LA
INFLUENCIA DE ANTONIO PELLICER PARAIRE EN LA CREACIÓN DE LA PRIMERA
FEDERACIÓN OBRERA ARGENTINA: LA FEDERACIÓN OBRERA REGIONAL
ARGENTINA (F.O.R.A.)1 por Leonardo
Elgorriaga

Introducción
El
presente trabajo es una investigación sobre la influencia de los
internacionalistas españoles en el surgimiento y modo de
organización de la primera federación obrera que se consolidó en
la Argentina: la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), a
través de uno de esos internacionalistas: Antonio Pellicer Paraire.
Es también un trabajo que investiga en forma indirecta la influencia
que tuvo la fracción libertaria de la Primera Internacional en el
nacimiento y consolidación del movimiento sindical argentino.
Movimiento sindical que tuvo un temprano desarrollo en comparación
con otros países de la región y su importancia como actor social
clave en la definición de las relaciones laborales llega hasta
nuestros días.
La
historiografía social argentina tiene una enorme deuda con la figura
de Antonio Pellicer Paraire. Salvo contadas investigaciones que
supieron dar cuenta de su presencia dentro de la historia sindical
argentina, se trata de un personaje prácticamente desconocido para
el gran público argentino. Sin embargo, se trata de una persona cuyo
rol fue clave para dar nacimiento a la primera federación obrera que
buscó unir los lazos de solidaridad entre todos los trabajadores y
trabajadoras de la Argentina. Y es que la deuda que la historiografía
social argentina tiene con Antonio Pellicer Paraire la tiene también
con los internacionalistas españoles, y junto con ellos, con la
fracción libertaria de la Primera Internacional. Clásicos trabajos
de investigación sobre la presencia de la Primera Internacional en
la Argentina se han limitado a estudiar al temprano núcleo de
exiliados franceses radicados en Buenos Aires luego de la derrota de
la Comuna de París2.
La permanencia e influencia de ese núcleo de internacionalistas
franceses sobre el movimiento sindical argentino fue prácticamente
nula, disolviéndose al poco tiempo de su constitución y sus
miembros se dispersaron.
Otras
investigaciones se concentraron en los exiliados socialistas alemanes
que llegaron a la Argentina en la década de 1880 producto de las
leyes represivas dictadas por el mariscal Bismarck3
en ese país. Estos últimos, más vinculados a la línea de lo que
fue la Segunda Internacional, pudieron efectivamente establecerse y
desarrollar una militancia sindical que los llevó a formar parte de
los primeros esfuerzos para intentar crear una federación obrera en
la Argentina. Pero esos esfuerzos lamentablemente fracasaron y la
actividad de los exiliados socialistas alemanes se volcó cada vez
más de lleno hacia la militancia político-partidaria dentro del
Partido Socialista Obrero Argentino, y la incidencia de los mismos
dentro de las organizaciones sindicales fue cada vez menor en la
medida en que anarquistas y sindicalistas revolucionarios fueron
adquiriendo cada vez más presencia dentro de esas organizaciones en
desmedro de los militantes socialistas.
Existió
otra presencia de La Internacional en la Argentina que sentó las
bases para la primera organización federativa y que marcó una época
para las luchas de los trabajadores y trabajadoras del país. Esa
presencia tuvo como representante destacado a un modesto tipógrafo
catalán que aplicó principios y formas de organización adoptados
por la sección de la Primera Internacional en España. Existió
efectivamente una presencia de la Primera Internacional en la
Argentina que dejó raíces duraderas en el movimiento sindical y
cuyo estudio sin dudas nos lo debemos. El presente trabajo es un
humilde aporte en ese sentido.
La
actuación de Antonio Pellicer Paraire en la Federación Regional
Española y en la Federación de Trabajadores de la Región Española
Antonio
Pellicer Paraire nace el 23 de febrero de 1851 en Barcelona en el
seno de una familia de artistas y de personas sumamente comprometidas
con la realidad política y social de la época. Su padre del mismo
nombre fallece en el año 1868 en una manifestación producida en
Barcelona durante la Revolución “Septembrina”. Su tío era el
famoso pintor catalán José Luis Pellicer y Fenyé (1842-1901),
miembro de la Academia de Bellas Artes de San Jorge en donde Antonio
ingresó a trabajar desde muy joven aprendiendo el oficio de
tipógrafo a la corta edad de 11 años. Su primo hermano era Rafael
Farga Pellicer (1844-1890), pintor y también tipógrafo, con quien
Antonio compartiría su militancia dentro de los primeros núcleos
internacionalistas barceloneses surgidos a partir de la visita en esa
ciudad del reconocido anarquista italiano Giuseppe Fanelli, enviado a
España por el mismo Mijaíl Bakunin para difundir los principios de
la Alianza Internacional de la Democracia Socialista. Farga Pellicer,
primo de Antonio, fue una figura destacada dentro de la Federación
Regional Española (FRE-AIT), habiendo sido uno de los organizadores
de los primeros congresos que llevarían a la constitución
definitiva de dicha federación como sección regional de la
Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), también conocida
como Primera Internacional. Rafael Farga Pellicer asistió en
septiembre de 1869 al Cuarto Congreso de la Primera Internacional
realizado en Basilea en representación del Centro Federal de
Sociedades Obreras de Barcelona en donde conocería a Mijaíl
Bakunin, y luego como delegado de la FRE-AIT en el Quinto Congreso
realizado en La Haya en septiembre de 1872 donde se opondría a la
expulsión de Mijaíl Bakunin y James Guillaume4.
La
FRE-AIT fue creada en el Congreso Obrero de Barcelona celebrado el 19
de junio de 1970 al cual asistieron unos 100 delegados de diversas
provincias5
y se adhirió poco después a la Primera Internacional. Antonio
Pellicer Paraire fue elegido secretario de la Sección de Noógrafos
y luego delegado por la sección de tipógrafos de Reus en el
Congreso de la Unión de Noógrafos de la FRE-AIT celebrado en
octubre de 1872 donde fue elegido secretario de la Comarca del
Oeste6.
Resulta de particular importancia resaltar los acuerdos sobre
Organización Social de los Trabajadores aprobados por la FRE-AIT en
su Congreso inaugural, dado que esos modos de organización serán
transmitidos por Antonio Pellicer Paraire durante su definitiva
residencia en la Argentina:
“1°
En cada localidad se organizarán en secciones los trabajadores de
cada oficio, organizándose además una sección que comprenderá en
su seno a todos los individuos de los diferentes oficios que no hayan
constituido aún sección, y la cual será sección de oficios
varios.
2°
Todas las secciones de oficio de una misma localidad se federarán
organizando la cooperación solidaria y demás cuestiones de
socorros, instrucción, etc., de grande interés para los
trabajadores.
3°
Las secciones del mismo oficio en las diferentes localidades, se
federarán entre sí para organizar la resistencia solidaria.
4°
Las federaciones locales se federarán para formar la Federación
Regional Española, cuya representación será un Consejo federal
elegido por los Congresos.
5°
Todas las secciones de oficio, federaciones locales, federaciones de
oficios, así como la federación regional, se regirán por los
reglamentos típicos respectivos determinados por los Congresos.
6°
Que todos los trabajadores representados en Congresos obreros,
determinen por boca de sus delegados la vida y progresos de la
organización”7.
Este
acuerdo sobre el modo de organización social de los trabajadores de
la FRE-AIT es anterior a la fractura definitiva de la Primera
Internacional luego del Congreso de La Haya celebrado en septiembre
de 1872, al cual asistió Rafael Farga Pellicer entre los delegados
de la FRE-AIT. Los avatares producidos en el seno de La Internacional
exceden los alcances del presente trabajo, pero podemos decir que,
más allá de los conflictos personales y sucesos circunstanciales
que desembocaron en la fractura definitiva de la Primera
Internacional, el Congreso de La Haya desnudó dos concepciones
diametralmente opuestas sobre el modo de organización de la clase
trabajadora y los medios a utilizar por ésta para remover el orden
social existente que imposibilitaba la convivencia de esas dos
tendencias dentro de una misma organización internacional.
Una
de esas concepciones era la de Karl Marx y sus partidarios quienes,
previo al Congreso de La Haya, habían logrado aprobar en la
Conferencia de Londres una modificación a los Estatutos Generales de
la AIT que decía:
“En
su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el
proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él
mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos
partidos políticos creados por las clases poseedoras. Esta
constitución del proletariado en partido político es indispensable
para asegurar el triunfo de la Revolución social y de su fin
supremo: la abolición de clases. La coalición de las fuerzas de la
clase obrera, lograda ya por la lucha económica debe servirle
asimismo de palanca en su lucha contra el Poder político de sus
explotadores. Puesto que los señores de la tierra y del capital se
sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y
perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la
conquista del Poder político se ha convertido en el gran deber del
proletariado”.
