismos promovidos (17).
Quizá
llegaron los tiempos de poner fin a una fiesta que ya lleva más de
cuatro décadas, a la que el pueblo argentino todavía no ha sido
invitado. Para ello es fundamental que la comunidad cobre
protagonismo desde una nueva concepción ética, social y ambiental
de lo público y lo privado.
Los
Estados Nacionales buscan retomar protagonismo
En
un contexto de emergencia sanitaria global, ciertas decisiones
impensadas hasta hace algunos años pasaron a ser cartas a punto de
ser jugadas. Frente a la novedad de las cuarentenas, que implicaban
nada más y nada menos que retirar la fuerza de trabajo del 90% de la
masa trabajadora de cada país, los Estados debieron salir al rescate
financiero y fiscal de los trabajadores y productores del país, por
medio de créditos y subsidios.
En
Estados Unidos se planeó volcar al rescate del sistema para
enfrentar el Covid19 la suma de 4 billones de dólares, de los cuales
ya se emitieron 3 billones. Tales incrementos en la masa monetaria
incluían un subsidio de 1400 dólares para los trabajadores
despedidos o desocupados, situación que alcanzó en mayo a 40
millones de personas, todo muy lejos de los 10 mil pesos que reciben
nuestros compatriotas en la misma situación. A su vez, el presidente
norteamericano entró en conflicto con la Reserva Federal, que es el
banco central controlado por el consorcio de bancos privados más
grandes del mundo, ya que solicitó avalar la posibilidad de tasas de
interés negativas, a fin de que el sistema financiero sea quien
cargue con el costo de la crisis, como lo hizo el Banco de Inglaterra
(tasas que pasaron del 0,5% al -0,1%) (18).
Igual
circunstancia ocurrió en la Unión Europea, que no sólo presenció
que por primera vez países de la Zona Euro dispusieran crear moneda
sin la autorización del Banco Central Europeo, sino que también
dicha entidad ya volcó 1 billón en créditos, 750 mil millones en
compra de deuda pública y privada, y, para más, mediante la
Comisión Europea se propuso llevar adelante un Plan Marshal
autóctono de 825 mil millones de euros (19).
Se
observa que a nivel mundial se está practicando una emisión de
moneda en un promedio de 2.000 dólares por habitante, mientras que
en Argentina esa emisión promedia en 300 dólares y el crédito
significa un 14,6% del PBI, frente al promedio regional que supera el
40% (20). Si bien es cierto que heredamos una crisis sin precedentes,
quedarse atrás en esta carrera implicará que nuestra moneda valga
cada vez menos. Por otra parte, un estudio en la Universidad de San
Andrés publicado en El
Cronista Comercial
verificó que frente al Covid19, en pocos meses, se emitió la misma
moneda en el mundo en una proporción superior a lo que se había
emitido entre 2008 y 2014, producto de la gran crisis financiera
desatada: una cifra absolutamente inusual.
Lo
que reina en el mundo es el cash,
replican algunos analistas (21), que anticipan la desvalorización
del dólar como parámetro internacional para el ordenamiento
comercial y financiero global, por lo que los Estados se ven
obligados a retomar el control de la emisión de dinero a fin de
salvaguardar las economías.
Sin
embargo, en un sistema financiarizado desde Bretton Woods en 1944 y
la inconvertibilidad del dólar en 1971, las operaciones de un grupo
minúsculo de financistas captan las emisiones de dinero de los
Estados y convierten la ayuda fiscal en una capitalización de los
privilegiados de siempre.
Para
citar un caso paradigmático, el fondo BlackRock, determinante en la
negociación de la deuda por ser uno de nuestros principales
acreedores y dueño de una parte importante de las acciones de
nuestras principales empresas (accionista minoritario de YPF),
administra a nivel mundial una cartera de 6,3 billones de dólares,
equivalente al PBI de Alemania y Francia unidos (22). A fin de
comprobar cómo actúa este tipo de grupos financieros, se observó
que tras las líneas de crédito de la Reserva Federal a fin de salir
de la crisis (SMCCF, por sus siglas en ingles), más de un 48% fue
destinado a fondos de BlackRock. A su vez, se comprobó que tras la
liquidez otorgada por el Banco Central norteamericano se
multiplicaron las compras de Oro por parte de los grupos financieros
que recibieron el dinero, en un registro histórico de más de 3.510
toneladas (23). La explicación nos la brindó Jim Cramer, un
administrador de fondos y comentarista de Consumer News and Business
Channel de Wall Street, quien sentenció: “Nadie invierte para
hacer del mundo un lugar mejor… Al final del día, el mercado no
tiene conciencia. La verdad es que el mercado es ciego porque no
tiene ojos. Es sordo porque no tiene oídos” (24). Como tales
fondos miran hacia un costado frente a las grandes crisis provocadas
por la desfinanciación de la economía, el empleo y el desarrollo
social -por ellos mismos promovida-, tienen que ser nuevamente los
Estados nacionales quienes impulsen una nueva planificación que
priorice la prosperidad de toda la comunidad de hombres y mujeres de
trabajo.
En
definitiva, ante una economía descontrolada por el caos de un reino
de privilegiados, encontramos que frente a las cuarentenas surgió la
necesidad de poner en marcha múltiples herramientas de la política
económica, fiscal y financiera de las cuales podía servirse el país
para atravesar las crisis y comenzar un nuevo rumbo.
Los
fondos para la reconstrucción y reorganización de la comunidad
existen, porque el único fondo que vale es el trabajo humano, único
e insustituible motor de la generación de riqueza. De hecho, en
estos tiempos uno observa que de cara a ciertos problemas crónicos
como el hambre y la desnutrición, en realidad los Estados disponían
de infinidad de opciones para abordarlos, lo que nos lleva a pensar
que la normalidad en la que estábamos descartaba un 25% de la
población sin que paráramos la pelota.
Uno
de los testigos en materia de Estados Nacionales recuperando poder
soberano fue el de la República Italiana. Injusticias si las hay que
un país y un pueblo tan hermoso haya pasado semejante sufrimiento y
dolor. En medio de la tormenta, el gobierno implementó el Decreto
Ley “Cura Italia”, una de las tantas normas que darán testimonio
en los libros del futuro, que en tiempos de excepción global los
Estados Nacionales pueden ponerse de pie y actuar en consecuencia
para salvaguardar el futuro de todos y todas.
El
decreto ley nro. 18, firmado el 17 de marzo de 2020 por el Jefe de
Consejo de Ministros del gobierno italiano, estableció “las
medidas de potenciamiento del servicio sanitario nacional,
sostenimiento económico para las familias, trabajadores y empresas
nacionales”.
El
decreto intervino sobre cinco aspectos principales de la comunidad
italiana:
- Financiamiento y medidas para potenciar el Sistema sanitario nacional, la Protección civil y otros sujetos comprometidos en el abastecimiento alimenticio y el plan de emergencia.
- Protección del empleo, de los trabajadores y el salario.
- Soporte financiero para las familias, micro, pequeñas y medianas empresas. Centralización estatal de los trámites y la logística del sistema bancario y utilización del Fondo Central de Garantía.
- Suspensión de las obligaciones fiscales y financiamiento para la inversión en condiciones dignas de trabajo en la emergencia, así como premios salariales para los trabajadores que deben prestar servicios durante la pandemia, tanto en forma presencial como remota.
- Estatización del servicio público de la línea aérea de bandera.
