LÁGRIMAS Y SONRISAS
Este
cronista sabe que se debe a sus lectores, motivo por el cual se
siente en la obligación de explicarles las mutaciones que esta
sección ha tenido a lo largo del tiempo.
En
un principio Lágrimas y Sonrisas tenía por misión escrachar,
denunciar y, por qué no, someter a escarnio a algunos magistrados o
funcionarios del fuero laboral, que les complican la vida a los
litigantes y a los abogados laboralistas, aunque siempre con una
importante cuota de humor.
En
los últimos cuatro años la sección pareció mutar hacia el humor
político, lo que se explica por la pereza intelectual del cronista:
hacer humor con Don Gato y su Pandilla era facilísimo.
Por
el bien del país y de los argentinos, esperemos tener que volver al
escrache de jueces y magistrados.
Como
si fueran poco la paciencia y los padecimientos que deben tener y
soportar los laboralistas que litigan en el Fuero de la Capital
Federal, a los abogados sindicales se les adiciona la penosa
situación existente en el Ministerio de Trabajo, donde en los
últimos años la tramitación de los expedientes se ha vuelto un
calvario.
Dado
que, a veces como muestra vale un botón, nos hacemos eco de la queja
de un colega que explica que el 2/02/19 pide la certificación de
autoridades, producto de una elección realizada a fines de 2018.
El
19/02/19 la solicitud pasa a la Dirección Nacional de Asociaciones
Sindicales. Todas las consultas telefónicas (que en la mayoría no
se atienden por falta de personal), por vía electrónicas y
personales no obtienen resultado. No hay movimiento. Se pide un
pronto despacho el 29/08/19. Silencio stampa.
En
una de las tantas visitas que hace el letrado para esclarecer tanto
misterio, logra determinarse que el bendito expediente se encuentra
estacionado, junto con muchos otros desde el 18/9/19 en el
Departamento de” Institucionales a cuyo personal le está vedado
brindar información.
Los
comentarios huelgan…
Esta
es una historia real. El colega, en una charla de café, recordaba la
siguiente anécdota:
En
la época del famoso laudo gastronómico, un mozo de salón pleiteaba
con un conocido hotel de una cadena internacional, denunciando en su
demanda un salario mensual elevadísimo, computando las propinas
generosas que los pasajeros solían dejar. De tal modo,
proporcionalmente, el monto de la liquidación también era muy
elevado, lo que dificultaba una conciliación.
En
una audiencia, el juez desplegaba todas sus herramientas para
intentar alcanzar una transacción y, dirigiéndose al accionante le
dice: “¡No me va a decir que Ud. ganaba un salario mayor que el de
un Juez!” A lo que el trabajador respondió “No sé Ud., pero yo
hablo inglés, francés y portugués”. ¡Glup!
--¿Hola,
Pizza Hut?
--No,
señor. Pizzería Google.
--Ah,
discúlpeme... marqué mal...
--No
señor, marcó bien. Google compró la cadena Pizza Hut.
--Ah,
bueno... entonces anote mi pedido, por favor...
--¿Lo
mismo de siempre?
--¿Y
usted cómo sabe lo que pido yo?
--Según
su calle y su número de documento, las últimas 12 veces usted
ordenó una napolitana grande con jamón.
--Sí,
esa quiero...
--¿Me
permite sugerirle una pizza sin sal, con ricota, rúcula y tomate
seco?
--¡No!
Detesto las verduras.
--Su
colesterol no es bueno, señor.
--¿Y
usted cómo sabe?
--Cruzamos
datos con su obra social y tenemos los resultados de sus últimos 7
análisis de sangre. Acá me sale que sus triglicéridos tienen un
valor de 180 mg/DL y su LDL es de...
--¡Basta,
basta! ¡Quiero la napolitana! ¡Yo tomo mi medicamento!
--Perdón,
señor, pero según nuestra base de datos no la toma regularmente. La
última caja de Lipitor de 30 comprimidos que usted compró en
Farmacity fue el pasado 2 de diciembre a las 3.26 pm.
--¡Pero
compré más en otra farmacia!
--Los
datos de sus consumos con tarjeta de crédito no lo demuestran.
--¡Pagué
en efectivo, tengo otra fuente de ingresos!!!
--Su
última declaración de ingresos no lo demuestra. No queremos que
tenga problemas con la AFIP señor...
--¡Ándate
a la mierda, pelotudo!
--Perdón,
señor, sólo queremos ayudarlo.
--¿Ayudarme?
¡Estoy harto de Google, Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram ! Me
voy a ir a una isla sin internet, cable ni telefonía celular.
--Comprendo,
señor, pero aquí me sale que su pasaporte esta vencido hace 5
meses!!
¡Plop!
En
la puerta del hotel “Uno más Uno” se encuentran dos integrantes
del Tribunal Superior de Justicia, y se da la casualidad que cada uno
estaba con la esposa del otro. Pasada la sorpresa, entablan el
siguiente diálogo:
-¡Qué
situación embarazosa, estimado colega! Supongo que lo correcto es
que cada uno regrese a su hogar con su esposa!
-Sí,
estimado colega, eso sería lo correcto, pero no sería lo justo, ya
que Ud. acaba de salir del hotel y yo recién estaba entrando.
Nos
cuenta el colega: “ en un caso por reparación integral de un
infortunio laboral ocurrido en el año 2006, en trámite ante el
Tribunal de Trabajo N° 2 de San Martín hace más de una década, se
dio un nuevo y lamentable suceso que pinta de cuerpo entero el
funcionamiento de la justicia laboral provincial. El expediente fue a
la Corte Bonaerense por recurso extraordinario local interpuesto por
las partes contra la sentencia del Tribunal de Grado. Con sentencia
firme, bajó en febrero del 2019 al Tribunal para la ejecución del
decisorio. Se pronunció la sentencia en los términos en que había
quedada zanjada la litis de acuerdo al Superior Tribunal de Justicia
Provincial, y se practicó liquidación por Secretaría corriendo
traslado a las partes, en marzo de 2019. La Parte actora impugnó la
liquidación y remitió cédula electrónica a la demandada para
notificarla de la liquidación y de su resolución ordenatoria. La
cédula fue observada en reiteradas oportunidades y la impugnación
nunca fue despachada. Esta parsimonia del Tribunal ameritó
reiteraros pedidos de PRONTO DESPACHO, y que nos acercáramos en
persona para hablar con el Secretario (por lo menos en cuatro
oportunidades), a manifestar nuestro asombro/malestar por el paso del
tiempo y la imposibilidad de avanzar hacia el cobro de la
indemnización por parte de la trabajadora accidentada. La excusa fue
que el Tribunal no estaba debidamente integrado, aunque se nos
prometía la aprobación de la liquidación en los términos en
nuestra impugnación, y la inmediata notificación a las partes por
cédula electrónica confeccionada y librada por Secretaría. Aún
seguimos esperando que el secretario cumpla. Mientras tanto, las
excusas se diluyen con el tiempo, al ritmo de la tan anhelada – y
bastardeada – justicia”. Como dice el tango, catorce años no son
nada.