Esta
modificación a los Estatutos Generales de la AIT a propuestas de
Marx, establecía que la clase proletaria debía crear sus propios
partidos políticos para conquistar el aparato de Estado y alcanzar
así el poder político para con éste lograr remover los privilegios
que sustentan la dominación de la clase burguesa. Asimismo, la
modificación introducida considera insuficiente a la organización
sindical y a la lucha económica que lleva adelante la misma como
medios para alcanzar definitivamente la revolución social, sirviendo
la lucha económica sólo como una “palanca” en la lucha que la
clase obrera lleva adelante contra el poder político de la clase
explotadora.
La
otra posición dentro de la Internacional era la de Mijaíl Bakunin y
sus adeptos. Inmediatamente después de finalizado el Congreso de La
Haya y aprobada la modificación introducida en los Estatutos
Generales de la AIT propuesto por los seguidores de Marx, los
partidarios de Bakunin celebraron un congreso en Saint Imier el 15 de
septiembre de 1872 en donde quedaría constituida otra fracción de
la Internacional que, según su parecer, continuaría los principios
que dieron origen a la AIT. En el Congreso de Saint Imier, al cual
concurrió también Rafael Farga Pellicer entre los delegados
españoles, se aprobó un documento sobre la “Naturaleza de la
acción política de la clase trabajadora” que es una definitiva
oposición a la postura de los partidarios de Karl Marx sobre el
carácter de la lucha política y del poder político en sí mismo.
En ese documento se declara:
“Que
querer imponer al proletariado una línea de conducta o un programa
político uniforme, como la única vía que pueda conducirlo a su
emancipación social, es una pretensión tan absurda como
reaccionaria;
Que
nadie tiene derecho a privar a las secciones y federaciones autónomas
el derecho irrefutable a dirigirse por sí mismas y seguir la línea
de conducta política que crean la mejor, y que toda tentativa
similar conduciría fatalmente al más repugnante dogmatismo;
Que
las aspiraciones del proletariado no pueden tener otro objetivo que
el establecimiento de organizaciones y federaciones económicas
absolutamente libres, fundadas sobre el trabajo y la igualdad de
todos y absolutamente independientes de todo gobierno político, y
que estas organizaciones y federaciones no pueden ser otra cosa que
el resultado de la acción espontánea del proletariado, de las
organizaciones de oficio y de los municipios autónomos;
Que
toda organización política no puede ser otra cosa que la
organización del dominio en beneficio de una clase y en detrimento
de las masas, y que el proletariado, si quisiera apoderarse del
poder, se convertiría en una clase dominante y explotadora.
El
congreso reunido en Saint-Imier declara:
1.-
Que la destrucción de todo poder político es el primer deber del
proletariado;
2.-
Que toda organización de un poder político llamado provisional y
revolucionario para llevar a esa destrucción no puede ser otra cosa
que un engaño más, y sería tan peligroso para el proletariado como
todos los gobiernos existentes en la actualidad;
3.-
Que rechazando todo compromiso para llegar a la realización de la
revolución social, los proletarios de todos los países deben
establecer, fuera de toda política burguesa, la solidaridad de la
acción revolucionaria”.
De
esta manera, para los asistentes al Congreso de Saint Imier, la clase
trabajadora debe aspirar a la destrucción de todo poder político
absteniéndose de intentar conquistar el mismo en su beneficio ya
que, considerándose a la organización política como el dominio de
unos pocos en detrimento de las mayorías, ello la convertirá en una
nueva clase dominante y explotadora. Se trata de una clara condena a
la doctrina de la dictadura del proletariado de Karl Marx como poder
político provisional y una oposición rotunda a la modificación
introducida en los Estatutos Generales de la AIT. Al mismo tiempo,
sus considerandos dejan entrever el rol exclusivo que tiene la
organización económica, libre y federativa de la clase trabajadora
para su definitiva emancipación, en el cual el accionar de las
organizaciones de oficio resulta preponderante en la lucha económica
contra el capital. La nueva fracción de la Internacional se
autodefinía así como antiautoritaria y continuadora del principio
de acción directa expresado en la máxima: “La
emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros
mismos”, con que comenzaban los
Estatutos Generales de la Primera Internacional.
La
FRE-AIT en su Congreso de Córdoba del 25 de diciembre de 1872
adhirió a la fracción de La Internacional resultante del Congreso
de Saint Imier y rechazó los acuerdos del Congreso de La Haya por
considerarlos “…nocivos y contrarios
a la marcha que debe seguir el proletariado”8.
Por ese entonces la FRE-AIT contaba con un gran número de sociedades
obreras y federaciones locales, participando Antonio Pellicer Paraire
como delegado de la sección de tipógrafos de Reus. El desarrollo y
crecimiento de la FRE-AIT se detendría rápidamente como producto de
la persecución política de la cual fue objeto a partir del año
1873 con la asunción de Emilio Castelar en la presidencia de la
Primera República. Esta situación obligó a la FRE-AIT a adoptar
rasgos más propios de una organización secreta, produciéndose en
Barcelona una reorganización de la Alianza de la Democracia
Socialista entre cuyos miembros se encontraba el propio Antonio
Pellicer Paraire. La clandestinidad de la FRE-AIT se extremó a
partir del 10 de enero de 1874 en que fue declarada prohibida y
perseguida por el gobierno del Gral. Francisco Serrano, prohibición
que duraría hasta el año 1881.
Durante
el período de prohibición y de clandestinidad de la FRE-AIT,
Antonio Pellicer Paraire parte en 1875 aparentemente en carácter de
exiliado a Cuba, México y Estados Unidos, viaje que duraría cuatro
años. Al volver en 1879 a Barcelona se incorpora a la sección
secreta de Noógrafos en la Sociedad Tipográfica fundada ese año.
Los conflictos internos ocurridos dentro de la FRE-AIT y las
dificultades impuestas por la clandestinidad pusieron fin a la
existencia de dicha federación en 1881. Inmediatamente las
sociedades obreras de Barcelona emprendieron la labor de reconstituir
la federación con un perfil más obrerista y sin las limitaciones
propias de la clandestinidad. De esta manera, se convocó a un
congreso en dicha ciudad para los días 23, 24 y 25 de septiembre de
1881 en donde se constituyó la Federación de Trabajadores de la
Región Española (FTRE). Antonio Pellicer Paraire fue elegido
miembro de la Comisión Federal de la nueva federación regional. En
dicho Congreso se aprobó una declaración que dejaba en claro su
postura contraria a toda política partidaria y su carácter de
organización económica de los trabajadores de la región, y cuya
parte pertinente decía:
“Nuestra
organización, puramente económica, es distinta y opuesta a la de
todos los partidos políticos burgueses y políticos obreros, puesto
que así como ellos se organizan para la conquista del poder
político, nosotros nos organizamos para que los Estados políticos y
jurídicos actualmente existentes queden reducidos a funciones
puramente económicas, estableciendo en su lugar una libre Federación
de libres asociaciones de productores libres. Por lo manifestado se
comprende perfectamente que somos adversarios de toda política
parlamentaria y decididos campeones de la lucha económica, de la
política demoledora de todos los privilegios y de todos los
monopolios de esta injusta organización social presente”.
Los
Estatutos de la FTRE comenzaban anunciando casi textual las mismas
líneas con que comenzaban los Estatutos Generales de la Primera
Internacional: “Que la emancipación
social de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”,
reafirmando de esta manera su postura favorable al principio de
acción directa. El modo de organización de la nueva federación
regional continuaba los grandes lineamientos de su antecesora,
estableciendo que las secciones de oficio conformen federaciones
locales y éstas comarcales que mantendrán relación con la
federación regional a través de su Comisión Federal que es el
centro de correspondencia y estadística de la FTRE. Para su segundo
congreso celebrado en septiembre de 1882 en Sevilla, la FTRE contaba
con 58.000 afiliados y 218 federaciones locales. Pero en los años
inmediatamente posteriores nuevos enfrentamientos internos llevaron
lentamente de la disolución de la FTRE, la cual se produjo en el
Congreso de Barcelona celebrado en mayo de 1888.