En
lo que al primer punto refiere, no sólo fueron tomadas las típicas
decisiones de potenciar el financiamiento del sistema sanitario por
la emergencia, dotándolo de nuevo equipamiento y personal, sino que
también la emergencia alcanzó la posibilidad de que el Estado
pudiese disponer de los recursos del resto del sistema económico
para la atención de la pandemia, tanto en la dirección de las
instituciones privadas del ámbito de la salud, como de la
expropiación temporal y permanente de hoteles, residencias ociosas,
clínicas y otras instituciones médicas privadas, con un precio
indemnizatorio en sintonía con la emergencia del país.
En
cuanto al segundo y tercer punto, el principal objetivo determinado
fue que ningún italiano o italiana perdiesen su puesto de trabajo
por causa de la Pandemia, sin que eso significase el cierre de las
industrias y otros proyectos productivos. Se previó el
financiamiento del pago de salarios y se reconoció una retribución
mensual de 600 euros, liberado de impuestos, para los trabajadores
autónomos o monotributistas y desocupados. En lo atinente a la
naturaleza jurídica de las cuarentenas, el decreto equiparó el
tiempo transcurrido en cuarentena a la enfermedad inculpable, por lo
que debe salvaguardarse el derecho a percibir su salario habitual y
conservar su puesto de trabajo. En lo relacionado al teletrabajo,
para los trabajadores que cumplan servicios en esta modalidad se
estableció un premio salarial de 100 euros, con un fondo de
financiamiento especial para que las empresas realizaran saneamiento
de los lugares de trabajo y aseguren la provisión de elementos de
protección y prevención. Asimismo, se otorgó un plus salarial de
1000 euros para trabajadores de la salud y fuerzas de seguridad.
También se creó un programa para la captura de una parte de la
producción de alimentos para las personas en situación de calle e
indigentes. En cuanto a los contratos de trabajo denominados “di
sviluppo”, que refieren a aquellos relacionados al desarrollo de
áreas productivas, se incrementan los subsidios estatales a fin de
potenciar la estructura agraria e industrial del país.
Respecto
a la aerolínea de bandera italiana Alitalia y sus subsidiarias, al
tratarse de una situación en la que las mismas no pueden afrontar el
pago del salario de sus empleados debido a la crisis del sector, el
decreto ordenó su intervención, estatización y puesta en la órbita
del sector público.
En
relación al tercer punto, a fin de evitar la quiebra de las PyMES y
de las familias en razón de la cuarentena, se realizó una moratoria
en las deudas fiscales y financieras, se potenció el fondo especial
de garantía para las deudas de pequeñas y medianas industrias, y se
amplió un fondo estatal para el sostenimiento de las empresas del
área cultural y de espectáculos debido a la crisis del sector.
Lo
que es clave destacar es que no existe un caso aislado en este nuevo
protagonismo del Estado, un mundo comienza a mirar con nuevos ojos.
El
mundo que se viene: nacionalismo o globalismo de exclusión, frente a
una nueva economía productiva, soberana, justa y comunitaria
El
presidente norteamericano Donald Trump fue contundente hace algunas
semanas: “La era de la globalización se terminó. Es el momento
para tener un dólar fuerte” (25).
De
ello se desprenden dos conclusiones:
- Si la globalización financiera y comercial está terminada, debemos procurar que los efectos de ese quiebre no perjudiquen la estructura económica que hemos extranjerizado y sometido a tales reglas globales desde 1976, por lo que lo más importante en esta tercera guerra mundial será procurar el abastecimiento alimenticio y energético, para no pagar los costos de la misma;
- Si Estados Unidos busca fortalecer su moneda -que puede imprimir sin respaldo alguno desde 1971- es porque ese bien, esa mercadería denominada Dólar, va camino a la escasez, por lo que debemos procurar que ese insumo básico para el motor del desarrollo de nuestra economía sea canalizado y volcado a la reconstrucción productiva del país.
En
tiempos como los de hoy, de fronteras cerradas y un ejército enemigo
e invisible deambulando en la esquina de cada barrio, la idea de
atraer la inversión extranjera occidental -como única palanca para
el desarrollo- parece una vieja, irreal y engañosa utopía con la
que nos pasamos 40 años desatendiendo las cuestiones importantes de
la salud, la alimentación, la educación, el abastecimiento
energético, la conexión logística del país y el pleno empleo como
motor del desarrollo.
Resulta
bochornoso que en este contexto, en el que sufrimos las consecuencias
del liberalismo salvaje que nos deja desprotegidos ante un virus como
los hubieron de a miles en la Historia humana, el Institute of
International Finance (IIF), que maneja los principales informes de
auditoría y doctrina del sistema bancario internaciónal, recomiende
“potenciar la globalización” bajo las reglas financieras y
comerciales tradicionales, profundizar los programas de endeudamiento
no sólo con el FMI y el Banco Mundial, sino también con la Reserva
Federal norteamericana, que pasaría a ser un ente de estabilización
global del flujo de dólares y prestamista de los mismos (26).
Hay
que tomar dimensión de las oportunidades que se presentan en un
mundo que no encuentra puerto ideológico donde amarrar, sino salidas
concretas y prácticas para atender el abastecimiento alimenticio y
de energía, así como procurar el pleno empleo. Podríamos llevar
adelante una verdadera patriada que dignifique a nuestro pueblo
cansado de las frustraciones de la democracia.
El
mundo desde 2008 no genera empleo, la desigualdad es tan grande entre
las finanzas y la economía productiva de bienes y servicios, que
todo el dinero volcado por los Estados para paliar la crisis fue a
parar a las mismas manos especuladoras, al igual que está pasando
ahora.
Se
informaron 470 millones de personas en el mundo con serios problemas
para conseguir trabajo, con un incremento anual de 2,5 millones
anuales y uno de cada cinco trabajadores que ganan 3 dólares diarios
(27).
Un
mundo que no trabaja en la Paz es un mundo que trabaja para la
Guerra, hasta por lo menos encontrar una nueva ecuación de paz en
donde los pueblos puedan trabajar e intercambiar sus productos en una
nueva división internacional del trabajo, por eso la conflictividad
política, económica y social que observamos en los últimos 10 años
en Medio Oriente, Asia, África, Europa y América Latina.
Atravesamos
una Tercera Guerra Mundial ejecutada por partes, y la principal
batalla es por los puestos de trabajo, quien desarme el sector
comercial y productivo del adversario (ver caso EEUU-China), será
quien pueda proveer trabajo a su propia población. Por eso los
Estados vuelven a recobrar protagonismo sobre sus principales áreas.
El
estado de emergencia global y de fuerza mayor es innegable, lo que
nos brinda la posibilidad tomar decisiones soberanas que antes podían
significarnos una guerra económica como la han sabido sufrir Irán,
Corea del Norte, Venezuela, Libia, Rusia, entre otros, o mismo
nuestro país cuando intentó administrar las importaciones en 2012 y
sufrió un juicio en la OMC por parte de Europa, Japón y Estados
Unidos como bloque unánime de la defensa del globalismo.
Respuestas
desde el Derecho del trabajo
En
un país de 2 millones de desocupados -datos Indec-, marginados,
excluidos, personas que venden su fuerza de trabajo a niveles de
servidumbre, hablar de Ley de contrato de trabajo parece una utopía.
Sin embargo, no lo es.