Antonio
Pellicer Paraire tuvo una intensa actividad dentro de la FTRE,
primero como miembro de su Comisión Federal desde 1881 hasta el año
1883, y como orador en veladas, mítines y conferencias. También
tuvo participación en la prensa anarquista de la época en
periódicos como La Asociación, El Productor, La Crónica de los
Trabajadores, la Revolución Social de Madrid y Acracia. Producida la
disolución de la FTRE, Antonio Pellicer Paraire parte en el año
1891 hacia Buenos Aires llevando consigo toda su experiencia y
conocimientos adquiridos entre los internacionalistas y aliancistas
españoles.
Antonio
Pellicer Paraire en Argentina y el contexto sindical en el cual se
inserta
Cuando
Antonio Pellicer Paraire llega a Buenos Aires en 1891, la Argentina
comenzaba a transitar un reflujo de la actividad sindical iniciada en
los años previos. Si bien existen registros de organizaciones
sindicales y experiencias huelguísticas en años anteriores, la
actividad sindical en Argentina tuvo visibilidad recién para la
segunda mitad de la década de 1880 en la ciudad de Buenos Aires,
protagonizada por un puñado de sociedades de resistencia de oficio.
Entre las primeras de ellas se encontraba la “Sociedad Cosmopolita
de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos” creada en 1887
por iniciativa de un inmigrante italiano Ettore Mattei, y cuyos
estatutos fueron redactados por el reconocido militante anarquista
italiano Errico Malatesta por ese entonces exiliado en la Argentina
(1885-1889)9.
Este surgimiento de la actividad sindical llevó al primer intento de
crear una federación obrera que reuniera a todas las sociedades
obreras existentes, iniciativa que surgió luego del primer acto en
conmemoración del 1º de mayo realizado en la Argentina en el año
1890. Esta primera federación obrera es oficialmente lanzada a
comienzos de 1891 y en su conformación se notó la influencia de
militantes socialistas, varios de los cuales serían luego los
fundadores del Partido Socialista Obrero Argentino. Esta influencia
estaba dada principalmente por los miembros del Club Vorwärts
fundado en Buenos Aires en 1882 por inmigrantes socialistas alemanes
exiliados por las medidas represivas del mariscal Bismarck en dicho
país. El primer intento federativo producido en la Argentina surgía
de esta manera bajo la influencia de los movimientos políticos que
se sucedían en ese momento en Europa, en donde a partir de 1889 se
había conformado en París una Segunda Internacional con claro
predominio de la línea trazada por el Partido Socialdemócrata
Alemán, que recomendaba la creación de partidos socialistas
nacionales y la obtención de leyes protectoras del trabajo. Esta
influencia llevó a que la actividad de esa primera federación
obrera se centrara en enviar propuestas de reformas legislativas al
Congreso Nacional y al Consejo de Deliberantes de la Ciudad de Buenos
Aires, las cuales no tuvieron respuesta favorable por la elite
política de ese entonces. Pero la crisis económica de 1891-93
provocó un reflujo de la actividad sindical y política en la
Argentina lo que provocó que dicha federación obrera finalizara su
actividad para el año 1892. Quienes la impulsaron iniciarían luego
el proceso que llevaría a la creación del Partido Socialista Obrero
Argentino en el año 1896, primer partido obrero del país,
respondiendo más fielmente al perfil ideológico del ala socialista
porteña influenciada por los partidos socialdemócratas europeos,
anteponiendo la lucha política, electoral y parlamentaria por sobre
la lucha económica, sindical y huelguística.
A
partir del reflujo de la actividad sindical producto de la crisis
económica de 1890, se produjo un crecimiento de la tendencia
antiorganizadora dentro del anarquismo local representada
principalmente por periódicos como “El Perseguido” (1890-1896) y
“El Rebelde” (1898-1903). Los anarquistas antiorganizadores se
reivindicaban comunistas anárquicos y se oponían a la participación
de los anarquistas dentro de las sociedades de resistencia y
cuestionaban la eficacia de la huelga como arma revolucionaria.
Consideraban que las sociedades obreras con sus reglamentos y
estructuras internas seguían siendo organizaciones autoritarias que
ahogaban la espontaneidad de la acción revolucionaria. Es por ello
que propiciaban la creación de grupos de afinidad mucho más
efímeros y dinámicos, concentrando su accionar en la propaganda y
difusión de las ideas anarquistas. Una de las figuras más
destacadas del anarquismo antiorganizador era Rafael Roca, español
nacido en 1859, y que participó en su país de origen en los
periódicos comunista anárquicos “La Justicia Humana” y “Tierra
y Libertad”. Rafael Roca trajo consigo a la Argentina todo un
recorrido de polémicas con los colectivistas españoles nucleados en
la FTRE, donde Antonio Pellicer Paraire había sido miembro de su
Comisión Federal como mencionamos anteriormente. Rafael Roca era uno
de los principales publicistas del periódico “El Perseguido”,
periódico entre cuyos grupos fundadores se encontraba el denominado
“Los Desheredados”, mismo nombre que llevara una de las
fracciones que se había separado de la FTRE en su Congreso de
Sevilla de 1882 cuando Antonio Pellicer Paraire era todavía miembro
de su Comisión Federal10.
Los anarquistas antiorganizadores no sólo polemizaban con los
socialistas locales sino que también cuestionaban muy duramente a
sus pares “organizadores” por ser éstos favorables a la
actividad de los anarquistas en las sociedades obreras y en los
movimientos huelguísticos. Esta polémica dentro de las filas del
anarquismo local tendrá un giro significativo a partir del año 1894
cuando se produce un nuevo aumento de la actividad sindical y
huelguística en el país, y un crecimiento de la actividad de los
anarquistas organizadores en publicaciones favorables a esa tendencia
como “El Oprimido” (1894), “L´Avvenire” (1895) y
fundamentalmente “La Protesta Humana” (1897).
El
cuadro antes descripto fue el que encontró Antonio Pellicer Paraire
cuando llegó a la Argentina. Sus primeros años en el país fueron
dedicados a desarrollar y difundir su oficio de tipógrafo trabajando
en la Casa Editorial Curt Berger y Compañía11.
Fundó la revista “La Noografía” y otras publicaciones
relacionadas a las artes gráficas y fomentó la creación de la
Escuela Tipográfica Argentina. Su militancia ácrata en la Argentina
se inicia recién en el año 1898 mediante la publicación de sendos
artículos en la revista anarquista Ciencia Social (1897-1901)
dirigida por Fortunato Serantoni12.
En el año 1900 realizó una serie de conferencias sobre sociología
que fueron publicadas en un libro llamado “Conferencias Populares
sobre Sociología”13
con un clara perfil positivista y naturalista que aboga por una
sociedad conformada sobre la base del trabajo libre, la libre
asociación y el libre acuerdo.
Pero
en el medio donde Antonio Pellicer Paraire se hará conocer y cuya
influencia dentro del movimiento sindical y anarquista del país será
determinante fue en el periódico anarquista “La Protesta Humana”
dirigida en ese momento por otro obrero catalán Gregorio Inglán
Lafarga. En dicho periódico, Antonio Pellicer Paraire publica a
partir de noviembre de 1900 una serie de doce artículos titulados
“Organización Obrera”, en donde expone y fundamenta su postura
sobre cómo deben organizarse los trabajadores apelando a su rica
experiencia entre los internacionalistas españoles. En sus artículos
Antonio utiliza el seudónimo “Pellico” en posible alusión a la
enorme figura de su primo Rafael Farga Pellicer quién utilizaba el
seudónimo “Justo Pastor de Pellico”.
Los
artículos de Antonio Pellicer Paraire (Pellico) serán determinantes
para consagrar la preponderancia del sector organizador del
anarquismo por sobre el antiorganizador, fomentando la participación
de los trabajadores y trabajadoras libertarias dentro de la vida
sindical14.
El propio Pellico en uno de sus artículos afirma: “Por
fortuna, el espíritu de oposición a los gremios se ha desvanecido
ya casi completamente, porque era un gran error, de buena fe
sostenido sin duda, que el tiempo se ha encargado de demostrar, y, en
consecuencia, no es menester insistir para arraigar el convencimiento
de la necesidad y utilidad de las corporaciones gremiales, porque a
la convicción general en este sentido es un hecho notorio, como lo
es asimismo su natural complemento, la organización obrera en toda
su amplitud”15.
Las
críticas del sector antiorganizador a los artículos de Pellico no
se hicieron esperar y en los números del 9 y 14 de diciembre de 1900
del periódico El Rebelde se publicaron una nota editorial titulada
“Ciclón organizador” en la que se cuestiona el tipo de
organización fomentada por Pellico y se defiende la constitución de
grupos de afinidad por sobre las organizaciones federativas16.