El
paraguas de protección laboral que provee jubilaciones, aguinaldo,
vacaciones, protección frente al despido, irrenunciabilidad de
derechos, entre otros beneficios de nuestra legislación que
constituyó nuestro Orden público laboral, hasta ahora era sostenido
por dos pilares, uno inquebrantable y otro que estructuralmente
tiende a quebrarse:
- El movimiento obrero organizado que representa la masa trabajadora registrada del sector privado (la CGT);
- El freno a la culminación de la catástrofe neoliberal desde diciembre de 2001, que posibilitó una nueva etapa de crecimiento y creación de nuevos 4 millones de puestos de trabajo formales hasta 2013, cuando empezó la sangría.
Si
bien se intentó realizar una reforma de flexibilización laboral en
el gobierno de 2015 a 2019, la misma no pudo concretarse debido al
movimiento obrero: las políticas públicas del Estado de bienestar y
la justicia social promovidas desde 1943, hoy mantienen sus
conquistas debido a las organizaciones sindicales que hacen de freno
frente a cualquier ofensiva sobre el derecho protectorio.
La
opinión pública trata de mafia al movimiento obrero organizado,
pero la clase media sabe en el fondo que su nivel de consumo y
estabilidad se materializa en tales beneficios del trabajo
registrado. Vale decir, también sabe que si le tocan el aguinaldo,
esa supuesta mafia está dispuesta a prender fuego el país por ese
merecido respiro de junio y diciembre.
Frente
al segundo pilar, en el que el 80% de los puestos de trabajo son
sostenidos por pequeñas y medianas empresas, la realidad de una
Argentina colonial se impuso. Los desocupados son 2 millones (10%) y
son solamente 6,03 millones los trabajadores registrados que son
alcanzados por la legislación laboral del Estado de Bienestar
(diciembre de 2019, por el Covid19 se estima 5,8 millones) (28).
Para
que quede claro: de la población económicamente activa (13,3
millones, INDEC – EPH 2019), o sea, la que está en condiciones de
trabajar, la Legislación laboral -de la cual se han escrito océanos
de tinta- se aplica actualmente sólo al 43%, y si lo extendemos a
toda la población el porcentaje es sólo el 13%.
La
reforma de flexibilización laboral legislativa que se hizo en Brasil
en 2017, votada por la derecha de Temer-Bolsonaro y la izquierda del
PT, significó la destrucción del Mercosur y la imposibilidad de
competir con nuestro país vecino, producto de la destrucción de los
derechos laborales de ese país, que abarataron abruptamente los
costos laborales de contratación.
Nosotros,
en nuestra obsesiva competencia, comenzamos también el camino hacia
un nuevo tipo de reforma laboral, no sobre las leyes, sino sobre la
comunidad trabajadora y el quiebre de todo el sector privado. La
protección legislativa se aplica a cada vez menos personas porque no
hay trabajo estable para nadie.
Frente
a ello, el camino es uno sólo: crear empleo de calidad y fomentar la
plena ocupación, fomentando el desarrollo de las fuerzas económicas
locales, hombres y mujeres dispuestos a empezar nuevos
emprendimientos que sirvan a abastecernos de todo lo que necesitamos.
Un
pueblo que tiene trabajo inevitablemente trae aparejada la suba de
salarios, la conquista de nuevos derechos y la realización de cada
barrio y familia. No existe estabilidad más grande que un mercado
laboral en el que permanentemente existe oferta de trabajo y todos
pueden acceder a un puesto registrado.
Un
ser humano con trabajo estable significa la reconstrucción de su
tejido social y la posibilidad de cumplir con sus sueños y los de su
familia. La estabilidad es un derecho para obtener otros derechos.
Para
crear puestos de trabajo, se necesita inversión
Uno
de últimos grandes pensadores nacionales, Mauricio Prelooker,
explicaba en su obra La
economía del desastre,
que el mundo financiarizado canaliza los ahorros de las naciones del
mundo hacia las pocas manos que controlan los fondos y bancos del
sector especulativo internacional, lo que devino en la destrucción
del motor de inversión que posibilitaba el desarrollo productivo de
cada país, tanto desde el sector público como del privado.
Prelooker
era un pensador que en materia económica tenía mucha practicidad,
planteaba que si es antihumano descartar parte de la población y
fomentar generaciones de hijos e hijas de personas que no estudian ni
trabajan, y debemos buscar cuánto dinero es necesario invertir para
salir de una injusticia elemental y todavía urgente:
“Basándonos
en las teorías económicas más en boga, ¿cuáles serían los
capitales necesarios para salir de esta situación antihumana? Como
es necesario crear por lo menos dos puestos de trabajo por familia,
si se emplearan los métodos más conocidos, que son
capital-intensivo y requieren de 100.000 a 500.000 dólares para
generar un empleo, y tomando la cota inferior (que no representa en
absoluto el promedio de las inversiones actuales), es muy simple
calcularlos: 400.000.000 puestos de trabajo x USD 100.000 = USD
40.000.000.000.000. En consecuencia, harían falta inversiones por un
monto total de 40 billones de dólares –seis veces y media el PBN
de los Estados Unidos- para dar trabajo a quienes no lo tienen… El
sector financiero internacional dispone de recursos muy superiores a
la suma mencionada. Pero no tiene la menor intención de invertir una
parte siquiera de lo que ha acumulado creando nuevas fuentes de
trabajo. El régimen capitalista no es una sociedad de beneficencia.
El sector público y el privado (no financiero) de todos los países,
por su parte, no disponen de los fondos necesarios para realizar
inversiones de esa magnitud” (Prelooker, p. 22).
Si
los desocupados de nuestra Patria son 2 millones y la creación de un
puesto de trabajo requiere USD 100.000 de inversión en promedio de
capital-intensivo, concluimos que se
requerirían entonces 200 mil millones de dólares
para resolver la desocupación mediante la creación de puestos
estables de trabajo y, como consecuencia, promover el aumento del
poder adquisitivo y la mejora de los derechos laborales (de todos
modos, gasoleros como sabemos ser, con 100.000 dólares nos ponemos a
laburar más de uno).
En
esto, rápidamente, si nos volvimos fundamentalistas de la
ramificación, un laboralista podría argumentar que esto es tarea
ajena a su materia, que nosotros sólo nos tenemos que atener a la
ingeniería jurídica ya creada desde el derecho positivo.
Sin
embargo, estamos en tiempos donde una nueva época requiere una nueva
filosofía de las ciencias, las disciplinas y el arte, y de buenas a
primeras la supervivencia del derecho laboral requiere el
involucramiento en cuestiones del derecho económico, derecho
administrativo y derecho internacional y, en esto hay que ser claros…
y VICEVERSA, porque viendo algunos hechos del presente está claro
que las otras ramas mencionadas han tendido a deshumanizarse.
Las
crisis ponen en juego la responsabilidad humana, y este llamado llega
hasta el fondo de lo que hasta ahora suponían ser las especialidades
a la que nos aferrábamos. El llamado tiene un sentido y una belleza:
el que lucha por la supervivencia no vive libremente, y no existe
posibilidad de un ordenamiento jurídico justo bajo la sombra de la
tiranía de la exclusión y del descarte.
En
todo esto nos compete la construcción de una nueva educación
universitaria. Educar es escuchar, sentir y celebrar. Educar es
buscar el sentido de las cosas, nuestras ramas fueron el sentido de
esa búsqueda en determinado momento, y hoy deben reinventarse en un
sentido de la responsabilidad humana por la comunidad.