Era evidente que el sector antiorganizador se sentía amenazado por
los artículos de Pellico. Este último no dejó pasar las críticas
del sector antiorganizador y en La Protesta Humana publica un
artículo titulado “Los Antiorganizadores”17
en donde responde a los cuestionamientos realizados en el periódico
El Rebelde. En ese artículo Pellico señala: “Viniendo
a las censuras a mi trabajo, claro es que no lo atacan por tener algo
malo, sino porque se trata de organización. No siendo
antiorganizadores u organizadores como ellos, exactamente, que debe
ser, por lo visto, la quintaesencia de la ciencia social, todo lo
demás para ellos es autoritario, perverso y casi inquisitorial. Es
así que se logran ciertos efectismos para los que no piensen hondo,
como es muy comodín decir esto es malo, porque a mí me da la gana
de llamarlo autoritario y otros calificativos, cuando lo que
precisaría sería demostrar no sólo los inconvenientes de una
organización, sino la estructura de otra mejor que respondiera a las
necesidades que se tienen en vista. Con esta base podríamos
discutir. Pero si yo me propongo el estudio de la mejor forma de
asociación de trabajadores, porque creo ello una necesidad imperiosa
y útil y altamente conducente a la emancipación social, y los
antiorganizadores creen no ser esto necesario ni útil ni procedente,
y, por tanto, que nada les importa sino sus microscópicos grupitos,
fácil es concebir que podríamos discutir toda la vida sin llegar a
solución, perdiendo lastimosamente el tiempo. Todo lo demás carece
de lógica, a mi entender”.
La
tendencia antiorganizadora dentro del anarquismo argentino perderá
cada vez más influencia dentro del movimiento obrero hasta
prácticamente desaparecer (el periódico El Rebelde cerró en 1903),
produciéndose recién a partir de la década del 20´ del siglo XX
un resurgimiento de las tendencias individualistas dentro del
anarquismo argentino. Entre tanto, la participación de los
anarquistas en el desarrollo y crecimiento de la actividad sindical
en la Argentina es decisiva siendo Antonio Pellicer Paraire uno de
los artífices fundamentales de ese fenómeno18.
La
segunda consecuencia que produjeron los artículos publicados por
Pellico en La Protesta Humana consistió en haber incidido en el
proceso que desembocó en la creación de la primera federación
obrera que se consolidó en la Argentina. Casi inmediatamente después
de finalizar la saga de artículos sobre organización obrera (el
último se publicó el 16 de febrero de 1901), varias sociedades
obreras realizaron dos reuniones, una el 19 de febrero y otra el 2 de
marzo de 1901, con vistas a convocar a un congreso gremial que
resolviera crear una federación obrera que reúna a todas las
sociedades obreras del país19.
El día 25 de mayo de 1901 se celebró dicho congreso en el cual
quedaría constituida la Federación Obrera Argentina (FOA), que a
partir del año 1904 pasará a denominarse en forma definitiva
Federación Obrera Regional Argentina (FORA)20.
La
diferencia con los anteriores intentos de crear una federación
obrera es que en éste caso contó con la adhesión de los
trabajadores anarquistas y de las sociedades obreras de esa
tendencia. Las anteriores experiencias fueron un intento impulsado
principalmente por el ala socialista del movimiento obrero que no
contó con el apoyo de los trabajadores anarquistas y por ello
fracasó en parte al no tener la adhesión de la mayor parte de las
sociedades obreras. La FOA fue producto del acuerdo momentáneo de
sociedades obreras tanto socialistas como anarquistas siendo la
participación de estos últimos resultado del predominio del ala
organizadora por sobre la antiorganizadora, en donde Pellico fue uno
de los artífices claves en ese predominio como antes lo mencionamos.
Los artículos de Pellico no sólo fueron impulsores directos del
congreso inaugural de la primera federación obrera regional que se
consolidó en la argentina21,
sino que además los mismos sentaron las bases para la forma de
organización que adoptará la misma después de la salida de las
sociedades de tendencia socialista luego del IIº Congreso de la FOA
celebrado en el año 1902. El modo de organización de la FRE-AIT y
la FTRE, y presentes en los artículos de Pellico, aparecerán luego
reflejados en el Pacto de Solidaridad aprobado por la FORA en el año
1904 y que será el documento más importante en la historia de dicha
federación22.
Análisis
de los artículos de Pellico sobre “Organización Obrera” en el
periódico La Protesta Humana (1900-1901)23
En
sus doce artículos titulados “Organización Obrera”, Pellico
proyecta un modelo de organización gremial y revolucionaria basado
en su larga experiencia entre los internacionalistas y aliancistas
españoles. Como dice Pellico en el primero de sus artículos: “La
fuerza reside en cada uno de nosotros, los oprimidos; pero esa fuerza
es nula sin asociación, sin organización. Entonces, si tenemos ya
un ideal, objetivo, para lograr su realización precisamos de la
organización”24.
Pero agrega también en otro artículo: “Lo que en este país ha
no arraigado suficientemente es la manera de formarse la asociación
gremial, los principios que deben mantenerse en ella, su
funcionamiento propio; pues no basta estar asociado, es preciso saber
cómo debe realizarse esta asociación”25.
A
continuación realizaremos un breve análisis de lo que entendemos
constituye el núcleo central del pensamiento de Antonio Pellicer
Paraire expresado en sus artículos titulados “Organización
Obrera” y que se verán luego reflejados en la forma de
organización que adoptará la FORA en su Pacto de Solidaridad del
año 1904.
En
uno de sus artículos Pellico señala que los principios de toda
asociación obrera son: Acratismo, Libre pacto y Solidaridad. Estos
principios se sintetizan en el llamado “Pacto de Solidaridad”:
“El Pacto de solidaridad encierra en su solo título los tres
principios esenciales a toda asociación obrera de aspiraciones
progresistas que enumerábamos en el segundo artículo: Acratismo,
Libre pacto, Solidaridad; esto es: la libertad siempre mantenida por
el individuo y por la colectividad; inteligenciarse, convertirse
seres libres para realizar juntos sus propósitos, en disposición
siempre de adoptar los medios o los modos más adecuados según las
circunstancias aconsejen; y solidarizar todos los esfuerzos para el
mejor éxito, apoyarse mutuamente con humanismo, con compañerismo,
con fraternal espíritu, practicando, en una palabra, la
solidaridad”26.
De esta manera, el acratismo viene a ser el principio que libera a la
organización de todo principio de autoridad, el libre pacto es el
principio que excluye toda idea de una estructura rígida y
vinculante para los trabajadores, y la solidaridad es el principio de
una unión real y sincera entre los mismos para el logro de los
objetivos propuestos.
Para
Pellico el libre pacto viene a oponerse a la idea de una organización
definida por ley o mediante estatutos rígidos y vinculantes que
someta así la voluntad de los asociados: “…acontece con toda
reglamentación con carácter permanente, que vicia y perturba y
desvía los más bellos propósitos. La experiencia, pues, ha
enseñado que lo que importa no es la buena ley, el buen estatuto, al
cual deben sujetarse los individuos, sino un modo, una manera, un
régimen para entenderse los individuos que se congregan para la
realización de un determinado objetivo, régimen viable a lo
infinito, según condiciones y circunstancias”.
Asimismo,
opone acratismo con el principio de autoridad a través de la
oposición entre centralización y descentralización administrativa:
“En las sociedades obreras la explotación y el despotismo se
entronizan por medio de la centralización administrativa y de la
concesión de facultades a las juntas administradoras. Con pretexto
de poder obrar enérgicamente y de libertad de acción, se erigen,
los que debieran ser compañeros encargados de la administración, en
directores, presidentes, en un poder ejecutivo, a modo de los
gobiernos políticos, valiéndose de los mismos medios que éstos
recabando para sí toda la autoridad y todos los recursos gobernar a
sus anchas, como si pudiera admitirse el sofisma de que para realizar
el bien del pueblo (o de los asociados) fuese indispensable, forzosa
la tiranía. La descentralización administrativa de la sociedad es,
pues, una garantía para el asociado, y a la vez el mejor sistema
para que se hagan bien las cosas, así como en la industria la
perfección del producto se realiza por medio de la división del
trabajo”.