Derecho
laboral, derecho económico, derecho administrativo y derecho
internacional: una misma camiseta.
Para
la inversión de 200 mil millones de dólares para un país con pleno
empleo, por empezar hay que saber que esos fondos existen, sólo hay
que canalizarlos.
Existen
tres tipos de lugares de los cuales se puede obtener semejante
financiamiento:
- La financiación de los banqueros y fondos de siempre, que tenemos memoria en que en este tipo de cuestiones no ponen plata
- Los dólares de los argentinos y argentinas en el exterior.
- Las riquezas naturales que nos provee nuestro suelo y subsuelo.
Si
bien consideramos urgente que en el plano internacional se
reconfiguren los términos de canalización del ahorro, a fin de
incentivar la inversión productiva y el pleno empleo, no hace falta
esperar
a los de
afuera para atender nuestro problema doméstico: en Argentina esos
recursos existen.
En
relación a los fondos de los argentinos y argentinas en el exterior,
se pueden detallar los siguientes, en base a informes oficiales del
país y del extranjero (29):
- 330 mil millones de dólares declarados por los argentinos y argentinas invertido en bienes muebles, inmuebles, activos financieros o inmovilizados en cuentas en el exterior.
- 250 mil millones de dólares no declarados, según los registros del Ministerio de Economía, aunque se calcula que tales tenencias ascienden a 500 mil millones, de acuerdo a informes de la OCDE y Paradise Papers.
Los
fondos declarados se pueden radicar en el país mediante la creación
de un bono soberano de inversión productiva, a una tasa asociada al
crecimiento del PBI y la evolución del valor agregado. En paralelo,
para los que insistan en la inmovilización de sus activos en el
extranjero, un abrupto incremento de los impuestos a esos fondos
dolarizados.
En
cuanto a los fondos no declarados, el bono soberano de inversión
productiva y, mientras tanto, poner a disposición de los acreedores
extranjeros tales sumas multimillonarias radicadas en los países
mismos de los acreedores, para que cancelen de ahí las deudas con
Argentina, como lo hizo Inglaterra en la posguerra. En vez de seguir
realizando nuevos canjes, en vez de seguir convirtiendo la deuda en
un nuevo negocio para Wall Street -que intermedia y cobra comisiones
de las nuevas colocaciones por novación de bonos-, poner a
disposición de los bonistas esas sumas no declaradas, si es que
nuestros nativos no las quieren repatriar.
En
relación a la renta dolarizada que Argentina produce cada año, vale
decir que el complejo de trigo, soja y maíz de la Pampa Húmeda
genera una entrada de divisas anual de 30 mil millones de dólares
(30), de los cuales 7 mil millones son apropiados por los dueños de
la tierra que la alquilan a los que producen. Esa renta puede
capturarse por medio de retenciones, sin afectar el negocio de quien
sí produce y no dispone de latifundios (31).
En
cuanto a la renta de la minería, Argentina registró en 2019 un
ingreso de divisas por 3.200 millones de dólares por exportación de
oro (70%), plata (20%), litio (6%) y cientos de metales fundamentales
para nuestro desarrollo productivo. Como el sector minero es
controlado por un oligopolio de trasnacionales, no sólo no se
utilizan los minerales para la industrialización del país, sino que
también el dinero de esa exportación se fuga al exterior (32).
Dicho sector no cuenta con retenciones, las exportaciones se hacen a
simple declaración jurada en puerto de destino y el flujo de dólares
siempre es hacia afuera del país. En un contexto de crisis global,
donde las commodities
de metales
aumentan frente al fly
to quality de
los fondos de inversión y bancos, esta renta de un país productor
como Argentina irá en ascenso.
Luego,
observamos que el comercio exterior argentino movilizó exportaciones
por 65 mil millones de dólares anuales desde 2019, mientras que en
2011 era de 100 mil millones (33), lo que nos lleva a la conclusión
que es urgente volcar la política económica, y en esto al
ordenamiento jurídico, en la preservación nacional de tales divisas
escasas, que podrían ser administradas por un Consejo económico y
social para la producción y el desarrollo, con participación de los
empresarios y trabajadores organizados, en concurrencia con el Banco
Central y el Ministerio de Economía.
Los
recursos están y en tiempos de pandemia y fuerza mayor global, tales
medidas que en la normalidad de la injusticia parecen “extremas”,
en estos tiempos de dolor y sufrimiento para tantos son urgentes.
El
Derecho laboral debe seguir cuidando de los trabajadores registrados
Desde
otro punto de vista, es auspicioso que el Estado Nacional financie el
pago de sueldos de los trabajadores del sector privado y prohíba los
despidos y suspensiones, en tanto en tiempos de crisis se pone en
juego la continuidad de los puestos de trabajo.
El
problema radica en que los acuerdos realizados entre la CGT y la
Unión Industrial resultaron un recorte arbitrario e injusto del 25%
de los salarios, que en términos reales ya venían en picada
producto del estancamiento de la economía y la crisis desatada desde
2016.
Tales
recortes se realizaron con fundamento en el art. 223bis de la LCT,
una de las tantas modificaciones realizadas en la flexibilización
laboral de los 90’.
Es
momento de repensar la canalización del valor agregado que genera el
trabajo humano del sector privado, en tanto siempre sucede la misma
historia: en tiempos de bonanza los dueños del capital ganan, y en
tiempos de pérdida no sólo pierden los empresarios nacionales, sino
también los trabajadores.
En
empresas que tienen una persona jurídica por acciones, puede
reconvertirse
el recorte salarial en
una
capitalización de los trabajadores, que pasen a ser accionistas de
las empresas para las cuales trabajan en la proporción del recorte
mensual.
Una
medida en tal sentido posibilitaría tres cuestiones:
- Garantizar un nuevo tipo de financiamiento a las propias empresas, en tanto el 25% de la masa salarial se vuelca a la capitalización compulsiva de las mismas.
- Evitar planteos de inconstitucionalidades respecto a tales recortes, ya que violan el orden público laboral. Los salarios percibidos son derechos humanos indisponibles por las partes, protegidos constitucionalmente en el 14bis de la Constitución Nacional y el principio de progresividad del art. 19.
- Incorporar al movimiento obrero organizado en la administración de esas acciones, con lo que se garantiza la participación de los trabajadores y trabajadoras no sólo en la ganancia, sino también en las decisiones, como lo prevé el 14 bis de la CN. Desde ya, las acciones podrán administrarla pero no disponerlas, ya que la titularidad de las acciones será de cada una de las personas que trabajan.
En
el siglo XX nuestros antepasados discutieron si la ganancia debe
canalizarse a los Bancos privados o a la administración del Estado,
vimos quién se impuso. Ahora bien, es momento de que las
superestructuras políticas y financieras den un paso al costado,
para comenzar a dotar de medios de producción y de herramientas de
decisión las mochilas de los hombres y mujeres que trabajan.
Frente
a una tecnocracia que amenaza con arrebatar la posibilidad de que
nuestro pueblo trabaje dignamente en un mundo robotizado, debemos
oponer la capitalización y la socialización de los medios de
producción en toda organización sindical libre y democrática, es
hora de que todos y todas concurramos en la producción. No es un
privilegio, es una responsabilidad humana.
Por
otra parte, observamos que el sistema de las ART moviliza pólizas de
riesgos de trabajo por 112 BILLONES de pesos (34). Tales recursos son
administrados por compañías financieras en su mayoría cuyos
controlantes son de capital extranjero, por lo que las ganancias se
dolarizan y remiten al exterior. Este sistema es padecido por los
trabajadores y empresarios que no ven ningún tipo de prevención en
materia de riesgos laborales, sino un negocio del riesgo y el cálculo
financiero de calcular pólizas impagables en función de los juicios
e indemnizaciones por accidentes. Es hora de volcar la administración
de dichos fondos billonarios al Consejo económico y social para la
producción y el desarrollo.
La
integridad psicofísica de los hombres y mujeres que trabajan no
puede ser un negocio para el sector financiero, debe volcarse a la
inversión de empresas modernas que preservan la salud de la masa
trabajadora y la potencie hacia una mejor capacidad productiva. La
salud es prioritaria en tiempos de Pandemia, y es indudable que los
principales deterioros psicofísicos de una persona están asociados
a las incontables horas que se encuentra a disposición de su
empleador. De igual modo, también es incontrastable que los pueblos
que gozan de una buena salud, tienen una mayor productividad por
habitante.
La
fuerza mayor global cobra vida en el ámbito laboral, pues todos los
contratos de trabajo pueden rediscutirse en sus términos, siempre
respetando el orden público laboral y el derecho protectorio, es
decir, a favor de los trabajadores y trabajadoras del país. En
resumen, uno de los tantos términos en los que pueden discutirse es
en comenzar a fomentar ámbitos de capitalización, producción y
prevención de riesgos en las organizaciones gremiales de cada
sector, con el objetivo también de educar, formar y preservar la
capacidad productiva y la integridad psicofísica de la clase
trabajadora, en esta guerra sanitaria que nos importaron.
La
fuerza mayor global nos posibilita desarmar la Argentina concesionada
y endeudada, para reconvertirla en la Argentina productiva y del
pleno empleo.
Por
último, no existe producción, pleno empleo y desarrollo sin una
infraestructura financiera, logística y energética que se encuentre
al servicio de los intereses de la comunidad, los cuales desde los
años 90 se encuentran en manos de un reducido conjunto de capitales
extranjeros y nacionales oligopólicos.
Por
mencionar sólo un caso, los contratos de concesión de servicios
públicos de distribución eléctrica contemplan que la fuerza mayor
como argumento para la revisión de los acuerdos, por una cuestión
esencial del derecho administrativo y del derecho civil y comercial,
previstas tanto en el derecho continental europeo como en el derecho
anglosajón.
Analicemos
por un momento tales supuestos de fuerza mayor, en los contratos de
deuda celebrados por el Estado con privados, según legislación
extranjera.
En
el derecho internacional privado, se considera que los contratos de
deuda de una Nación soberana mediante la emisión de títulos o
bonos en un mercado extranjero, de igual modo que cualquier contrato
suscripto por el Estado con privados en el extranjero, son actos
ejercidos por el Estado como sujeto privado y, por lo tanto, en
igualdad de partes con corporaciones y bancos trasnacionales.
El
Estado, en las contrataciones que realiza con el capital extranjero,
se encuentra sometido al derecho civil y comercial privado y no al
derecho público administrativo. Luego, la renuncia a la inmunidad
soberana, en resumidas cuentas, implica que el Estado Argentino
somete a la jurisdicción extranjera decisiones que compromete miles
de millones de dólares a futuras generaciones.
Sin
perjuicio de la inconsistencia jurídica que ello supone con la libre
autodeterminación de los pueblos –principio troncal de la
Organización de las Naciones Unidas (ver Preámbulo, art. 1 y 2)-,
son las reglas que actualmente se imponen en los estrados judiciales
internacionales, salvo contadas excepciones como la Federación Rusa
o Corea del Sur.
En
los papers
actuales
sobre derecho tributario, comenzaron los afluentes de tinta a señalar
que la fuerza mayor global –en materia civil- y el estado de
necesidad –en materia penal- son causales de eximición de
responsabilidad e inculpabilidad en el cumplimiento de obligaciones
fiscales por parte de los privados (35).
Luego,
en el caso de contrataciones del Estado con privados extranjeros o
locales, han llegado a señalar:
“¿Puede
el coronavirus constituir un supuesto de caso fortuito o fuerza
mayor? Sin duda, en la medida en que su irrupción en la relación
contractual no haya podido preverse o bien evitarse aún prevista.
¿Puede entonces eximirse la parte afectada de cumplir sus
obligaciones contractuales o de ser responsable del incumplimiento?
Sí, pero deberá atenderse a las excepciones del art. 1733 –CCyCN-,
pues podría ocurrir, por ejemplo, que el corona virus afectara a un
deudor que se expuso negligentemente a contraerlo, en cuyo caso
difícilmente podrá evitar su responsabilidad. ¿Puede ello resultar
en la extinción del contrato sin responsabilidad para el afectado?
También, si la imposibilidad de cumplimiento resulta definitiva o,
de ser temporaria, si frustra completamente el propósito de
contraerlo” (ALFARO y LORENTI, ver nota al final 35).
El
Código Civil y Comercial de la Nación Argentina prevé que “Se
considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser
previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El
caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto
disposición en contrario. En este código se menciona caso fortuito
o fuerza mayor como sinónimos” (art. 1730).
A
su vez, establece que “el deudor de una obligación queda eximido
del cumplimiento, y no es responsable, si la obligación se ha
extinguido por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no
imputable al obligado. La existencia de esa imposibilidad debe
apreciarse teniendo en cuenta las exigencias de la buena fe y la
prohibición del ejercicio abusivo de los derechos” (art. 1732).
En
síntesis, para el análisis de cada caso debe observarse si el
contrato en cuestión previó la fuerza mayor y de qué manera, y en
muchos casos por más de que la misma se encuentre prevista, si el
hecho sucedido era imposible de prever la parte afectada puede
defender su posición frente a la imposibilidad súbita de
cumplimiento (supuesto de imprevisión).
En
el derecho estadounidense y, en particular, en los tribunales de
Nueva York (donde la mayoría de nuestros contratos de deuda tienen
jurisdicción y legislación aplicable), podemos destacar que se
aplica la “defensa de imposibilidad de cumplimiento”, a partir de
los casos Kolodin v. Valenti (979 NYS 2d 587 589 1st. Dep’t 2014),
por el cual “La defensa de imposibilidad está permitida cuando la
destrucción de los medios de cumplimiento de una obligación por
fuerza mayor hace que el cumplimiento del contrato sea objetivamente
imposible”, y el caso Kelm Kim Corp (70 NY 2d at 902), donde se
estableció que dicha Defensa de imposibilidad opera cuando “el
cumplimiento de una obligación debe ser imposible por un evento
imprevisto que no pudo anticiparse o protegerse en el contrato”. En
los tribunales ingleses se aplican los Unfair contract terms act
1977, en igual sintonía con el derecho argentino, donde las partes
pueden suspender –y hasta revisar- los términos de un contrato
cuando una fuerza mayor las imposibilita de cumplir con sus
prestaciones-.
A
modo de ejemplo, el famoso y vergonzoso endeudamiento en dólares por
100 años (Bono AC17) se concretó mediante una emisión de títulos
de deuda autorizada por el art. 34 de la ley 27.341 de Presupuesto
2017 y el Decreto PEN 29/17.