Y
si la descentralización administrativa fracasara en su objetivo,
Pellico destaca el rol de la asamblea en su función disolvente de
las jerarquías y el autoritarismo en las sociedades obreras: “Si
aún, a pesar de la descentralización de trabajos y de fondos,
pudiese el ambicioso clavar su garra en algo, resta lo que más
asusta a los viles: las asambleas generales en perpetuas funciones;
especie de comuna de hombres libres que piensan, estudian, resuelven
lo que más conviene a todos, y en cuyas asambleas no faltan ojos
sagaces para descubrir algún vicio que se desarrolle en perjuicio
general y que es denunciado para que se adopten las medidas
conducentes a su extirpación. ¡Oh, la discusión, la intervención
directa del pueblo en todo, es cosa que espanta a los tiranos! Y
estas asambleas generales, que son prácticamente el libre acuerdo,
son la mejor garantía para el asociado”27.
Apelando a una coherencia entre fines y medios, Pellico concluye:
“Para aspirar al bien y a la libertad no puede adoptarse un
procedimiento de cuartel o convento, porque nunca se alcanzaría sino
despotismo. La libertad se posee ejercitándola. Y engañan, mienten,
sobornan, embaucan, traicionan a los obreros quienes les predican
emancipación y los sujetan a un reglamento autoritario y los
entregan como rebaño de ovejas a una junta administradora convertida
en poder ejecutivo, con facultades y prácticas de gobiernos y
gobiernos despóticos”28.
El
Pacto de Solidaridad es el medio para que trabajadores y trabajadoras
unan sus fuerzas sin sujetarse a la autoridad de nadie, sin
delegaciones ni concentraciones de poder de ningún tipo, ni tampoco
sujetarse a reglas rígidas y vinculantes. La voluntad expresada en
dicho pacto implica una participación activa de los trabajadores en
la vida interna de las organizaciones gremiales evitando así el
quietismo de una delegación innecesaria: “Siendo la asociación
gremial un producto de voluntades para fines determinados, deben
estas voluntades ser activas; es decir, que cada uno y todos trabajen
por el objetivo propuesto, y no permitir que unos se encarguen de
hacerlo todo, y otros sean indiferentes a todo trabajo, porque ello
acarrea o víctimas de los indolentes o mandarines de todos”29.
En
ese sentido, Pellico apela al principio de acción directa como gran
legado de la Primera Internacional contrario a una emancipación
concedida por quienes viven a costa de la clase trabajadora: “La
Internacional, que siempre merecerá un profundo respeto por su
gigantesca labor revolucionaria, proclamó el principio de que la
emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores
mismos, porque en la conciencia de todos está que no han de
emanciparnos los que viven y medran con nuestra esclavitud… En
consecuencia, la mejor práctica es ocuparnos todos juntos en el
trabajo emancipador, y sólo cuando todos juntos no podamos hacer una
cosa, encargar aquella sola cosa a algunos de nuestros compañeros
para que la realicen en nombre y con la adhesión de todos. He aquí
el pacto de solidaridad, piedra angular del gran edificio de la
organización obrera que ha de extenderse por toda la tierra”30.
Para
Pellico ese modo, manera o régimen que brinda el Pacto de
Solidaridad se realiza a través del sistema federativo de
organización en donde: “La solidaridad entre los individuos
federados se practica de un modo directo, y sin la injerencia de
ningún poder; y la propaganda y organización quedaran libradas a la
acción de las colectividades directamente, no dependientes de la
voluntad de determinados individuos, salvo especialísimos casos, por
común conveniencia de la federación”31.
En el sistema federativo la propaganda y la acción de cada entidad
federada son resueltas por ellas mismas, manteniendo así su más
absoluta autonomía sobre su propia forma de actuación.
La
diferencia entre un modelo centralizado en la toma de decisiones y
otro federativo se expresa también en la diferente concepción entre
un Comité Ejecutivo y una Comisión Federal. Dice Pellico al
respecto: “Ninguna centralización de fondos ni de poderes en
esta federación subsisten; la comisión federal es convertida en una
especie de oficina de relaciones meramente. Las operaciones de
resistencia no se sujetan a sanciones o autorización de ninguna
clase. Todos los asuntos quedan sometidos a las entidades pactantes,
en uso de su libertad y soberanía, sin exhibición alguna. La
Comisión Federal no es más que lo que debe ser: una comisión
servidora de los intereses generales, no gobernadora”.
Es
importante destacar la doble naturaleza o función que cumple la
organización obrera para Pellico y que lleva a la existencia de dos
ramas paralelas dentro de la misma: “…una rama de la
organización obrera, que puede denominarse revolucionaria, la
constituyen cuantos, plenamente convencidos, trabajan rectamente por
el triunfo del ideal; y otra rama, que puede llamarse económica, la
constituyen las masas obreras que pugnan por mejorar su condición
contrarrestando los abusos patronales, no bien convencidos aún de
que si los esfuerzos empleados por parciales mejoras se hicieran por
la completa emancipación, con menos sacrificios y tiempo, ésta se
lograría”32.
Es decir que, por un lado, la organización obrera cumple una función
revolucionaria destinada a lograr el ideal: la completa emancipación
de los trabajadores y las trabajadoras. Por el otro, la organización
obrera cumple una función económica en su lucha contra el capital
destinada a la obtención de mejoras inmediatas en las condiciones de
trabajo y de salario.
Ambas
ramas paralelas tienen dentro de la organización federativa dos
tipos de organizaciones diferentes y específicas: la función
económica es llevada adelante por la federación de oficio, en
cambio, la función revolucionaria es llevada adelante por la
federación local. Pellico destaca sin embargo que, más allá de la
diversa denominación para identificarla en su rol específico, ambas
organizaciones son a la vez económico-revolucionarias.
La
federación de oficio nuclea a sociedades gremiales de distintas
localidades pertenecientes a un mismo oficio para poder aumentar la
solidaridad y cooperación entre ellas para obtener mejoras para los
trabajadores del oficio de que se trate: “El buen régimen
societario de una sociedad se estrellaría contra el capital sin la
cooperación solidaria de las demás sociedades obreras; de aquí que
el pacto de solidaridad, por mutua conveniencia, forzosamente, debe
extenderse a todas las sociedades, como se ha expuesto en el modelo
para la sociedad de oficio… Así, pues, la primera labor que debe
realizar una sociedad de oficio, es federarse con las de su misma
profesión existentes en la región, y si no las hubiere en otras
localidades, dedicarse a formarlas y federalizarlas”33.
En
cambio, la federación local nuclea a todas las sociedades obreras de
una misma localidad independientemente del oficio de los miembros que
la componen. Sobre la federación local y su diferencia con la
federación de oficio, Pellico dirá: “La federación de oficio
responde primordialmente a asegurar el éxito de las luchas de los
obreros contra el capital; la federación local tiene, además de la
solidaridad obrera, cierto aspecto social más directo, la
intervención en la cosa pública, aunque para defender los intereses
obreros; es ya la comuna en actividad, el pueblo ejerciendo su deber
y su derecho; en este sentido su importancia puede ser mucha y
debiera ser cada día mayor. Un sin fin de cuestiones le son
directamente propias, por no decir todas las cuestiones sociales: en
las luchas contra el capital, combatir la acción de los poderes
públicos que lo defienden con todas las farsas y con todas sus
fuerzas: la solidaridad exige el apoyo de todas las corporaciones
obreras y procurar la adhesión de todo el pueblo a que se manifieste
contra la arbitrariedad; después las cuestiones de enseñanza, de
higiene, de las viviendas, de la libertad, del derecho individual, y,
en general, de toda la legislación económica; asuntos todos que
pueden y deben ocupar a los obreros, moviendo la opinión pública,
encaminando todos los trabajos y todos los esfuerzos a debilitar
hasta anularla la acción de todos los poderes públicos, que es la
lucha de la libertad contra la tiranía, pues cuanto más decrezca el
autoritarismo más queda afianzada la libertad, y con ella más
positivamente el bienestar social”34.
Se
puede apreciar que para Pellico la federación de oficio tiene como
límite de actuación el oficio de los trabajadores cuyas sociedades
nuclea, siendo por lo tanto una organización federativa de tipo
corporativa destinada a obtener mediante la lucha económica mejoras
para los trabajadores y trabajadoras de ese oficio. En cambio, la
federación local no tiene ningún límite de actuación de tipo
corporativo, disolviendo por el contrario toda diferenciación de
tipo profesional entre las sociedades que la nuclean, teniendo como
límite de actuación sólo el espacio territorial en el que se
circunscribe. Su función es más bien de tipo política y
revolucionaria destinada a enfrentar la reacción de los poderes
públicos en su objetivo de alcanzar la emancipación social. Las
limitaciones territoriales que contiene a cada federación local se
superan, según Pellico, con la unión de todas las federaciones
locales de un país en una federación regional, y finalmente, las de
todos los países en una federación internacional. El carácter
revolucionario de la federación local procede del hecho de que
supera la diferencia accidental entre grupos profesionales,
permitiendo una unión basada exclusivamente en el origen de clase y
que responde a la reivindicación histórica de los trabajadores: “La
federación local, partiendo del concepto del trabajo, y funcionando
como organismo social, sienta las bases de la sociedad del porvenir.
Merece, pues, tal organización los cuidados y celo de todos los
trabajadores, porque integra la comuna revolucionaria y la comuna
libre”35.
En
uno de sus artículos Pellico expone un proyecto de Pacto de
Solidaridad entre las federaciones locales para conformar así una
federación regional36.
Si bien la FORA no adoptó el mismo Pacto de Solidaridad proyectado
por Pellico, el finalmente aprobado sigue los grandes lineamientos
trazados en sus artículos: sociedad de oficio, sistema federativo,
principio de solidaridad, libre pacto, federaciones locales y de
oficio, Comisión Federal como centro de relaciones, etc. La impronta
ácrata trazada también por Pellico como uno de los principios de la
organización obrera, se completará en el año 1905 cuando el Vº
Congreso de la FORA adopte el comunismo anárquico como finalidad
social.
Influencia
de Antonio Pellicer Paraire en la forma de organización adoptado por
la FORA
Durante
el IIº Congreso de la FOA celebrado entre el 19 y 21 de abril de
1902 se produce el retiro de las sociedades obreras de tendencia
socialista37.
La división entra anarquistas y socialistas demostró la fragilidad
del acuerdo arribado el año anterior entre ambos para crear la FOA.
Las sociedades de tendencia socialista crean luego una nueva
federación el 7 de marzo de 1903 denominada Unión General de
Trabajadores (UGT) que reúne a un menor número de sociedades
obreras que la FOA, por lo que ésta última continuará siendo la
principal federación obrera de la Argentina38.
Por otro lado, la influencia de los socialistas dentro de la UGT será
muy breve debido a que la misma pasará a ser dominada por una nueva
corriente ideológica a partir del año 1906 denominada sindicalismo
revolucionario39.
Los socialistas concentrarán su militancia en la lucha
política-electoral dentro del Partido Socialista perdiendo
preponderancia dentro de las sociedades obreras por muchos años.
El
retiro de los socialistas de la FOA le permitió a dicha federación
consolidar su perfil libertario rechazando en forma terminante la
lucha política-parlamentaria y adoptando la lucha económica-gremial
como la única vía para que los trabajadores y trabajadoras puedan
conquistar mejores condiciones de trabajo y alcanzar la completa
emancipación social. En junio de 1903 la FOA celebra su IIIº
Congreso en donde se aprueba respecto de la lucha política y la
económica: “La organización económica del proletariado puede
considerarse como el principal paso dado en la emancipación del
obrero. El socialismo obrero es una concepción amplísima de la que
tiene forzosamente que estar excluida toda idea encarnadora de la
acción legislativa y parlamentaria, que hoy reduce, circunscribe
mejor dicho, aquella concepción al estrecho espíritu de un
partido”40.
Entre
el 30 de julio y 2 de agosto de 1904 la FOA celebra su IVº Congreso
en donde se tomarán decisiones fundamentales sobre la forma de
organización. En primer lugar, se aprueba el cambio definitivo de la
denominación de la federación pasando a llamarse Federación Obrera
Regional Argentina (FORA) por no aceptar la división política de
los territorios. En segundo lugar, en dicho congreso la FORA aprueba
su Pacto de Solidaridad que contiene los principios, bases y sistema
de organización de la federación. La influencia de los artículos
de Antonio Pellicer Paraire antes analizados en el contenido de dicho
documento es indiscutible. También lo son las formas de organización
adoptadas por la FRE-AIT y la FTRE en donde Pellico fue parte y trajo
consigo a la Argentina al igual que muchos otros trabajadores
españoles.
El
sistema de organización previsto en el Pacto de Solidaridad dice
textual:
“1°
Que los trabajadores de cada localidad se organizarán en sociedades
de resistencia y de oficio, constituyendo una sección de Oficios
Varios para los que por su escaso número no puedan constituir
sección.
2°
Que todas las sociedades de una misma localidad se organicen en
Federación Local, con objeto de fomentar la propaganda y desarrollar
la organización dictaminando por medio del Concejo Local, formado
por los delegados de cada sociedad, respecto a todos los asuntos que
interesan al trabajo.
3°
Que las Federaciones locales de cada provincia, constituyan la
Federación Comarcal, y celebren sus Congresos de la región, y
nombren el Consejo Comarcal que sea intermediario entre las
Federaciones locales desarrolle la propaganda, fomente la
organización y comunique al Consejo Federal todo lo que se refiera
al movimiento obrero, organización y aspiraciones.
4°
Que las Federaciones locales y comarcales constituyan la Federación
Obrera Argentina, la que celebrará sus Congresos nacionales en los
que los delegados de las sociedades y federaciones resolverán todos
los asuntos pertenecientes a la gran causa del trabajo, y nombrarán
el Consejo Federal que es el CENTRO DE CORRESPONDENCIA de toda la
República, el intermediario entre todas las sociedades y
federaciones, y el que sosteniendo continuas y solidarias relaciones
con todos los organismos obreros de la Nación, servirá de medio
para que los obreros de este país puedan practicar la solidaridad
con todos los trabajadores del mundo, a fin de conseguir su completa
emancipación social.
5°
Que las sociedades de un mismo oficio de distintas localidades,
constituyan la Federación de oficio, y que las sociedades afines de
una o varias localidades constituyan la Federación de oficios
símiles.
6°
Nuestra organización puramente económica, es distinta y opuesta a
la de todos los partidos políticos burgueses y políticos obreros,
puesto que así como ellos se organizan para la conquista del poder
político, nosotros nos organizamos para que los estados políticos y
jurídicos, actualmente existentes queden reducidos a funciones
puramente económicas, estableciéndose en su lugar una libre
Federación de libres asociaciones de producciones libres”41.
De
conformidad con el modelo de organización planteada por Pellico en
sus artículos, la FORA adoptó una paralela estructura de
organización federativa compuesta por federaciones de oficio u
oficios símiles por un lado, y por federaciones locales por el otro
que conforman a nivel provincial la federación comarcal respectiva.
Las federaciones de oficio eran destinadas a atender los intereses
corporativos del oficio y las federaciones locales a responder a las
necesidades generales de los trabajadores y trabajadoras de la
localidad sin importar el oficio que ellos tengan. Las federaciones
locales y comarcales conforman la FORA como federación de la región
la cual celebra congresos nacionales para resolver “…todos los
asuntos pertenecientes a la gran causa del trabajo”. En esos
congresos se nombra el Consejo Federal como centro de correspondencia
y de relaciones con todas las sociedades obreras y federaciones de la
región para que puedan ejercitar la solidaridad entre ellas.
La
influencia de los internacionalistas españoles en el Pacto de
Solidaridad aprobado por la FORA es tan evidente que el punto 6º del
sistema de organización es una trascripción textual de la
declaración aprobada en el Congreso de Barcelona de 1881 a la cual
antes hicimos referencia, congreso en donde se había constituido la
Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) y se había
elegido a Pellico como miembro de su Comisión Federal. La FORA se
define también como organización federativa destinada a realizar
una lucha exclusivamente económica y se diferencia de la lucha
realizada por los partidos políticos, tanto burgueses como obreros,
en su pretensión de conquistar el aparato de Estado y con ello el
poder político.
Los
principios expresados por Pellico en sus artículos sobre
organización obrera aparecen reflejados en los restantes puntos que
componen las bases del Pacto de Solidaridad aprobado por la FORA. En
lo que respecta al principio de libre pacto al que hacía referencia
Pellico, el Pacto de Solidaridad dice: “En
toda localidad donde haya constituidas saciedades adheridas a la
Federación Obrera Regional Argentina, ellas entre sí se podrán
declarar en libre pacto local”. El
principio de libre pacto era para Pellico una garantía para la
autonomía y libertad de las sociedades obreras federadas al no
sujetarlas a estructuras rígidas e impuestas en forma heterónoma
que afecten a la manera que éstas quieran organizarse en su vida
interna. El Pacto de Solidaridad dice también al respecto: “La
sociedad es libre y autónoma en el seno de la Federación Local;
libre y autónoma en el seno de la Federación Comarcal; libre y
autónoma es en la Federación Regional”.
Y agrega: “Las sociedades, las
Federaciones locales, las Federaciones de oficio o de oficios
similares y las Federaciones comarcales, en virtud de su autonomía,
se administran de la manera y la forma que crean más conveniente y
tomarán y pondrán en práctica todos los acuerdos que consideren
necesarios para conseguir el objeto que se propongan”.