La
norma que dio origen a su emisión fue la Resolución del Ministerio
de Finanzas 97-E/2017, que estableció un conjunto de bancos privados
extranjeros que serían los agentes colocadores intermediarios de los
bonos en el mercado de Nueva York (Citigroup Global Markets Inc.,
HSBC Securities Inc., Nomura Securities Intemational, Inc. y
Santander Investment Securities lnc.), muchos de los bancos que hoy
ofician de intermediarios en el nuevo canje que se propone para 2020.
Dicha
Resolución aprobó como Anexo IV el prospecto jurídico de la
emisión de los títulos, denominada “REGISTRATION RIGHTS
AGREEMENT”, la cual consta de 59 páginas en inglés y en español,
constituyendo un modelo típico de prospecto para este tipo de
emisión de deuda pública en el mercado de Nueva York, similar al de
las otras colocaciones de deuda realizadas mediante bonos (80 mil
millones de dólares que pretenden ser negociados en el nuevo canje).
Tal
prospecto no menciona en ninguna de sus páginas, en forma directa o
indirecta, los supuestos de fuerza mayor o caso fortuito (force
majeure / act of God). Lo que es importante subrayar es que en
NINGUNA de las colocaciones de deuda en moneda extranjera o sometida
a legislación foránea, fueron previstos supuestos especiales frente
a fuerza mayor o caso fortuito.
Lo
antedicho implica que si no fue previsto el supuesto de fuerza mayor
debe aplicarse la legislación y jurisprudencia del caso, que son a
favor del deudor cuyo cumplimiento de la obligación se torna
imposible, por lo que puede plantearse el no pago y la revisión de
los acuerdos, hasta su rescisión sin derecho indemnizatorio.
En
definitiva, Argentina enfrenta pagos de VENCIMIENTOS de deuda que
alcanzan los 224 mil millones de dólares hasta 2023, lo que resulta
increíble con el hecho de que si pagamos tales vencimientos vamos a
seguir debiendo casi lo mismo (más de 300 mil millones de dólares),
pues se trata en su mayoría de VENCIMIENTOS DE INTERESES.
Por
otro lado, Argentina enfrenta el latido de una de sus peores crisis
económicas y sociales, toda vez que nuclea un déficit fiscal
similar al que significó el final del gobierno de Alfonsín y la
hiperinflación en 1989, así como un déficit del sector externo
mayor al que concluyó con el gobierno de De la Rúa y llevó al
corralito por falta de dólares en 2001. Tales fenómenos se
reunieron en espacio y tiempo y suponen una bomba de tiempo que el
Covid19 no hizo más que potenciar, con uno de cada dos niños y
niñas que pasan hambre y una desocupación récord de dos dígitos.
Hoy
la solución no basta con imprimir dinero, porque poner dinero en el
bolsillo de las personas sin un trabajo o producción real que se
genere como contra partida, puede tener un efecto hiperinflacionario
frente a una economía estancada.
Tampoco
es posible seguir endeudándose, en tanto esa trampa sólo sirve para
generar un negocio ficticio para un conjunto de intermediarios
extranjeros y locales que cobran comisiones por cada colocación, así
como para los actores del sistema financiero global que utilizan la
deuda pública como instrumento de sometimiento de los Estados.
Es
necesario frenar la sangría de dólares que permitirían adquirir
los bienes de capital e insumos básicos para el desarrollo
productivo del país. Es fundamental iniciar un nuevo ciclo de
producción y crecimiento que sólo podrá ser posible si el Estado
toma decisiones soberanas y planifica su economía hacia el futuro.
El
llamado a la responsabilidad humana
Nuestra
disciplina jurídica tiene dos claros caminos frente a nuestra casa
común que sufre un histórico incendio en todos sus rincones: o
entra a salvar a los seres humanos que quedaron atrapados entre el
fuego destructor, o trata de salvar la biblioteca de roble francés y
los viejos cuadros que adornaban la sala principal.
La
fuerza mayor global es un supuesto que permitirá a la Argentina
patear el tablero actual en el que se encuentra empantanada,
utilizando las propias reglas jurídicas del sistema global que le
impone la conducta indigna de vivir pagando y morir debiendo.
Los
recursos estratégicos del país y los servicios públicos esenciales
pueden ser recuperados bajo este supuesto, toda vez que los contratos
suscriptos no condicionan a la Argentina frente a una fuerza mayor,
sino todo lo contrario, deja librado a que la legislación aplicable
proteja la población en estas situaciones y permita la revisión de
los acuerdos.
El
planteo también es lógico desde el sentido común, que según
Cátulo Castillo suele ser “el menos común de los sentidos”:
¿por qué no recuperar a manos públicas los servicios privatizados
si es hoy el Estado quien debe financiar el pago de sueldos, subsidia
concesionarias y exime de impuestos a los titulares de tales
servicios, producto de la crisis? Resulta ser entonces que en la
explotación normal de los servicios públicos el Estado debe estar
ausente, aunque debe sí aparecer para asegurar la ganancia a los
privados titulares de los mismos.
De
igual modo sucede con la deuda en el plano internacional. La deuda le
significa al pueblo argentino millones de vidas que serán perdidas
en los próximos años, producto de la falta de fondos para afrontar
la crisis sanitaria, social y económica. Sin embargo, la deuda
argentina significa respecto a la economía global sólo el 0,6% de
su PBI mundial, sumado a que el mercado de bonos de deuda soberana de
todos los países del mundo representa en los instrumentos
financieros menos del 5% (más del 90% son derivados). En definitiva,
este tipo de decisiones serían sólo un estornudo en el mundo, si no
fuera por el grado de oxidación y podredumbre que merodea los
rascacielos espejados del sistema global.
Tales
políticas no sólo pueden ser implementadas por nuestro país, sino
también puede entablarse una acción regional coordinada, en la cual
se prevean herramientas continentales para la atención de ciertas
áreas estratégicas de la economía, así como fondos anticíclicos
frente a crisis financieras que puedan arrastrar a toda América
Latina.
Existen
ya herramientas como la Unión de Naciones Sudamericanas, de igual
modo que la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños y
el Banco del Sur, sólo falta la decisión política que países de
la envergadura de Argentina pueden pivotear.
Como
estamos en el mismo barco, somos todos y todas responsables
Surge
una nueva posibilidad frente a la fuerza mayor global: ampararnos en
las herramientas jurídicas globales con las que contamos y tomar
decisiones soberanas que nos dignifiquen como pueblo, como seres
humanos que entre la vida y la muerte preferimos elegir vivir digna y
libremente.
La
única deuda pendiente en nuestro país es la de la clase dirigente
de la democracia nacida en 1983, y en esto los y las profesionales
del país no escapan al llamado, pues todavía existen quienes
sostienen que la miseria no es un tema a resolver con urgencia, sino
una postal de un largo plazo siempre pendiente, que “pobres siempre
hay”, que lo importante es la pendiente de una curva y no los
rostros de injusticia que se multiplican en los rincones de Nuestra
América.
Los
eternos resignados y posibilistas que olvidan –salvo para reenviar
una foto en su aniversario- el testimonio de Evita en nuestro suelo,
el cual demostró que cuando hay voluntad puede terminarse con el
sufrimiento que supone la miseria.