Cada instancia de organización federativa es una expresión de la
autonomía y libertad de las sociedades obreras para pactar
libremente sin perder esa autonomía y libertad en el seno de la
federación al que desean adherir.
Como
su propia denominación lo indica, el principio de solidaridad al que
hacía mención Pellico aparece también expresado en el Pacto de
Solidaridad de la FORA y es la razón de ser de la unión federativa
de las sociedades obreras de la región. Dicen las bases del Pacto de
Solidaridad: “Todas las sociedades que
componen esta Federación se comprometen a practicar entre sí, la
más completa solidaridad moral y material, haciendo todas los
esfuerzos y sacrificios que las circunstancias exijan, a fin de que
los trabajadores salgan siempre victoriosos en las luchas que
provoque la burguesía y en las demandas del proletariado”.
La solidaridad es el cemento de la unión federativa siendo ésta
última el medio para que esa solidaridad pueda ejercitarse y
extenderse a toda la región. Así lo dicen las bases del Pacto de
Solidaridad: “Para que la solidaridad
sea eficaz en todas las luchas que emprendan las Sociedades Federadas
siempre que sea posible deben consultar a sus respectivas
Federaciones, a fin de saber con exactitud, los medios o recursos con
que cuentan las sociedades que la forman”.
En
lo que al principio de acratismo respecta y que era otro de los
principios de la organización obrera según Pellico, el mismo está
también presente en la forma de organización misma adoptada en el
Pacto de Solidaridad, respetuosa de las autonomías y libertades de
las sociedades adheridas, y en la ausencia de centralizaciones
administrativas a las cuales Pellico repudiaba como expresión de un
principio de autoridad dentro de las organizaciones obreras. Es por
ello que el Consejo Federal se presenta como una oficina de
comunicación y relaciones entre las sociedades federadas para que
puedan ejercer la solidaridad sin ninguna autoridad sobre ellas. En
las bases del Pacto de Solidaridad se dice: “…la Oficina
Central que se nombra para los efectos de relación y de lucha que
los organismos que representan las Federaciones de oficio y oficios
similares, a la par que serán absolutamente autónomos en su vida
interior y de relación, sus individuos no ejercerán autoridad
alguna, y podrán ser substituidos en todo tiempo por el voto de la
mayoría de las sociedades federales reunidas por congresos o por
voluntad de las sociedades federales expresada por medio de sus
respectivas Federaciones Locales y de oficio”.
La
orientación libertario de la FORA quedará explicitada al año
siguiente en su Vº Congreso del año 1905 en donde adopta el
comunismo anárquico como finalidad social: “El 5° Congreso de
la F.O.R.A. consecuente con los principios filosóficos que han dado
razón de ser a las organizaciones de las Federaciones Obreras,
declara: Que aprueba y recomienda a todos sus adherentes la
propaganda e ilustración más amplia en el sentido de inculcar a los
obreros los principios económico-filosóficos del Comunismo
Anárquico. Esta educación impidiendo que se detenga en la conquista
de las 8 horas, los llevará a su completa emancipación y por
consiguiente a la evolución social que se persigue”42.
De esta manera, la FORA deja expresada una finalidad revolucionaria y
emancipadora al aprobar como finalidad social a una de las corrientes
del anarquismo por ese entonces mayoritario dentro del movimiento
obrero argentino: el comunismo anárquico. Si bien no se trata de la
corriente anarquista dominante dentro de los internacionalistas
españoles más afines al anarquismo colectivista, la misma termina
de cerrar el carácter libertario y antiautoritario de la FORA
pretendido por Pellico en sus artículos.
Palabras
finales
Hemos
analizado la influencia de Antonio Pellicer Paraire en la creación y
modo de organización de la primera federación obrera que se
consolidó en la Argentina: la Federación Obrera Regional Argentina
(FORA), madre de la organización sindical en el país e inspiración
para el movimiento obrero del resto del cono sur de América. Se
trata este trabajo de un estudio de la influencia que tuvieron los
internacionalistas y aliancistas españoles, a través de la figura
de Pellico, en el nacimiento del movimiento obrero en la Argentina.
Influencia que es también la de una de las dos fracciones en disputa
dentro de lo que fue la Primera Internacional en la cual formaban
parte esos internacionalistas y aliancistas españoles, entre ellos,
el mismo Pellico. Los principios de la fracción libertaria de la
Primera Internacional llegaron al extremo sur de América de la mano
de uno de los miembros de la sección española de esa Internacional
y dieron inicio a un impresionante movimiento sindical en la
Argentina.
Sobre
el protagonista de este trabajo resta decir que, a partir del año
1905, Antonio Pellicer Paraire reduce su militancia para fallecer en
Buenos Aires el 16 de abril de 1916 a los 65 años de edad. Después
de su muerte el movimiento sindical en Argentina continuó con
profundos cambios en su composición, formas de organización y
tendencias ideológicas. La FORA siguió siendo la principal
federación obrera hasta el año 1915 en donde se divide en FORA del
IX° Congreso de tendencia sindicalista y FORA del V° Congreso de
tendencia comunista anárquica. La primera se disuelve en el año
1922 para crear una nueva central: la Unión Sindical Argentina (USA)
que continuó la línea sindicalista. La FORA del V° Congreso será
la única federación que mantendrá su denominación original. En el
año 1926 aparece una tercera central obrera denominada Confederación
Obrera Argentina (COA) con fuerte presencia socialista principalmente
en los sindicatos ferroviarios que la conformaban. La USA y la COA se
fusionan en el año 1930 para dar nacimiento a la actual
Confederación General del Trabajo (CGT) que tuvo una larga historia
de divisiones y reunificaciones. A comienzos de los años 90´ del
siglo XX se sumó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que
tuvo y tiene actualmente procesos de divisiones y fracturas internas.
La
FORA a la cual Pellico aportó las bases para su organización fue
paulatinamente perdiendo su presencia dentro del movimiento obrero
durante la década del 20´del siglo XX y especialmente sintió el
golpe militar del 6 de septiembre de 1930 que tuvo a los foristas
entre sus objetivos represivos predilectos. La llegada del peronismo
fue el golpe final para las pocas organizaciones foristas existentes
hasta ese momento que poco a poco fueron desarticulándose hasta casi
desaparecer completamente. Muchos años después, al calor de los
levantamientos populares del 19 y 20 de diciembre de 2001, se produjo
una renovación de la FORA y comenzó a partir de ese momento una
difícil y lenta reorganización de la federación que continúa
hasta la fecha, retomando la publicación de su histórico periódico
“Organización Obrera”, que lleva justamente el mismo nombre de
los artículos que publicara Pellico43.
La
irrupción del peronismo a partir del año 1945 representó un
profundo cambio para la conformación y carácter del movimiento
sindical argentino, recogiendo tendencias que se venían produciendo
dentro del propio movimiento sindical y aportando un nuevo modelo de
Estado con una legislación que contemplaba por primera vez la
existencia de organizaciones sindicales44.
A partir de ese momento se producirá un cambio rotundo en la
relación entre Estado y movimiento sindical, y junto con ello, un
diferente posicionamiento de éste último frente al orden
institucional establecido. Esto no significa que hayan desaparecido
las posturas revolucionarias dentro del movimiento obrero, ejemplo
que lo desmiente fue el sindicalismo combativo de la primera mitad de
la década del 70´ del siglo XX. Tampoco que el movimiento sindical
haya dejado de ser un actor decisivo a la hora de enfrentar las
distintas políticas de ajuste o flexibilizadoras que se han
sucedido, tanto de parte de dictaduras cívico-militares como de
gobiernos surgidos tras el restablecimiento del orden institucional,
sin perjuicio de aquellos sectores sindicales dominantes que han sido
cómplices en la aplicación de esas políticas. Pero lo que sí han
salido del centro de la escena son aquellas posiciones que planteaban
un rechazo absoluto al orden institucional establecido y apelaban de
lleno a la autotutela de los propios colectivos laborales a través
de sus propias organizaciones gremiales. Tales planteos, que en la
Argentina encontraron sus raíces en la fracción libertaria de la
Primera Internacional y que llegaron a esas costas en gran parte por
los internacionalistas españoles como Pellico, animaron y dieron
impulso a la primera federación obrera que se consolidó en el país.
Conocer esa historia implica por un lado comprender la rica
complejidad y variedad que ha tenido el movimiento sindical
argentino, y por el otro, conocer los orígenes de los principios y
de las formas de organización que dieron impulso a ese gran
movimiento sindical.