¿Es
posible hablar de progreso cuando todavía existe el dolor de una
madre, que aguanta el hambre durante un día entero para darle de
comer un mate cocido con tostadas a sus hijos? No se trata de
ideologías, ni de perspectivas, ni de curvas… se trata de
realidades: mientras haya una sola persona que pasa hambre, no se
comprenden los aplausos ciegos a quienes tienen algún poder de
decisión o divulgación en esta tierra.
A
esta responsabilidad no escapa nuestra disciplina jurídica, pues en
un mundo superpoblado, superindustrializado, con un desarrollo
científico técnico más pendiente de la financiación que de la
finalidad humana, la ciencia moderna comienza a necesitar un
respirador artificial para seguir entre nosotros. Quizá los tiempos
que nos sigan contrastarán nuestras acciones con las exigencias de
su presente. Será tarea de historiadores.
En
todo esto fue muy contundente el Papa Francisco en el congreso
económico organizado ante las autoridades del FMI, representantes de
diferentes gobiernos y actores de las finanzas globales el
05/02/2020:
“Un
mundo rico y una economía vibrante pueden y deben acabar con la
pobreza… El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a
nuestro alrededor. Según informes oficiales el ingreso mundial de
este año será de casi 12.000 dólares por cápita. Sin embargo, se
calcula que aproximadamente cinco millones de niños menores de 5
años este año morirán a causa de la pobreza. Otros 260 millones
carecerán de educación debido a falta de recursos, las guerras y
las migraciones… se trata de problemas solucionables y no de
ausencia de recursos… No estamos condenados a la iniquidad
universal… Es necesaria una co-responsabilidad inspiradora y
esperanzadora para crear un clima de fraternidad y de renovada
confianza que abrace en conjunto la búsqueda de soluciones
innovadoras y humanizantes… Las exigencias morales de San Juan
Pablo II en 1991 resultan asombrosamente actuales hoy: “Es
ciertamente justo el principio de que las deudas deben ser pagadas.
No es lícito, en cambio, exigir o pretender su pago cuando éste
vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al
hambre y a la desesperación a poblaciones enteras. No se puede
pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios
insoportables. En estos casos es necesario —como, por lo demás,
está ocurriendo en parte— encontrar modalidades de reducción,
dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho
fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso”
(Centesimus Annus, § 35)… debemos construir puentes que favorezcan
el desarrollo de una mirada solidaria desde los bancos, las finanzas,
los gobiernos y las decisiones económicas. Necesitamos de muchas
voces capaces de pensar, desde una perspectiva poliédrica, las
diversas dimensiones de un problema global que afecta a nuestros
pueblos y a nuestras democracias”.
Hoy
el debate jurídico puede significar un nuevo renacimiento de nuestra
disciplina, si entendemos que el mundo requiere un nuevo ropaje
jurídico para cabalgar, con un fuerte protagonismo de lo
comunitario, con una vigorosa democracia social y participativa que
integre a los sectores de la vida nacional a los lugares de decisión,
con una decidida orientación de la política pública a la
protección de las vidas, la salud y el trabajo de las personas, como
única posibilidad de la subsistencia de cada pueblo.
Soberanía
no es un gobierno decidiendo, sino un gobierno decidiendo en base a
los intereses de su país y de la comunidad de familias,
trabajadores, sindicatos y empresas nacionales que representa. Para
que eso suceda no queda otro camino que el poder público integre a
los sectores de la vida nacional y planifique junto a ellos el
destino de grandeza y felicidad.
Tales
desafíos implican desde lo humano una nueva conversión espiritual,
cuestión que ya habían anticipado todos los líderes nacionales de
la historia del siglo 20. Un nuevo hombre y una nueva mujer, iguales
en oportunidades, amigos de la naturaleza y cuidadores de su casa
común, conectados con el otro y protectores del bien común. Las
utopías y los sueños son el eterno fuego al cual todavía tenemos
derecho. Un derecho que nace por pisar esta casa en la que vivimos.
Una
nueva filosofía, de raíz latinoamericana y profundamente humanista,
debe echar raíces para que florezca el renacer de las Ciencias, que
hoy desde el ámbito social y económico no logran ofrecer respuestas
novedosas para atender las tareas que el presente impone.
Bibliografía
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Giorgio. Estado
de excepción. Homo sacer, II, I. Adriana
Hidalgo Editora. Buenos Aires: 2005.
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Prelooker,
Mauricio. La
economía del desastre. Grupo
Editor del Encuentro. Buenos Aires: 1996.
Ugarteche
y Martínez-Ávila, La
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Notas
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- “Más de cien millones de personas pueden morir de hambre”. Publicado el 02/04/2019, en Naciones Unidas: https://news.un.org/es/story/2019/04/1453791. “Día Mundial de la Alimentación: 2,8 millones de niños mueren al año por causas relacionadas con la desnutrición”. Publicado en UNICEF: https://www.unicef.es/noticia/dia-mundial-de-la-alimentacion-28-millones-de-ninos-mueren-al-ano-por-causas-relacionadas.
- “El hambre en el mundo lleva tres años sin disminuir y la obesidad sigue creciendo”. Publicado el 15/07/2019 en Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/news-room/detail/15-07-2019-world-hunger-is-still-not-going-down-after-three-years-and-obesity-is-still-growing-un-report
- Guadagni, Alieto Aldo. “Hacia una nueva globalización”, publicado en Ámbito financiero, el 15/05/2020. Ver también: “El beneficiario inesperado del coronavirus: el planeta”. Publicado el 17/03/2020, en CNN: https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/17/hay-un-beneficiario-poco-probable-del-coronavirus-el-planeta/. “El parate mundial por el Covid-19 limpió los cielos y redujo el calentamiento global”. Publicado el 22/03/2020 en Infobae: https://www.infobae.com/economia/2020/03/22/el-parate-mundial-por-el-covid-19-limpio-los-cielos-y-redujo-el-calentamiento-global/
- “Frente al aumento de la pobreza infantil, UNICEF llama a fortalecer la protección social. Informe en el marco de COVID-19”. Publicado el 20/05/2020 en UNICEF: https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/Covid19-pobreza-desigualdad-infantil-2020
- “La ONU alerta sobre el Mapa del Hambre”. Publicado en La Vanguardia, el 17/01/2020: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200117/472922349545/hambre-africa-emergencia-climatica-onu-programa-mundial-de-alimentos-yemen-ayuda-alimentaria-hambruna.html
- “Sólo 62 personas tienen la mitad de la riqueza mundial”, publicado en Ámbito Financiero, 19/01/2016.
- “Piden (en Davos) más impuestos para los ricos”, publicado en Ámbito Financiero el 21/01/2020.
- “Bill Gates prometió donar 100 millones de dólares para combatir el coronavirus”. Publicado en Clarín el 05/02/2020: https://www.clarin.com/tecnologia/bill-gates-prometio-donacion-millonaria-combatir-nuevo-coronavirus_0_p4MqRyvE.html. “Coronavirus: Gates aportó 750 millones de dólares al proyecto de vacuna de Oxford”, publicado en Página 12, el 05/06/2020.
- “Frank Snowden. ‘Las epidemias son como mirarse al espejo de la humanidad, y puedo decir que no todo es bello’”. Publicado en La Nación el 29/03/2020.
- “Alemania rescata a sus grandes multinacionales (y sus acciones repuntan)”. Publicado en Ámbito financiero el 27/03/2020.