Cuando
el peronismo irrumpió abruptamente ya existía en Argentina un
importante desarrollo de la organización sindical y una larga
historia de luchas gremiales en el país. El peronismo no dio
nacimiento a la organización sindical en la Argentina sin perjuicio
de las profundas transformaciones que el mismo introdujo. El primer
movimiento sindical que existió en Argentina se constituyó sobre la
base de principios tales como acción directa, antiautoritarismo,
libre pacto, solidaridad, organización federativa y asamblearia,
etc., y a las cuales hemos hecho referencia en éste trabajo. También
entendió que la conquista de mejores condiciones de trabajo y la
completa emancipación de la dominación capitalista dependía de la
propia organización de trabajadores y trabajadoras, tal como lo
anuncia el principio de acción directa, valorizando de esta forma la
lucha económica mediante las armas que le proporcionan a los
trabajadores y trabajadoras la posición que ellos ocupan dentro de
las relaciones de producción capitalista (huelga, boicot, sabotaje,
etc.).
Entendemos
que esos principios y formas de organización no han desaparecido
completamente en el movimiento sindical argentino de nuestros días.
En la Argentina la organización sindical ha tenido desde sus inicios
una importancia considerable y ha sido un actor clave para resistir y
enfrentar las distintas políticas de ajuste que se han sucedido en
las distintas etapas de su historia. Esa lucha se ha nutrido, y es
también interpelada, con otro tipo de organizaciones de base tales
como organizaciones barriales y de trabajadores desocupados,
agrupaciones estudiantiles, feministas, organización de pueblos
originarios, cooperativas de trabajo, etc., muchos de los cuales
recurren también a medidas de acción directa para intentar
conquistar sus reivindicaciones. En la Argentina es tradición que
trabajadores y trabajadoras se organizan en sus lugares de trabajo,
expresen su más absoluta solidaridad con sus hermanos y hermanas de
clase, y casi instantáneamente ante cualquier conflicto que se
produce en un establecimiento se auto-convoque a una asamblea para
decidir qué medidas tomar. La organización sindical, la solidaridad
de clase, la organización asamblearia y la autotutela gremial forman
parte de la memoria colectiva de los trabajadores y las trabajadoras
argentinas, por más que en la mayoría de las veces ese enorme
potencial no logre desarrollarse en su más completa dimensión. En
la construcción de esa memoria colectiva formó parte, casi anónimo
para la gran historiografía argentina, un simple obrero gráfico
catalán con larga trayectoria gremial en su país de origen y que
llegó a la Argentina cuando eso de luchar por mejores condiciones de
trabajo recién comenzaba a producirse y cuya fuerza e impulso llega
hasta nuestros días para hacer frente a la dominación y explotación
de los sectores sociales más desventajados.
1La
presente es una nueva versión ampliada de la publicada por el autor
en: “Internacionalismo obrero: experiencias del sindicalismo
internacional (1888-1986)”, Manuela Aroca Mohedano (dir.),
Editorial Fundación Francisco Largo Caballero, Madrid, año 2019,
p. 91
2Godio,
Julio: La Internacional Socialista en la Argentina, Buenos Aires,
CEAL, año 1986
3Oddone,
Jacinto Oddone: “Historia del socialismo argentino (1896-1911)”,
CEAL, Buenos Aires, año 1883
4Cole,
G.D.H.: “Historia del Pensamiento Socialista”, Ed. Fondo de
Cultura Económica, México, año 1958, Tomo II, pag. 180
5Lida,
Clara E.: “La Primera Internacional en España, entre la
Organización Pública y la Clandestinidad (1868-1889)”, en Tierra
y Libertad Cien Años de Anarquismo en España, Ed. Crítica,
Madrid, año 2010, pág. 36
6Iñiguez,
Miguel: “Enciclopedia del Anarquismo Ibérico”, Asoc. Isaac
Puente, año 2018, Tomo III, pág. 2035
7Lorenzo,
Anselmo: “El Proletario Militante”, Libro Primero, año 2008,
pág. 118
8Lorenzo,
Anselmo; op. cit. Libro Segundo, año 2008, pág. 98
9Poy,
Lucas; “Los orígenes de la clase obrera argentina, Huelgas,
sociedades de resistencia y militancia política en Buenos Aires,
1888-1896”, Ediciones Imago Mundi, Buenos Aires, año 2014, pág.
205
10Poy,
Lucas; op. cit. pág. 241
11Dosio,
Patricia Andrea; “Aproximación al estudio de la revista Éxito
Gráfico y sus aportes a la conformación disciplinar del diseño
gráfico”, Reflexión Académica en Diseño y Comunicación, Año
XVIII, Vol. 30, Febrero 2017, Buenos Aires, Argentina, pág. 179
12Federación
Libertaria Argentina – Biblioteca-Archivo de Estudios Libertarios;
Catálogo de publicaciones políticas, sociales y culturales
anarquistas (1890-1945), Ed. Reconstruir, Buenos Aires, año 2002,
pag. 51
13Pellicer
Paraire, Antonio; “Conferencias populares sobre sociología”,
Imprenta Elzeviriana, Buenos Aires, año 1900
14Oved,
Iaacov; El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina, Ed. Imago
Mundi, Buenos Aires, año 2013, pág. 163
15La
Protesta Humana; Año IV, Num. 100, 24 de noviembre de 1900, p. 2
16Oved,
Iaacov; op. cit., pág. 171
17La
Protesta Humana; Nº 112, 23 de febrero de 1901
18Otra
figura destacada en el proceso de crecimiento de la tendencia
organizadora dentro del anarquismo argentino fue el reconocido
abogado y anarquista italiano Pietro Gori, quién residió en la
Argentina entre los años 1898 y 1902, asistiendo como delegado al
congreso inaugural de la FORA.
19Bilsky,
Edgardo J.; “La F.O.R.A. y el movimiento obrero (1900-1910)”,
Ed. CEAL, Buenos Aires, año 1985, Vol. 1, pág. 20
20López,
Antonio; “La FORA en el movimiento obrero”, Tupac Ediciones,
Buenos Aires, año 1998, pág. 15
21Abad
de Santillán, Diego: “La FORA ideología y trayectoria del
movimiento obrero revolucionario de la argentina”, Libros de
Anarres, Buenos Aires, año 2005, pág. 61
22Oved,
Iaacov; op. cit. pág. 387
23La
presente sección es una adaptación y ampliación del trabajo
realizado por el mismo autor en su obra “Los Orígenes del Modelo
Sindical Argentino” (Ediciones FORA, Buenos Aires, año 2016, pág.
15 a 21)
24La
Protesta Humana; Año IV, Num. 99, 17 de noviembre de 1900, p. 2
25La
Protesta Humana; Año IV, Num. 100, 24 de noviembre de 1900, p. 2
26La
Protesta Humana; Año IV, Num. 102, 8 de diciembre de 1900, p. 2
27La
Protesta Humana; Año IV, Num. 102, 8 de diciembre de 1900, p. 2
28La
Protesta Humana; Año IV, Num. 103, 15 de diciembre de 1900, p. 2
29La
Protesta Humana; Año IV, Num. 100, 24 de noviembre de 1900, p. 2
30La
Protesta Humana; Año IV, Num. 102, 8 de diciembre de 1900, p. 2
31La
Protesta Humana; Año V, Num. 105, 5 de enero de 1901, p. 3
32La
Protesta Humana; Año IV, Num. 99, 17 de noviembre de 1900, p. 2
33La
Protesta Humana; Año IV, Num. 103, 15 de diciembre de 1900, p. 2
34La
Protesta Humana; Año V, Num. 106, 12 de enero de 1901, p. 2
35La
Protesta Humana; Año V, Num. 107, 19 de enero de 1901, p. 2
36La
Protesta Humana; Año V, Num. 109, 2 de febrero de 1901, p. 2
37Oved,
Iaacov; op. cit. p. 231
38Bilsky,
Edgardo J.; op. cit. p. 73
39Oddone,
Jacinto; “Gremialismo proletario argentino”, Ed. Líbera, Buenos
Aires, año 1949, p. 262
40Abad
de Santillán, Diego; op. cit. p. 110
41Oved,
Iaacov; op. cit. p. 494
42Bilsky,
Edgardo J.; “La F.O.R.A. y el movimiento obrero (1900-1910)”,
Ed. CEAL, Buenos Aires, año 1985, Vol. 2, pág. 215
43http://capital.fora-ait.com.ar
44Elgorriaga,
Leonardo: Los Orígenes del Modelo Sindical Argentino, Ediciones
FORA, Buenos Aires, año 2016