- “Las autoridades de 23 países en cinco continentes han buscado acceder a la tecnología de seguimiento de contactos de Apple Inc. y Google de Alphabet Inc., anunciaron ayer las compañías en el lanzamiento de la versión inicial del sistema. La tecnología de Apple y Google permitirá a los gobiernos que enfrentan al Covid 19 publicar aplicaciones móviles en los próximos días, que las compañías dijeron podrán registrar de manera confiable a los usuarios que mantienen proximidad física por al menos cinco minutos. Un usuario que posteriormente se infecte con el virus podría usar la aplicación para notificar de manera automática y anónima a sus contactos recientes. Algunos gobiernos han aplaudido el sistema, que podría ayudarlos a examinar y aislar individuos potencialmente infectados de forma eficiente que mediante las consultas que buscan que recuerden sus interacciones recientes”, publicado en Panorama Bursátil de Ámbito financiero el 21/05/2020. Ver también: GATES, Bill. “31 questions and answers about COVID-19”, publicado en su portal web personal Gates notes el 19/03/2020: https://www.gatesnotes.com/Health/A-coronavirus-AMA. “Crece la presión internacional para que la vacuna contra el Covid19 sea bien público mundial”, publicado en Ámbito financiero el 19/05/2020. “El retorno de los desconocidos de Siempre”, escrito por Walter Graziano para Ámbito financiero, el 05/05/2020. “Elon Musk says there's a chance his AI-brain-chip company will be putting implants in humans within a year”, publicado en Business insider el 07/05/2020: https://www.businessinsider.com/elon-musk-neuralink-brain-chip-put-in-human-within-year-2020-5
- No sólo lo hizo Bill Gates en una charla TED en 2015, sino que un estudio de 2015, dirigido por Ralph Baric y el grupo de científicos norteamericanos que venían abordando el virus del SARS (síndrome respiratorio agudo severo) proveniente de los murciélagos de herradura chinos, advertían la inminente posibilidad de un nuevo brote. En 2002 y 2003, el SARS, que se originó en estos mamíferos voladores, se extendió por China y otros países, cobrándose la vida de unas 800 personas. El estudio de hace cinco años, sugería "un riesgo potencial de la reaparición del SARS-CoV de los virus que circulan actualmente en poblaciones de murciélagos" y subrayó que el nuevo virus sería capaz de transmitirse directamente de murciélagos a humanos. En aquel entonces, Baric dijo: "Los estudios han pronosticado la existencia de casi 5.000 coronavirus en poblaciones de murciélagos y algunos de estos tienen el potencial de emerger como patógenos humanos". Por último, concluyó en 2015 que "Esta no es una situación de 'si' habrá un brote de uno de estos coronavirus, sino más bien cuándo aparecerá y qué tan preparados estaremos para abordarlo".
- Las grandes multinacionales que manejan el comercio internacional de productos de origen agropecuario: Cargill, ADM Agro, Bunge, Dreyfus y COFCO. Ver “En 2018, cinco exportadoras concentraron el 54,4% de las ventas de granos y subproductos, las primeras 10 lo hicieron en un 90%”, publicado en La Nación el 27/02/2019.
- Datos recolectados del INDEC y Ministerio de Economía de la Nación.
- Ver Informe Comisión Especial Investigadora sobre Hechos Ilícitos Vinculados con el Lavado de Dinero en 2001. Informe del Banco Central de la República Argentina en 2007. Lista Falciani 2008. Informe de la Unidad de Investigación Financiera de 2015 y Comisión Bicameral Especial Investigadora de Instrumentos Bancarios y Financieros Destinados A Facilitar la Evasión de Tributos y la Consecuente Salida de Divisas del País (Ley 27.094). Informe del Banco Central de la República Argentina “Mercado de Cambios, deuda y formación de activos externos 2015-2019”.
- “Elsztain: ‘Argentina ha sido volátil durante 40 años’”, publicado en Ámbito Financiero el 18/02/2020.
- “Emisión monetaria infinita o inflación discriminante: ¿dónde y cuándo?”. Publicado en El Cronista Comercial el 01/06/2020. “EEUU ultima un megaplán de estímulo de USD 4 billones para evitar un colapso económico”, publicado en Ámbito financiero el 23/03/2020. “Trump presiona a la Fed a que dé un paso impensado: avalar tasas de interés negativas”, publicado en Ámbito financiero el 13/05/2020.
- “UE: crisis económica”, publicado en Ámbito financiero el 28/05/2020. “Propone la UE un plan de rescate sin precedentes de $825.000 millones”, publicado en Ámbito financiero el 28/05/2020. “Mercados desequilibrados”, publicado en Ámbito financiero el 23/03/2020.
- “Desafío 2020: el Banco Central se propone impulsar el crédito”, publicado en Ámbito Financiero el 11/06/2020.
- “El virus manda (pero el cash es rey)”, publicado en Ámbito financiero el 23/03/2020.
- “Larry Fink, el inevitable socio del país y la llave para un acuerdo final”. Publicado en Ámbito financiero el 21/05/2020.
- “Los ETF de oro con récords. BlackRock, en la mira de Wall Street”. Publicado en Ámbito Financiero el 05/06/2020.
- “’At the end of the day, the market has no conscience.’ CNBC’s Jim Cramer: ‘Nobody is investing to make the world a better place’”. Publicado en Marketwatch.com el 02/06/2020.
- “Trump sentencia: ‘La era de la globalización se terminó’”. Publicado en Ámbito financiero el 15/05/2020.
- “La receta del IIF para enfrentar crisis Covid-19”, publicado en Ámbito financiero el 23/03/2020.
- “Hay más de 470 millones de personas con problemas laborales en el mundo”, ver informe de la OIT de Tendencias 2020, publicado en Ámbito Financiero el 21/01/2020.
- “La cantidad de trabajadores registrados es la más baja en 12 años”, publicado en BAE Negocios, el 26/12/2019.
- “Panorama bursátil”, publicado en Ámbito financiero el 05/02/2020.
- “Agro: podrían ingresar hasta USD 28.000 millones”. Publicado en Ámbito Financiero el 26/05/2020.
- Moreno, Guillermo; Comari, Claudio y Carbonetto, Sergio. “¿Quién debe pagar la deuda?”, nota publicada en BAE Negocios el 09/02/2020.
- “La suba del oro empuja el frente externo de la Argentina”, publicada en Ámbito Financiero el 26/05/2020.
- Datos del Ministerio de Economía, publicados en Ámbito financiero el 26/05/2020 en el suplemento Charlas de quincho.
- “CABA concentra el 43% de los seguros de personas”, publicada en Ámbito Financiero el 10/06/2020.
- Borinsky, Mariano; Pascual, Juan Ignacio. “Covid19: estado de necesidad y delitos fiscales”, publicado en Ámbito financiero el 06/05/2020. El primero es Juez de Cámara Federal de Casación Penal, doctor en Derecho Penal UBA, el segundo es Secretario de Cámara en CFCP. Alfaro, Carlos E. y Lorenti, Pedro. “Coronavirus y fuerza mayor contractual”, publicado en Ámbito financiero el 16/03/2020. Roca, Carlos. “Política tributaria, finanzas públicas y progresividad en tiempos de catástrofe”, publicado en Ámbito Financiero el 12/05/2020.
- “Los números que analizó el Gobierno para decidir la expropiación de Vicentin”. Publicado en Ámbito Financiero el 08/06/2020.
Imagen: Mary
Abbott, Todo verde, 1954
https://denverartmuseum.org/exhibitions/women-abstract-expressionism